Todo parece indicar que en los próximos años Colombia atravesará por una profunda transformación en la educación superior, y no será por un cambio en las políticas educativas del país, sino por las preferencias y expectativas de los jóvenes frente a lo que quieren hacer en el futuro. Según datos del Sistema Nacional de Información de Educación Superior, aunque todavía no hay números negativos globales en cuanto a la cifra de jóvenes matriculados en las instituciones de educación superior, sí comienza a haber en algunas de ellas guarismos en rojo. En el caso de las 74 instituciones públicas que reportaron información en 2022, el 45 por ciento sufrieron una caída en las matrículas, y de las 2.002 instituciones privadas que reportaron información, al 42 por ciento le sucedió lo mismo.

Entre las razones que explican este fenómeno están los costos de las carreras y la imposibilidad de los jóvenes de costear sus gastos mientras estudian. Pero también hay otra variable que comienza a tomar fuerza: los jóvenes ya no quieren durar cuatro o cinco años en una universidad. Ahora aspiran a carreras técnicas más cortas que les proporcione una mayor seguridad laboral en el futuro.

Este, sin embargo, no es el único cambio. Los estudiantes de básica y media están a la expectativa de graduarse de bachilleres con alguna habilidad, por lo general técnica, que signifique un valor agregado para su vida profesional. Según el hermano Ariosto Ardila Silva, rector de la Escuela Tecnológica Instituto Técnico Central, esta es una verdadera transformación que comienza a poner a Colombia a tono con los países europeos, y rompe un estigma alrededor de la educación técnica.

“Históricamente acá se ha pensado que la universidad es superior a la educación técnica y tecnológica. Hay cierto clasismo, por decirlo de alguna manera y eso se ve reflejado en que en países como Alemania la proporción entre la matrícula en institutos técnicos o tecnológicos y la de las universidades es de 70/30, mientras que acá es inversa: 64,1 por ciento para los programas universitarios y 28,2 por ciento para las carreras tecnológicas o técnicas”, precisó Ardila Silva.

Esto también se ve reflejado en la oferta de un aprendizaje técnico en la educación básica y media. Aunque la ley contempla a las escuelas con bachillerato técnico y la educación media técnica, según el documento ‘La encrucijada de la educación en América Latina y el Caribe Informe regional de monitoreo ODS4-Educación 2030′, hecho por la Unesco, el porcentaje de estudiantes de secundaria que asisten a programas de educación vocacional es tan solo del 9,6, muy por debajo de países como México, en donde la cifra ya llega al 28,1 por ciento.

¿Por qué es importante impartir una educación técnica desde la secundaria? El hermano Ariosto Silva afirmó que “la instrucción técnica no es para formar mano de obra barata, sino para desarrollar y descubrir habilidades, capacidades y competencias en los jóvenes para que puedan seguir programas en la línea técnica o tecnológica. Desarrollan unos hábitos y una disciplina de estudio en donde les toca estudiar más. Pongo un ejemplo, un alumno que estudió en la institución y que optó por la medicina y no por una carrera técnica me dijo que haber aprendido a manejar taladros de precisión le había servido para su carrera como cirujano”.

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