“Miguel llevaba un par de años trabajando en este libro —robándole minutos al sueño, a los fines de semana, a las horas de vuelo—, y decidí publicarlo no solo para honrarlo a él, sino porque siento que los colombianos merecen leerlo. Aquí habita el ser humano profundo, íntegro, coherente y luminoso que fue, aquel que, con su presencia, transformaba la vida de quienes tuvimos el privilegio de acompañarlo. Miguel ya no está, pero lo que fue, lo que creyó y lo que defendió —con su vida entera— hacen parte de su legado. Que este libro sirva de inspiración para seguir defendiendo nuestros principios y construyendo esa Colombia que él soñó”.

Página 12, prólogo de María Claudia Tarazona.

Libro 'Mi causa: Colombia', de Miguel Uribe Turbay, de editorial Planeta, y María Claudia Tarazona, viuda del político y quien terminó la obra de su esposo. | Foto: Fotomontaje SEMANA/ Portada del libro de Planeta

“Desde que asesinaron a mi mamá, cuando yo tenía 4 años, hasta hoy —que estoy próximo a cumplir 40, la misma edad que tenía ella cuando la mataron—, su memoria me ha acompañado, guiado e inspirado. Si mi mamá no hubiera tenido ese final, tal vez mi camino habría sido otro. Podría haber sido músico, empresario o algo completamente distinto. Pero su muerte violenta marcó mi vida de una forma particular. En medio del dolor y el duelo, con el paso de los años fui comprendiendo algo profundo: ella no murió buscando su éxito profesional, sino la paz de su país, para el bienestar de sus hijos y de todos los colombianos. Su vida y su sacrificio me enseñaron que el propósito puede surgir del dolor, que la tragedia puede transformarse en servicio y que del recuerdo de aquellos a quienes amamos puede impulsarnos a cambiar la realidad”.

Página 21

“Hoy soy abogado de profesión y político por vocación y decisión. También soy esposo, padre, hijo y hermano. Soy una víctima más del conflicto armado y del narcotráfico en Colombia, con una vida truncada por la violencia. Pero mi mamá murió buscando la paz de Colombia, por el bien de sus compatriotas, de su familia y de nosotros, así que, gracias a su ejemplo, hoy me dedico a construir un mejor país para todos.

Creo que si a alguien le toca arreglar el país es a nosotros mismos, a todos, a mí. Estoy dispuesto a hacer mi parte y asumo el compromiso y el sacrificio que requiere dedicarse a la política en un país como Colombia: con circunstancias difíciles, pero propio, al fin y al cabo, y lleno también de fortalezas y de posibilidades, aunque a veces cueste verlo así. Creo que Colombia tiene futuro, y quiero hacer parte de la construcción de un camino que nos lleve a tiempos mejores”.

Página 29

María Claudia Tarazona y su familia, visitan la tumba de Miguel Uribe Turbay en el Cementerio Central. | Foto: ESTEBAN VEGA LA-ROTTA

“Actualmente, la educación pública en Colombia no es competitiva. Y el resultado de las pruebas PISA de 2022 revela a unos estudiantes cuyo desempeño se encuentra muy por debajo del promedio general de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). En Colombia, es evidente que hay una cantidad de retos históricos en este campo, relacionados con los tres pilares de la educación: la pertinencia, la cobertura y la calidad. La pertinencia tiene que ver con la relevancia de lo que se enseña y lo que se aprende; la cobertura, con el acceso al sistema educativo, y la calidad, con el cumplimiento de los estándares necesarios para una adecuada formación de los niños”.

Página 65

María Claudia Tarazona y su familia, visitan la tumba de Miguel Uribe Turbay en el Cementerio Central. | Foto: ESTEBAN VEGA LA-ROTTA

“Colombia ha sido, a lo largo de su historia, una nación resiliente. En medio de una región marcada por crisis cíclicas, hiperinflaciones y colapsos fiscales, hemos mantenido una estabilidad macroeconómica notable. Y aunque esa estabilidad no ha sido suficiente para superar nuestras desigualdades estructurales, sí ha sido una base sobre la cual podemos construir. Lo sé porque creo profundamente que el crecimiento económico —cuando se da con reglas claras, instituciones sólidas y oportunidades abiertas para todos— es el instrumento más poderoso de transformación social”.

Página 94

“Mirando hacia atrás, creo que aquel escándalo de corrupción fue, para mí, un verdadero incentivo para participar en política, porque me parecía aterrador que se robaran el dinero de la salud y de las obras públicas. Lo sentía como una señal inequívoca de la necesidad de que al escenario político ingresara gente nueva, con vocación de servicio, en lugar de dejarlo en manos de quienes solo buscan hacer negocio y aprovecharse de los recursos públicos. Ahora bien, la corrupción no es exclusiva del sector público, porque para que exista ahí debe haberla también del lado privado. El problema es que cuando ocurre en lo público, la corrupción y el derroche terminan robándole a la inversión social de los colombianos. Y eso siempre me ha parecido gravísimo”.

Página 110

María Claudia Tarazona y su familia, visitan la tumba de Miguel Uribe Turbay en el Cementerio Central. | Foto: ESTEBAN VEGA LA-ROTTA

“Ser candidato a la Alcaldía de Bogotá fue un aprendizaje enorme en todos los sentidos. Entendí que la razón por la que hago política no es alcanzar un éxito personal, sino contribuir a una transformación social en la que creo profundamente. Este convencimiento me lleva a reconocer que esa misión puede estar en mis manos o en las de otro, y si no soy yo, estoy dispuesto a acompañar a quien asuma con decisión ese reto. La política cobra verdadero sentido cuando se ejerce con generosidad y vocación de servicio, no desde la ambición propia. Y eso lo comprendí de manera definitiva durante esta campaña”.

Página 141

“También aprendí que la estigmatización es otra forma de violencia. Decir que quien apoyaba a Uribe era paramilitar, o que quien seguía a Carlos Gaviria era guerrillero le hizo un enorme daño al país. La muerte de mi mamá y las de las demás víctimas cercanas a mi familia me enseñaron que la vida humana no se puede medir según el verdugo: tanto paramilitares como guerrilleros fueron igualmente criminales. Nunca he tenido un doble rasero para juzgar la violencia. Siempre he tenido claro que no se puede equiparar el monopolio legítimo de la fuerza que tiene el Estado con la violencia ejercida por criminales”.

Página 172

“Mi mamá fue una víctima más de la violencia en Colombia, pero yo no seré nunca una víctima de la desesperanza. Su memoria me inspira a trabajar sin descanso para que esa tragedia no se repita en otros hogares. Porque la vida es sagrada, y el deber de todo gobernante es protegerla. Esa es mi convicción y será siempre mi causa”.