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El rector de la Universidad de los Andes, Pablo Navas, y la escritora Carolina Sanín Paz.

Polémica

Crece la indignación con el despido de Carolina Sanín

Decenas de voces se han alzado en redes sociales contra el despido de la profesora y doctora en literatura, quien además es columnista de Arcadia. Aunque por ahora la universidad no ha dado las explicaciones del caso, muchos consideran que se trata de un atentado en contra de la libertad de expresión.

Redacción Arcadia
15 de diciembre de 2016

Esta mañana la Universidad de los Andes le notificó a la profesora y doctora en literatura Carolina Sanín Paz que estaba despedida, según ella, y “que no le renovarían el contrato”, según la universidad. Al parecer, la medida se publicó casi de manera simultánea en los medios y las redes sociales estallaron en un debate que, a esta hora, ha hecho que decenas de escritores y gestores culturales se pronuncien en las redes. Una de las cosas que llama la atención de este desafortunado episodio es que, al parecer, la universidad ya había prolongado hace diez días el contrato de Sanín quien estudió su pregrado en dicha universidad a finales de los años noventa. La profesora había tenido una seria discusión con el rector Pablo Navas después de publicar un post de Facebook en el que se quejaba de la Universidad de los Andes diciendo que no estaba de acuerdo con el hacinamiento de los estudiantes y de programas como Ser Pilo Paga que debían ser para universidades públicas. Después de dicho post, un grupo cerrado de Facebook, conformado por estudiantes universitarios, denominado Los Chompos, creó un meme amenazante y sexista usando una foto de la profesora. Sanín le pidió públicamente apoyo al rector a través de medios en donde se confrontaron las dos voces. Pero eso, al parecer, abrió una discusión al interior de la universidad sobre los límites de llevar las discusiones internas a los medios, y se decidió abrirle un proceso disciplinario que terminó con su despido hoy, 15 de diciembre. Para muchos, triunfó el matoneo. Para otros -y eso está por explicarse-, el proceso disciplinario se abrió hace un año por otros episodios que no se han dado a conocer y el desenlace fue coincidente. 

Sanín, autora de las novelas Todo en otra parte y Los niños, así como de otros libros de ensayos y para niños, es columnista de Arcadia desde 2009. Sus columnas y opiniones han planteado debates que incomodan a algunos y que otros ven como necesarios en un país y una sociedad muy conservadores. La escritora Yolanda Reyes, autora de Que raro que me llame Federico le dijo a esta revista que la libertad de expresión no es condicional ni admite grados: “No hay “un poquito” de libertad de expresión, o “libertad de expresión, pero con respeto. Tenemos la lengua para decir, para pensar, escribir, argumentar y criticar, y cada persona la moldea con su estilo (o sus estilos y sus palabras, sus palabritas o sus palabrotas, y sus voces y sus heterónimos), en circunstancias cambiantes y diversas. Lo que enseña un profesor de lengua y literatura ( y más aun, si es escritor y columnista) es justamente el desarrollo de esa facultad que nos permite pensar, escribir y decir en todos los registros. De ahí que me parezca una lección demoledora para los estudiantes, no solo por lo que significa para la libertad de cátedra, sino porque esta profesora denunció el matoneo del que estaba siendo víctima. Y la expulsaron: a ella, no a quienes la matonearon. Y porque es “toda una institución” la que usa su poder contra el poder (la potencia) que tiene la voz de una maestra”.

Por su parte, la exsecretaria de Cultura de Bogotá, y también escritora, Clarissa Ruiz, publicó en su muro de Facebook un mensaje en ese mismo sentido: “El sectarismo, el oscurantismo, la “regeneración” avanzan en la Academia y ya les toca el turno a los poetas. Igual que siempre en estos últimos años, esgrimiremos los lápices, los argumentos, marcharemos, resistiremos y trataremos de demostrar que la capacidad de poesía, de ser diferentes, es la libertad en la que tenemos que vivir sino no seremos. Que la Universidad de muchos dirigentes demócratas de este país revise su actuación si es digna de ese título”.

El crítico de arte Halim Badawi también ve en el despido una seña de que se está imponiendo un estilo recalcitrante y radical en el país que atenta en contra de la libertad de decir y expresar las ideas de una manera libre: “El despido de Carolina Sanín de la Universidad de Los Andes viene a sumarse a una larga lista de episodios que buscan anular el pensamiento crítico e instalar el silencio, el miedo, el conformismo y la mediocridad. Uno puede estar a favor o en contra de las opiniones de Carolina Sanín, eso es una cosa, pero otra es buscar silenciarla, que una universidad (espacio para el pensamiento disidente y la construcción de conocimiento nuevo) opte por el pensamiento único, alineado, por mantener falsas apariencias”.

El escritor Camilo Hoyos escribió un mensaje a esta revista: “En una de las mejores entrevistas que concedió, David Foster Wallace le dice a Larry McCaffery que uno de sus mejores profesores solía decir que la buena narrativa es la que “relaja al inquieto e inquieta al relajado”. No se refirió precisamente a narrativas moralizantes. La literatura es una manera de aprender a leer el mundo de manera crítica, sobre todo porque nos inquieta de maneras incómodas. Si esto hace la literatura, es natural que los profesores de literatura (o profesores en general) hagan lo mismo: no servirnos de ejemplo o de espejo del mundo, sino de inquietadores naturales, al enseñarnos a ver el mundo que nos rodea de manera crítica. Los mejores profesores de literatura son aquellos que enseñan la descomposición del mundo, o nos enseñan a destacar aquello que lo descompone- como la buena literatura. Nunca los profesores han debido ser los ejemplos morales de la sociedad, ni mucho menos los “empleados del mes” de sus universidades. Deben ser quienes tensan el sentido del mundo para nunca olvidar el sagrado motivo de sus objetivos: fomentar el pensamiento crítico y la tolerancia frente a la diferencia. Carolina Sanín incomoda como figura pública, seguramente incomoda como profesora, y en eso está su virtud: en eso está su valor. Ella simboliza también esa temible verdad de Wilde: si hay algo peor a que hablen mal de uno es que no hablen de uno. Resulta muy desesperanzador para el gremio educativo que luego de los meses de maltrato y bullying virtual el desenlace haya sido despedirla. ¿Cómo explicarán a los faltos de criterio los supuestos motivos? A veces las frases de cajón y los lugares comunes funcionan, y este es uno de esos: quienes más la extrañarán serán sus alumnos. Son ellos quienes pierden, y no precisamente por “haber seguido su mal ejemplo””.

En las redes, tanto en Twitter como en Facebook, las opiniones sobre el caso se han vuelto tendencia. La profesora, en su Facebook se sostuvo en sus reclamos a la universidad diciendo: “En ejercicio de mis derechos constitucionales, reitero aquí lo que antes dije y por lo que me despidieron esta mañana de la Universidad de Los Andes: que en la universidad se da prelación a conseguir un título antes que a la educación, lo que se colige de las condiciones de las becas-préstamos, el exceso de créditos que los estudiantes deben tomar cada semestre, y la ausencia de una educación ética, lo que favorece la aparición de grupos como los de Chompos, más propios de una cárcel que de una universidad; que la universidad hacina estudiantes en clases demasiado numerosas y en edificios atirborrados, lo cual hace difícil la transmisión del conocimiento, y también hace que la universidad se asemeje más a una cárcel que a una universidad; que estoy en desacuerdo con el programa Ser Pilo Paga, por el cual las universidades privadas perciben dinero de todos los colombianos, que deberían estar destinados a la educación pública, que es un derecho de todos (y, nuevamente, no debe estar sujeto a la culminación de un título). La otra manifestación mía que fue causal de despido fue aquel post de Facebook de hace ya tiempo en la que lamentaba que los estudiantes jugaran cartas en el campus y les decía que prefería verlos "amamantando cachorros de plástico o robando billeteras". Este post de Facebook, que era obviamente de cariz jocoso (pues es imposible amamantar cachorros de plástico, entre otras) y estaba en el mismo muro en el que he publicado cosas como que Muhammad Ali resucitó y se presentó a las Olimpiadas de Río, fue considerado como incitación a la violencia y violatorio de la dignidad del estudiante. Reitero entonces, también, mi derecho y el de los estudiantes al arte y a la rebeldía. Y, ahora, sin temor a perder ningún trabajo. Pues Dalia y yo lo que comemos es arroz con lentejas, que es barato”.