En América Latina, el sistema financiero vive una transformación silenciosa. Las plataformas de pago digital dejaron de ser una promesa tecnológica y hoy mueven economías, conectan comunidades y redefinen la manera de usar el dinero. En ese escenario, Bre-b se posiciona como uno de los protagonistas, con un modelo que combina tecnología, cercanía y confianza para abrir el camino hacia una inclusión financiera más real y accesible.

El ecosistema fintech de la región no deja de crecer. Datos del Banco Interamericano de Desarrollo muestran que más del 60 por ciento de estas empresas se enfoca en servicios de pago y financiamiento digital. Bre-b se suma a esta ola ofreciendo una plataforma que permite pagar, transferir, cobrar y administrar dinero desde un celular, sin depender de una cuenta bancaria tradicional. Su modelo apunta a simplificar la relación de los ciudadanos con el dinero digital y gestionarlo de forma rápida y sin obstáculos.

En muchos territorios donde abundan los trámites, faltan bancos y sobran las comisiones, soluciones como Bre-b se vuelven puentes hacia la formalidad económica. Permiten que pequeños comerciantes, emprendedores y trabajadores informales puedan recibir pagos de manera rápida, segura y sin barreras burocráticas.

Los pagos digitales tienen un efecto multiplicador en la economía. Al reducir el uso de efectivo, mejoran la trazabilidad de las transacciones, disminuyen los costos operativos y fortalecen la transparencia fiscal. Para los gobiernos, esto se traduce en mayores ingresos tributarios y una mejor capacidad de planificación económica. Para los ciudadanos, implica más seguridad, comodidad y oportunidades de crédito.

Bre-b ha potenciado este impacto mediante alianzas con comercios, empresas de servicios y plataformas de alto consumo. Su modelo de interoperabilidad permite que bancos, aplicaciones de pago y billeteras digitales se conecten sin fricciones ni costos. Esto genera un entorno más competitivo y eficiente, donde la innovación beneficia directamente al consumidor.

Pese a los avances, la inclusión financiera sigue siendo un reto estructural en América Latina. Según cifras recientes del Banco Mundial, cerca del 40 por ciento de los adultos en la región no posee una cuenta en una institución financiera formal. La brecha se amplía entre las mujeres, los jóvenes y las poblaciones rurales.

Bre-b ha buscado atender precisamente a esos segmentos desatendidos, ofreciendo una alternativa digital que reduce las barreras de entrada al sistema financiero. Su interfaz intuitiva, la ausencia de costos ocultos y la posibilidad de operar desde un dispositivo básico contribuyen a cerrar la brecha de acceso. Así como su apuesta por la educación financiera digital, permitiendo que más usuarios comprendan cómo manejar sus recursos y planificar mejor su economía.

El auge de los pagos digitales también trae desafíos: la ciberseguridad y la infraestructura tecnológica, la regulación y la confianza del usuario son temas centrales. Las autoridades financieras deberán equilibrar la innovación con la protección del consumidor para evitar la concentración del mercado y garantizar que los beneficios tecnológicos lleguen a todos los estratos sociales.

Bre-b enfrenta un escenario de competencia creciente y de oportunidades. Su éxito dependerá de la capacidad para mantener la transparencia, fortalecer la protección de datos y consolidar alianzas que amplíen su alcance regional. En un entorno donde la confianza es el nuevo capital, las empresas que logren combinar innovación con responsabilidad tendrán ventaja.

Más que una tendencia tecnológica, los pagos digitales representan una nueva cultura económica. Están cambiando la forma en que las personas entienden el valor, el ahorro y la participación en la economía formal. En ese sentido, el impacto de Bre-b va más allá de la comodidad transaccional: contribuye a crear un ecosistema más equitativo, donde la tecnología se convierte en herramienta de inclusión y progreso.

El reto para América Latina será consolidar este proceso sin dejar a nadie atrás. Si la innovación mantiene su foco en las personas y no solo en la rentabilidad, los pagos digitales podrán cumplir su promesa de transformar la región en una economía más moderna, transparente e inclusiva.

Verónica Crisafulli es CEO de MO Credit Management