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Los primeros 33

La juventud de Cervantes. Una vida en construcción.

María del Rosario Aguilar Perdomo
10 de octubre de 2016

Cervantes ronda por todas partes en este 2016. ¿Pero cuál Cervantes? ¿El mito? ¿El hombre? ¿El personaje? ¿El escritor? Las preguntas pueden parecer inoficiosas. Pero la realidad es que después de 400 años de su muerte, algunos episodios de la vida del más universal de los escritores españoles siguen siendo oscuros. Ni siquiera se tiene certeza de cuál era su apariencia física, pues el retrato que durante muchos años se creyó fiel a su aspecto es falso. Tampoco le faltaba la mano izquierda, aunque sí había perdido su movilidad debido a un arcabuzazo recibido durante la Batalla de Lepanto.

Indagar en las incógnitas que aún persisten y la revisión de los mitos que se han forjado en torno a su figura es la tarea que se ha propuesto José Manuel Lucía Megías, profesor de la Universidad Complutense de Madrid, en el primer tomo de la biografía La juventud de Cervantes, dedicada a los primeros 33 años del escritor (1547-1580). Se trata desentrañar al Cervantes de carne y hueso —de esos huesos que al parecer se encontraron recientemente en el convento de las Trinitarias en Madrid en un episodio sobre el que también reflexiona el libro—, oscurecido muchas veces por la capa con la que el mismo Cervantes quiso cubrirse y por el mito que a lo largo de siglos se ha levantado a su alrededor. 

Para lograr su objetivo, José Manuel Lucía parte de una mirada nueva y audaz en el panorama de las biografías cervantinas. Su trabajo ha implicado bucear en la escasísima documentación conservada, valorar con “pinzas” la información que Cervantes deslizó de sí mismo en sus obras y sumergirse en las semblanzas publicadas desde el siglo XVIII, determinantes en la conformación de una imagen hiperbólica del escritor que no siempre se corresponde con la realidad de ese hombre que un día pensó que América significaba la posibilidad de un nuevo futuro al servicio de la Corona, ya fuera en Guatemala, Cartagena de Indias o La Paz.

Con estas apoyaturas y con la mirada siempre puesta en la realidad histórica del Siglo de Oro y las particularidades de la Monarquía hispánica, en un contexto que ilumina, Lucía Megías va revisando la caracterización del escritor como ingenio lego, su supuesto heroísmo en Lepanto o su estancia en Argel.

Más que un héroe o un mártir del cautiverio, esta primera entrega de la biografía cervantina revela a un hombre, un joven como muchos de la época que se buscaban la vida: primero al servicio de alguna familia nobiliaria en Madrid, luego como soldado cuando se enrola en el ejército español en Nápoles en 1570 y, posteriormente, como funcionario de la Corona. Lucía Megías cuestiona en particular esos años de cautiverio (1575-1580), que marcaron profundamente la vida y la obra del escritor, y plantea la posibilidad de que Cervantes haya sacado provecho de la situación como passeur, es decir, como facilitador de la huida de otros esclavos para obtener beneficios. 

Es, por supuesto, uno de los aspectos más polémicos de un libro —espléndidamente ilustrado— que es un anticipo de otras revelaciones, pero sobre todo de otros cuestionamientos con los que se pretende romper el mito Cervantes y que probablemente harán, como reconoce su autor, que algunos cervantistas dejen de hablarle. 

José Manuel Lucía Megías, Edaf | 304 páginas | $109.000