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Los mitos, las verdades y las estrofas del himno nacional

Respondemos las preguntas enviadas por los lectores respecto a lo que es verdad y lo que no de la música patria. Además, un análisis resumido de todas sus estrofas.

Alexander Klein*
14 de agosto de 2017

El pasado 20 de julio esclarecimos algunos mitos comunes y verdades sorprendentes sobre la Marcha Triunfal, himno nacional de Colombia. Invitamos a nuestros lectores a enviarnos sus inquietudes sobre el tema y ahora compartimos algunas respuestas. Además, ofrecemos un análisis resumido de todas las estrofas para los curiosos.

Para leer la primera parte de este artículo, haga clic aquí.

Pregunta #1: “La melodía del himno no está compuesta para el pueblo sino para tenor o soprano. Esto lo deja en desventaja porque se tiende a desafinar”.

¿Mito o verdad? Mito.

Las pruebas: En realidad, el himno fue escrito por Orestes Sindici para voces blancas, es decir, para que lo cantaran niños con registros vocales agudos similares a los de una soprano o tenor. Esto se ve comprobado por las primeras interpretaciones que se dieron del himno a finales del siglo XIX, cuyos ejecutantes no fueron cantantes profesionales sino miles de niños de las escuelas públicas de Bogotá. En este sentido, es evidente que Oreste Sindici consideró que era más importante que el Himno Nacional fuera cantado por niños que por adultos.

Adicional a esto, hay otros aspectos a considerar. Por ejemplo, el 22 de agosto de 1899 La Revista Ilustrada publicó una versión del himno arreglada por Sindici en la tonalidad de do mayor (la versión original está en mi bemol), un gesto por parte del compositor para facilitar el registro de la melodía. El problema es que cuando Sindici murió en la pobreza en 1904, el gobierno colombiano le prestó muy poca importancia a oficializar el himno y rescatar las distintas partituras que Sindici había preparado antes de su muerte (las cuales incluían distintos arreglos para banda militar y cantantes de otros registros).

Tardó hasta 1920 para que el himno fuera oficializado, y tardó hasta 1946 para que el gobierno presentara las versiones oficiales del himno, las cuales no fueron preparadas por Sindici sino por el músico santandereano José Rozo Contreras, quien decidió retener la tonalidad de mi bemol mayor. Por ende, las versiones que se escuchan hoy en los eventos públicos, incluidos los partidos de fútbol, no son versiones preparadas por Sindici (las cuales se perdieron por indiferencia del gobierno) sino versiones preparadas por Contreras, las cuales definitivamente sí tienden a desafinar.

Pregunta # 2: “¿Es mito o verdad que el himno de Colombia es un himno contra los radicales derrotados en las guerras civiles?”.

¿Mito o verdad? Mito.

Las pruebas: La derrota definitiva de los liberales radicales se dio en la guerra civil de 1885. Antes de esta fecha, en 1880, el propio Sindici había musicalizado la letra de Núñez en una versión preliminar y distinta del himno que posteriormente cayó en el olvido. Fue hasta 2017 que se publicó por primera vez, por la Universidad de Los Andes. Esto es prueba irrefutable de que el interés en musicalizar el texto de Núñez existía años antes de que los liberales radicales fueran vencidos.

Recordemos también que Núñez escribió la letra del himno en el año de 1850 para conmemorar la independencia de Cartagena de Indias, más de tres décadas antes de que se dieran los conflictos bélicos que derrotaron al liberalismo radical en Colombia.

Lo que sí es cierto es que el himno ha sido interpretado a conveniencia según las agendas ideológicas de los gobiernos de turno, lo cual se ha prestado para confusiones respecto a las intenciones originales de sus autores y al significado real de su texto. La frase “cesó la horrible noche”, por ejemplo, cuyo significado real celebra el fin de la colonización española, ha sido utilizada y deformada por décadas para celebrar la caída de gobiernos tanto liberales como conservadores y para celebrar, más recientemente, la firma del acuerdo de paz con las FARC.

Pregunta # 3: “¿Es verdad que Colombia estuvo un siglo sin himno y que en su lugar se interpretaba el bambuco nariñense ‘La Guaneña’?”.

¿Mito o verdad? Mito.

Las pruebas: El bambuco ‘La Guaneña’, cuyos orígenes se remontan a épocas coloniales, se utilizó extensamente en las guerras independentistas, tanto por patriotas como realistas, para inspirar y motivar a los soldados en los distintos campos de batalla. Con los años, el bambuco se convirtió en un himno de guerra no oficial de cientos de campesinos y habitantes de las zonas rurales del país que participaron en otros conflictos bélicos, especialmente en el sur de Colombia. Por este motivo, ‘La Guaneña’ pasó a ser considerado el himno no oficial de la zona que hoy conforma el departamento de Nariño, pero no un himno nacional de todo el país.

En los 77 años que transcurrieron desde el grito de independencia hasta el estreno oficial del Himno Nacional de Sindici y Núñez en 1887, se interpretaron en su lugar muchísimos cantos patrióticos, entre ellos un “Himno del 20 de julio” del compositor holandés Carlos Van Oecken y del escritor Lino de Pombo, un “Himno Nacional Popular” del mismo escritor con música de Oreste Sindici, varios himnos de compositores como Ignacio Figueroa, Julio Quevedo Arvelo y Daniel Figueroa, dos versiones preliminares del “Himno Patriótico” de Núñez musicalizadas por Sindici y el compositor bogotano José María Ponce de León, un “Himno Nacional” de Sindici y Jorge Isaacs y otras canciones de naturaleza similar que pueden rastrearse en la prensa de la época y que nunca fueron acogidas como el futuro canto patrio de Colombia.

Pregunta # 4: “Yo quisiera saber si por casualidad ustedes tienen un resumen explicando tan extenso himno”.

Respuesta: Para la parte musical, se recomienda consultar el tomo de Obras Completas de Oreste Sindici publicado por la Universidad de Los Andes este año. Respecto al texto de Núñez, a continuación ofrecemos un análisis resumido de todas las once estrofas:

Coro

¡Oh gloria inmarcesible!

¡Oh júbilo inmortal!

En surcos de dolores

El bien germina ya

El coro del himno, escrito en 1850 para celebrar la independencia de Cartagena de Indias (1811), celebra la gloria infinita – “inmarcesible” significa “inmarchitable” – que produce el haber vencido y expulsado a los españoles de tierras colombianas. De las huellas de dolor que ha dejado la guerra ahora está brotando el bienestar general.

1ª estrofa

¡Cesó la horrible noche!

La libertad sublime

Derrama las auroras

De su invencible luz.

La humanidad entera,

Que entre cadenas gime,

Comprende las palabras

Del que murió en la cruz.

Se acabó el horror de la colonia española y de las guerras independentistas. La luz eterna de la libertad está cobijando un nuevo territorio independiente, conformado por seres libres. Y la humanidad, que todavía sufre por estar atada en cadenas, comprende que su libertad está en predicar la ley del amor que Jesucristo enseñó desde lo alto de la cruz.

2ª estrofa

“¡Independencia!” grita

El mundo americano.

Se baña en sangre de héroes

La tierra de Colón.

Pero este gran principio:

“El Rey no es soberano”

Resuena, y los que sufren

Bendicen su pasión

Los habitantes de América, tras manifestar su deseo de autonomía frente a España, se bañaron con la sangre de todos los guerreros caídos en las guerras independentistas. El sufrimiento de quienes han muerto y han sido capturados ha sido alabado porque gracias a él, América es independiente. Aquí es necesario aclarar que para Núñez, al igual que para los criollos que llevaron a cabo la iniciativa independentista, América era tierra de los descendientes europeos y no de los aborígenes, gracias a la conquista de Colón. Recordemos que este etnocentrismo perdurará en el país hasta la expedición de la constitución de 1991, primera carta política que reconoció a los aborígenes como ciudadanos de Colombia.

3ª estrofa

Del Orinoco el cauce

Se colma de despojos;

De sangre y llanto un río

Se mira allí correr.

En Bárbula no saben

Las almas ni los ojos

Si admiración o espanto,

Sentir o padecer.

Por cientos de años el yugo de la colonia española reprimió a los habitantes de América y por ese motivo corrieron por el cauce del río Orinoco – símbolo patrio de las tierras sudamericanas – restos mortales, sangre y lágrimas. Bárbula es el nombre de una colina en la que se libró uno de los más encarnizados combates independentistas en 1813, año en que Bolívar sitió a Puerto Cabello y libró una batalla contra las tropas españolas. En Bárbula, según los cronistas, murió el prócer Atanasio Girardot cuando fue alcanzado por una bala realista mientras intentaba fijar la bandera nacional en la altura de la colina conquistada.

4ª estrofa

A orillas del Caribe,

Hambriento un pueblo lucha,

Horrores prefiriendo

A pérfida salud.

¡Oh, sí! de Cartagena

La abnegación es mucha,

Y escombros de la muerte

Desprecia su virtud

Los habitantes de la costa Caribe, en medio de su pobreza, prefirieron la atrocidad del combate independentista a la deslealtad y traición de la corona española. El pacificador Pablo Morillo, sitiando Cartagena de Indias en 1815, ordenó fusilar a todos los combatientes sobrevivientes (por ende, “despreciando su virtud”), entre ellos a los “nueve mártires” del 24 de febrero de 1816.

5ª estrofa

De Boyacá en los campos

El genio de la gloria

Con cada espiga un héroe

Invicto coronó.

Soldados sin coraza

Ganaron la victoria,

Porque el viril aliento

De escudo les sirvió.

Esta estrofa es una oda a todos aquellos combatientes quienes – sin armaduras de hierro y escudados únicamente por su coraje – derrotaron a las tropas españolas en los combates de Paya, Bonsa, Gámeza, el Pantano de Vargas y el Puente de Boyacá.

6ª estrofa

Bolívar cruza el Ande

Que riegan dos océanos

Espadas cual centellas

Fulguran en Junín.

Centauros indomables

Descienden a los Llanos,

Y empieza a presentirse

De la epopeya el fin.

Esta es la gesta más heroica de Simón Bolívar, quien al cruzar con sus ejércitos las alturas de los Andes, llevó la lucha independentista a Venezuela, Ecuador, Perú y Bolivia. El 6 de agosto de 1824, las resplandecientes espadas de los soldados de Bolívar – quienes Núñez asemeja a centauros – le dieron la victoria a los ejércitos independentistas en la pampa de Junín (Perú).

7ª estrofa

La trompa victoriosa

En Ayacucho truena;

Que en cada triunfo crece

Su formidable son.

En su expansivo empuje

La libertad se estrena

Del cielo americano,

Haciendo un pabellón.

A medida que crecen las victorias de los ejércitos independentistas, también crece el sonido de las trompetas de guerra, que a medida que avanzan liberando a la América del Sur, unifican por primera (¿y única?) vez a todo el continente bajo una sola bandera.

8ª estrofa

La virgen sus cabellos

Arranca en agonía,

Y de su amor viuda

Los cuelga del ciprés.

Lamenta su esperanza

Que cubre losa fría,

Pero glorioso orgullo

Circunda su alba tez.

Esta estrofa, sin duda la más peculiar del himno, es una alusión a una antigua costumbre de varias civilizaciones aborígenes de Colombia. La mujer indígena, cuando era soltera y virgen, se dejaba crecer el cabello y solo se lo cortaba cuando se casaba con un hombre. Si su esposo moría, la mujer se rapaba la cabeza como señal de dolor y luto.

El ciprés, por otro lado, es un árbol de hojas verdes oscuras y madera rojiza que desde la antigua Grecia se planta en cementerios por su altura y alta resistencia a los cambios climáticos, características óptimas para preservar las lápidas de los difuntos. Por ende, esta estrofa del himno hace alusión a todas aquellas mujeres que se raparon su cabello como señal de luto por sus esposos caídos en las guerras independentistas, luto que no obstante estuvo acompañado de “glorioso orgullo”.

9ª estrofa

La Patria así se forma

Termópilas brotando;

Constelación de cíclopes

Su noche iluminó.

La flor estremecida

Mortal el viento hallando,

Debajo los laureles

Seguridad buscó.

Aquí Núñez asemeja a los soldados de Bolívar con las tropas que lideraron la batalla de las Termópilas en la antigua Grecia, y con los cíclopes, aquellos seres mitológicos gigantes que solo tenían un ojo en la frente y fabricaban rayos para Júpiter (cuya luz, en el caso de la independencia, iluminó la oscuridad del imperio español).

10ª estrofa

Mas no es completa gloria

Vencer en la batalla,

Que al brazo que combate

Lo anima la verdad.

La independencia sola

El gran clamor no acalla;

Si el sol alumbra a todos

Justicia es libertad.

Esta estrofa – probablemente la mejor del himno – aclara que la verdadera libertad de un pueblo no depende únicamente de las guerras independentistas sino de un sistema sociopolítico (el democrático) que sea verdaderamente incluyente con todos los habitantes de la nueva patria. El sol, por ende, tiene que alumbrar “a todos” y no a unos cuantos.

11ª estrofa

Del hombre los derechos

Nariño predicando,

El alma de la lucha

Profético enseñó.

Ricaurte en San Mateo,

En átomos volando,

“Deber antes que vida”

Con llamas escribió

La última estrofa del himno hace alusión a Antonio Nariño, quien tradujo y enseñó los 17 artículos de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Este documento, propio de la Revolución Francesa (1789), fue la base del programa independentista y le costó a Nariño más de diez años de cárcel y de persecución.

Junto a Nariño, la figura de Antonio Ricaurte es glorificada, quien en 1814 sacrificó su vida cuando prendió fuego y voló la casa de la Hacienda de San Mateo (Venezuela), lugar que estaba siendo invadido por las tropas realistas para apoderarse de las municiones que los patriotas guardaban allí. “Deber antes que vida”, por ende, representa el lema que siguió Ricaurte al sacrificar su vida por el bien de la Independencia (lema que, a su vez, representa para Núñez una de las máximas virtudes de todo ser humano constituido en sociedad).

*Profesor de cátedra de la Universidad de Los Andes. Autor y editor de las Obras Completas de Oreste Sindici.