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G-20 tiene que mostrar compromiso en pacto cambiario

Los nerviosos rumores de guerras monetarias dieron paso a una tregua incómoda en el Grupo de las 20 economías líderes (G-20), pero lo que hasta ahora ha sido una guerra falsa podría convertirse en abiertas hostilidades.

24 de octubre de 2010

El comunicado final, discutido largamente entre los ministros de Finanzas del G-20 reunidos en Corea del Sur este fin de semana, no fue más que intento por ocultar las visiones radicalmente distintas de los dos principales frentes beligerantes: Estados Unidos y China.

A veces las reuniones internacionales siembran las semillas de entendimientos que, en el tiempo, generan frutos políticos. Pero la mayor parte de las veces lo que se ve es lo que hay.

Y lo que los mercados vieron en Gyeongju fue a dos países en polos opuestos peleando por quién es responsable por los desequilibrios globales que están generando volatilidad monetaria y amenazan con avivar un proteccionismo como el de la década de 1930, mientras la recuperación económica mundial, en palabras del G-20, es "frágil y desigual".

"Sobre las monedas, me habría gustado tener un progreso más sustancioso allí", dijo el ministro de Finanzas canadiense, Jim Flaherty.

"Sí logramos progreso direccional. (Pero) Hubo muchos intentos de retroceso de parte de China y también de algunos otros países. Creo que hay nerviosismo sobre la fragilidad de la recuperación económica", sostuvo. Washington argumentó que los países con mayores superávits externos, en especial China, tenían que dejar que sus monedas se apreciaran.

¿El resultado? Un llamado en el comunicado por sistemas de tipo de cambio más determinados por el mercado, pedidos para evitar las devaluaciones competitivas y la búsqueda de un conjunto completo de políticas para reducir los desequilibrios de cuenta corriente. Las economías en desarrollo contraatacaron con críticas hacia los países ricos por tener a toda máquina a sus casas de moneda y, en el proceso, provocar una inundación de dinero a sus mercados que está inflando las burbujas de activos y elevando sus tipos de cambio a expensas de sus industrias exportadoras, de las que dependen para su expansión.

¿El resultado? Una promesa en el comunicado de que los países que emiten monedas de reserva - refiriéndose principalmente a Estados Unidos - deberían estar atentos contra la volatilidad excesiva y los movimientos desordenados en los tipos de cambio.

"El resultado de la reunión del G-20 claramente muestra progreso en el debate de política de reequilibrio global", dijo Thomas Stolper, estratega jefe de divisas de Goldman Sachs en Londres.

"Al mismo tiempo, esta no es una declaración como la del Plaza, que señale un acuerdo general sobre el rol que las monedas deberán tener en el reequilibrio global", agregó, refiriéndose al Acuerdo Plaza, en el hotel Plaza en Nueva York el año 1985, tomado por Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia y Gran Bretaña para bajar al dólar.

REPRESENTACION Y RESPONSABILIDAD

Chris Turner, jefe de estrategia cambiaria de Banca Comercial de ING en Londres, arguyó que el G-20 superó las expectativas del mercado con la entrega de un conjunto integral de reformas: Washington había prometido no devaluar al dólar a cambio de un acuerdo de las economías de mercado emergente de permitir que sus monedas se aprecien.

Observado a través de ese prisma, un acuerdo sorpresivo de transferir un 6 por ciento del poder de votación en el Fondo Monetario Internacional (FMI) a los países en desarrollo es parte de un gran acuerdo. "Estados Unidos ahora arguye que con una mayor representación viene una gran responsabilidad. De ese modo las naciones de economía emergente deberían dejar que sus monedas se transaran más libremente", dijo Turner en una nota.

Pero en Gyeongju no se sintió el nacimiento de una nueva era en la cooperación global.

El ministro de Finanzas chino, Xie Xuren, exigió que los países ricos implementen políticas responsables; el ministro de Economía alemán, Rainer Bruederle, dijo que el alivio cuantitativo de la Reserva Federal estadounidense era equivalente a manipular el tipo de cambio del dólar.

También hubo una fría recepción para la iniciativa del secretario del Tesoro estadounidense, Timothy Geithner, de limitar los desequilibrios de cuenta corriente a un 4 por ciento del Producto Interno Bruto. India, Rusia, Japón y Alemania, junto con China - el objetivo de la táctica de Geithner - rechazaron la propuesta.

Funcionarios estadounidenses se proclamaron complacidos de que la presentación de la idea de rangos meta para los desequilibrios hubiera cambiado el enfoque del debate desde el acotado teman del tipo de cambio del yuan.

Pero Flaherty no fue el único al decir que no se sentía "exageradamente optimista" de que los líderes del G-20 lograsen un acuerdo sobre metas más específicas en su cumbre del 11 y 12 de noviembre en Seúl.

"Otros países apuntan a que existen circunstancias nacionales muy particulares, por lo que una cifra única aplicada a todos los países podría no ser apropiada", declaró George Osborne, ministro de Finanzas británico.

REUTERS.