La entrevista para obtener su primer trabajo en Vogue, en 2011, parecía una escena copiada de El diablo viste a la moda, popular cinta inspirada en la revista y en especial en su editora Anna Wintour, molde de la implacable Miranda Priestly y quien la esperaba para la prueba. Como sucede en el filme con Andrea Sachs, Chloe Malle se presentó con medias veladas negras, prenda que Anna deplora especialmente. Para colmo, llevaba unas botas de gamuza desgastadas y un vestido que ella misma define como “aburrido”, debajo de un blazer gris y blanco. No sería el atuendo esperado en una aspirante a editora social del máximo referente del glamur y la imagen, pero lo cierto es que obtuvo el puesto.
Catorce años después, Malle reemplaza a Wintour en la conducción de la versión estadounidense de Vogue, la principal de las 28 que se publican en el planeta. Su designación despejó la incógnita que rondó por una década: ¿Quién reemplazará a una figura colosal como Wintour, artífice de un imperio editorial en el que ha reinado 37 años como la mujer más poderosa y temida de la moda?
Desde su primer encuentro, Wintour apreció más que todo las dotes de periodista de Chloe. Su relación con el oficio, que opacó el sueño de dedicarse a las letras, comenzó cuando fue editora del periódico de Brown University (de la elitista Ivy League), donde se graduó en literatura comparada y escritura creativa. De redactora de finca raíz del New York Observer pasó a colaboradora freelance de la sección de estilo de The New York Times y Vogue, hasta que esta última la contrató como editora social. “La moda no era uno de mis mayores intereses, (…) pero me sedujo la máquina de Vogue y no me pude resistir”, recordó.
A Wintour también le encantaron sus conexiones en Hollywood y la élite neoyorquina. Es hija de la actriz Candice Bergen, gran belleza del cine de los años sesenta, setenta y ochenta, conocida por la serie Murphy Brown, y su padre fue Louis Malle, gloria del cine francés. En fin, es una orgullosa nepo baby, como se les conoce a las jóvenes personalidades cuyo éxito es atribuible al nepotismo porque sus padres son famosos. Al respecto, declaró: “Me he beneficiado ciento por ciento de los privilegios con los que crecí (…) Pero tengo que decir que eso me ha hecho trabajar mucho más duro. Por años, mi objetivo fue probar que soy más que la hija de Candice Bergen”.
Chloe Françoise Malle nació en 1985 en Nueva York. Desde los 3 años vivió en Los Ángeles con su madre, quien grababa allí Murphy Brown. Louis Malle no las acompañó, sino que volvió a Francia, porque no le gustaba Hollywood, y las visitaba cada dos meses. La distancia entre padre e hija se trocó en estrecha cercanía cuando él fue diagnosticado con linfoma. “Ella supo que lo tenía que cuidar (…) Y lo hizo bella y brillantemente, con coraje y humor”, relató Bergen. Malle murió en 1995 y cinco años después Candice y Chloe regresaron a la Gran Manzana. Allí estudió en la Riverdale High School, donde también fue alumno John F. Kennedy. Semejante background, con el tiempo, le convendría a la periodista para sobresalir en la publicación que cimentó la cultura de las celebridades.
El trajín de cubrir fiestas y bodas varias noches a la semana, escribir perfiles y producir la lista de los mejor vestidos en Vogue, no le quitó tiempo para el amor. En 2015 se casó con el financista Graham McGrathAlbert, quien para horror de Candice, le presentó el anillo de compromiso en un Kleenex. Los elegantes e íntimos festejos para 40 invitados duraron cuatro días en la mansión del siglo XVI que la familia posee en el sur de Francia, la misma en la que sus padres se casaron en 1980. Tienen dos hijos, Louis y Alice.
En 2023 asumió la dirección de Vogue.com, en la que se anotó hits como la portada digital con Lauren Sánchez por su boda con el multimillonario Jeff Bezos. El alboroto fue tal, que hasta suscitó amenazas de muerte a Chloe por parte de quienes creían que la novia no merecía tal honor. A Anne Wintour, en cambio, esa y otras exclusivas de Chloe la convencieron de que era la adecuada para estar al frente de la revista, fundada en 1892. Pondera, además, su “gusto impecable” y su “sensibilidad irónica”, que le infundió a la web esa nueva energía que quiere para la marca, explicó The New York Times. La elección no sorprendió, añadió el diario, pues Anna prefiere a los de su cuerda para los puestos importantes y sabe que ella no opondrá resistencia.
La relajada y carismática Malle, que una vez se paró a bailar con un cantante en medio de un desfile de Tommy Hilfiger, es apta porque la publicación ya no necesita que la oriente un experto en moda, sino alguien que moldee su nueva identidad, idos los días de glamour frío y despiadado que retrata El diablo viste a la moda. Vogue ha perdido mucho de su influencia: los diseñadores no dependen más de su apoyo, pues cualquiera tiene acceso a ellos, gracias a las redes sociales. Refleja aún el espíritu de la época, pero ya no es la vanguardia ni el epicentro de lo novedoso y ha caído en la cultura de masas, señalan los expertos.
En el riesgoso momento que vive la revista en la era digital, Chloe sabe que un editor debe crear buen entretenimiento, dominar las redes sociales, idear fuentes de ingresos y complacer a los anunciantes. Una muestra de lo mucho que el negocio ha cambiado es que su cargo ya no es ‘editora jefe’, sino ‘jefa de contenido editorial’. Wintour, de su lado, no se irá del todo, pues seguirá supervisando a Malle como directora global de Condé Nast.
“Poner un sello propio será lo más importante para el éxito de mi trabajo. Tiene que haber un cambio notable para que esto sea mío”, le dijo Malle al Times, en su oficina decorada con piezas de Lego armadas por su hijo. Para lanzar la nueva era, proyecta un serio viraje en la edición impresa, que ya no debe circular cada mes, cree, sino con menor frecuencia y con ediciones de colección alrededor de temas específicos. No le apunta a una audiencia generalizada, sino de nicho, a través de puntos de vista “originales, ingeniosos, irreverentes y alegres sobre las cosas”. En la web, la consigna será “menos es más”, es decir, no tantas historias de tendencia rápida que saturan los portales en busca de tráfico, sino unas pocas cuyo enfoque atractivo y perdurable cautive a los cibernautas.