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'Play', disco de Moby.

Reseña

Moby: cristiano, vegano y abstemio

El músico estadounidense narró su historia en sus propias palabras en 'Porcelain, mis memorias', un libro para disfrutar de su obra y de la escena musical que la rodeó.

José Gandour*
7 de junio de 2017

Esta es la historia de un hombre blanco, heterosexual, flaco hasta los huesos, abstemio, imperdonablemente vegano, cristiano, lamentablemente pobre, que reside en un cuchitril abandonado en un pueblo de Connecticut y que quiere sobrevivir en la movida musical de Nueva York como DJ y productor.

Este hombre, familiar del reconocido escritor estadounidense Herman Melville, se halla en medio de un ambiente dominado por latinos, negros y gays, en el underground cultural de la ciudad que nunca duerme, donde todas las noches explota el deseo de miles de jóvenes de hallar el sonido perfecto para bailar, drogarse, emborracharse y seguir bailando. Hacemos referencia a alguien que, en aquel entonces, apenas podía reunir cinco mil dólares al año para sobrevivir. Diez años después, graba uno de los discos más vendidos de finales del siglo veinte, con más de 20 millones de copias distribuidas y poniendo a sonar cada una de las 18 canciones que integran este álbum en bandas sonoras y piezas publicitarias en todo el planeta.

Este hombre se hace llamar Moby y, luego de varios altibajos artísticos sucedidos durante el periodo de 1988 a 1998, lanza Play, un disco maravilloso que cualquier persona que haya vivido en esos días lo habrá escuchado, por más alejado que haya estado del ambiente musical. Pero, señor lector, no se confunda: Moby presenta su libro Porcelain (Mis memorias) no para dar lecciones de éxito y posicionarse como una versión más del sueño americano.

Este es, más bien, un compendio de historias y reflexiones de un artista que cuenta diez años de su vida para narrar su agridulce crecimiento con una sinceridad abrumadora, que se cruza con leyendas como Madonna, Trent Reznor, David Bowie y muchos otros, al tiempo que convive con travestis, mafiosos italianos, bellas strippers y traficantes de poca monta. Este es un libro bellísimo en su continuidad, en sus impactantes relatos y en el reflejo de la inocencia de un hombre que no tuvo más remedio que escribir todo lo vivido.

*Periodista musical.