“Engañar a un tercero es deshonesto. Engañarse a sí mismo, bordea la estulticia”

Suena duro, pero es una realidad: Cuba vive de la mendicidad… de la limosna que le brindan otras naciones como Rusia, China, Venezuela, México, y en menor grado Colombia. El régimen cubano, encabezado por el remedo de dictador, Miguel Díaz Canel, admitió la grave crisis económica que atraviesa la isla debido a la escasez de alimentos y combustibles. Cuba desde hace 65 años le ha impuesto a la población un sistema económico y social con el que no puede darle a sus ciudadanos ni techo, ni salud, ni educación adecuadas, mucho menos alimentarlos. Una familia promedio en Cuba prepara una sola comida caliente al día. Según reciente estudio de la ONU, “El suministro de alimentos racionados para el grupo de población cuya edad oscila entre los 14 y los 60 años solo cubre el 36% de la ingesta de energía, el 24% de las recomendaciones diarias de proteínas y el 18% de las grasas”. Cuba prácticamente no produce comida y gasta más de 2.000 millones de dólares al año en comprar el 80 % de los comestibles que necesita el país.

Durante muchas décadas, Cuba ha logrado sobreaguar a base del turismo, las remesas, y una cada vez menor exportación de azúcar, tabaco y níquel. El descenso en el turismo es notorio. Aparte de unas lindas playas, es poco lo que el país ofrece: los precios son desorbitados y las visitas de turistas al interior de la isla son desestimuladas no vaya el visitante a darse cuenta de la miseria rampante en todo el país. En realidad lo único que funciona bien en Cuba es la policía, especialmente la encargada de mantener los disidentes a raya. Para los líderes cubanos, con Raúl Castro y Díaz Canel a la cabeza, la prioridad es consolidar políticas cuya falsedad e inoperatividad ha quedado demostrada durante los 65 años que llevan en el poder. El régimen cubano se rehusa a reconocer que lo verdaderamente podrido en la isla es el sistema y que Cuba, de hecho, en una necrópolis ideológica, de acuerdo con la precisa definición del analista Moisés Naím: “La necrofilia es la atracción sexual por cadáveres. La necrofilia ideológica es el amor ciego por ideas muertas. Resulta que esta patología es más común en su vertiente política que en la sexual”.

Para paliar la crisis, al régimen solo se le ocurre lo mismo de siempre: abrir la puerta a la emigración e implorar en los países con líderes izquierdistas más limosna y más dádivas. Todo analista serio acepta que el fracaso de Cuba es mucho más responsabilidad de su gobierno y de sus políticas socialistas que de la política estadounidense. El eurodiputado Hermann Tertsch ha denunciado que el “bloqueo” es mentira, prueba de ello es que ahora el régimen ha autorizado a viajeros la importación de alimentos, productos de aseo y medicamentos sin límites ni pagos de aranceles. “Lo que hay es un país metido en una jaula, una sociedad metida y torturada en una jaula”, afirmó Tertsch.

Es muy poco probable que Cuba, mientras mantenga el régimen socialista, salga del atolladero en que se encuentra. Castro, Díaz Canel y la burocracia del régimen siguen atribuyendo la crisis, sus fracasos y penurias al “bloqueo”. Mientras que los cubanos sigan sin aceptar que el verdadero “bloqueo” es el que ellos mismos han impuesto a la iniciativa individual, al libre mercado, a la propiedad privada, a la innovación, al emprendimiento, a la libertad de expresión, y al modernismo, no habrá la menor posibilidad de superar el aprieto. La verdadera crisis cubana es la crisis de la incompetencia, de engañarse a sí mismos, de la “necrofilia ideológica”.