SEMANA: Esta semana, la Asamblea de Naciones Unidas captó la atención del mundo y, como pocas veces en Colombia, por cuenta del discurso de Gustavo Petro. ¿Qué caracterizó esta reunión de 2025?

Andrés Rugeles (A. R.): El debate general en la Asamblea de las Naciones Unidas en Nueva York ocurre en un contexto marcado por fuertes críticas a la organización. Se cuestiona su capacidad de respuesta frente a crisis como la invasión de Rusia a Ucrania, los conflictos en Oriente Medio y África, entre otros.

A ello se suman tensiones en ámbitos clave como el medio ambiente, la salud, el comercio, las migraciones y el desarrollo, que ponen en entredicho la capacidad de la ONU para articular consensos globales.

Estas críticas reflejan, en el fondo, un debate más amplio sobre la vigencia y efectividad del multilateralismo. Estamos entrando, por ende, a un orden global en el que tienden a reforzarse el unilateralismo y la lógica de la fuerza, desafiando los principios de la misma carta fundacional de la ONU y el derecho internacional.

El presidente Gustavo Petro, en la Asamblea General de la ONU, se enfocó en una multiplicidad de temas como narcotráfico, cambio climático, paz, migraciones, entre otros. | Foto: Presidencia

SEMANA: Y el discurso de Gustavo Petro, ¿cómo cree que se leyó en Nueva York?

A. R.: El discurso del presidente Petro en el debate general de la Asamblea en la ONU tiene como marco general la reciente descertificación que recibió de Estados Unidos por la falta de resultados en la lucha contra las drogas. Se enfocó en una multiplicidad de temas como narcotráfico, cambio climático, paz, migraciones, entre otros.

El punto en común fue su tono de confrontación, que generó —nuevamente— más controversias y enfrentamientos innecesarios con el presidente Trump y países clave del mundo. No logró tomar distancia del narcodictador Maduro y su Cartel de los Soles.

En estos momentos se requiere construir puentes antes que destruirlos.

SEMANA: Todo lo que Gustavo Petro dijo en Estados Unidos generó el retiro de su visa. ¿El presidente provocó y deseaba esta decisión?

A. R.: En efecto, no generó ninguna sorpresa. Era previsible ante el llamado a la insubordinación a las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, en medio de un discurso planificado por el presidente Petro en las calles de Nueva York. Reitero: en las calles, y no en las Naciones Unidas.

Fue deliberado en su intento de polarizar y profundizar su grieta personal con el gobierno del presidente Trump. Trata con ello de generar apoyos internos en una causa personal, que no refleja los intereses de toda una nación. Es muy importante separar, a esta altura, los objetivos de una persona a los objetivos de un país.

Presidente Gustavo Petro en la manifestación en Nueva York en contra de Benjamín Netanyahu. | Foto: Presidencia

SEMANA: En el Gobierno hubo funcionarios que dijeron que ellos tampoco querían la visa.

A. R.: Sí. Algunos de los miembros de su gabinete han manifestado su solidaridad con este acto al anunciar que voluntariamente renuncian a sus visas estadounidenses. Recordemos que las sanciones son graduales, primero visas, después activos en el exterior. ¿Estarán también dispuestos a que se les congelen sus activos en el exterior?

La solidaridad no es incondicional. Por ejemplo, algunos países cercanos a Petro en el vecindario tienen una actitud prudente y guardan un silencio sepulcral, todo en el marco de la diplomacia y cuidando sus intereses nacionales en el contexto hemisférico.

SEMANA: ¿Vendrán más revocatorias de visas a otros funcionarios?

A. R.: Esa respuesta solo la tiene el Departamento de Estado. Pero el país debe tener claro, especialmente los funcionarios del Gobierno nacional, que la administración del presidente Trump no permitirá que se interfiera en sus asuntos internos, ni se promuevan autoritarismos ni patrocinen organizaciones narcoterroristas.

SEMANA: ¿Pueden venir más consecuencias?

A. R.: La descertificación con waiver que recibió el gobierno del presidente Petro tiene un elemento clave: se reservó todo un arsenal de herramientas de sanciones que podrían ser utilizadas en el futuro hacia personas o el país.

Como dice el refrán popular: ‘El que juega con fuego, se quema’.

SEMANA: El Consejo de Relaciones Internacionales publicó un comunicado en el que pedía al presidente Petro tomar una “posición firme y distante frente al régimen dictatorial de Maduro”. ¿A qué se refiere?

A. R.: Efectivamente, se hizo un llamado a tomar una posición firme y distante frente al régimen dictatorial del vecino país.

Se observa la consolidación de un matrimonio entre Petro y Maduro, no solo en términos ideológicos, sino también políticos. El mejor ejemplo es la inconsulta zona binacional de Unión, Paz y Desarrollo, que ha creado un gran corredor para el crimen trasnacional entre ambos países y que beneficia a las organizaciones narcoterroristas.

SEMANA: ¿En qué va esa zona binacional?

A. R.: Ha pasado desapercibida en la opinión pública, incluso, la reciente ampliación de esta zona binacional —una suerte de segunda fase— que incluye ahora los departamentos de Vichada y Guainía (Colombia) y Amazonas (Venezuela). Es decir, se le entregó a Maduro nuestra frontera terrestre y defensa de los intereses nacionales. Es un atentado a la soberanía.

Curiosamente, fueron los gobernadores, en compañía del embajador de Colombia en Venezuela, quienes suscribieron esta segunda zona. ¿Acaso no es el presidente de la República el jefe de las relaciones internacionales del país? Aquí existe un doble rasero.

SEMANA: Y la despachada de Gustavo Petro contra el despliegue militar en el Caribe, ¿cree que también es para defender a Maduro?

A. R.: En Nueva York, el presidente Petro, en su discurso ante la Asamblea General, se convirtió en el ventrílocuo de Maduro, al rasgarse las vestiduras en la defensa del régimen y rechazar con vehemencia las operaciones contra el narcotráfico y terrorismo en el Caribe. ¿Por qué su insistencia en este matrimonio? ¿Qué hay detrás de todo esto?

Su posición ocurrió en solitario. El narcodictador Maduro no tiene el consenso y apoyo de la región. Eso quedó en evidencia con el fallido comunicado que se intentó publicar a través de la Celac.

"Colombia no puede ser aliada de un régimen dictatorial que ha usurpado el poder y desconocido los resultados de unas elecciones democráticas", manifestó Rugeles. | Foto: SEMANA

SEMANA: ¿Qué implicaciones tiene esta posición para Colombia?

A. R.: Colombia no puede ser aliada de un régimen dictatorial que ha usurpado el poder y desconocido los resultados de unas elecciones democráticas, viola sistemáticamente los derechos humanos y las libertades, comete crímenes de lesa humanidad, ha destrozado materialmente una nación, se lucra de las economías ilícitas y está bajo la dirección del jefe del Cartel de los Soles.

Este matrimonio debe llegar a su fin. Estamos en orillas distintas en principios, valores e intereses, y nuestro destino no puede ser integrar la listada de las autocracias descertificadas por Estados Unidos y sin visa.

El Gobierno nacional está en la obligación de corregir el camino y redoblar su lucha contra el narcotráfico y las organizaciones como el Cartel de los Soles, el Tren de Aragua y demás amenazas regionales del crimen organizado que ponen en riesgo la paz y seguridad de Colombia y de la región. Está en mora en declarar el Cartel de los Soles como organización terrorista. ¡Mañana es tarde!

El narcoterrorismo es el peor enemigo de la democracia y la paz en Colombia.

SEMANA: Ustedes siempre han sido una voz de profundidad y serenidad en este país, en materia de relaciones internacionales. ¿Qué mensaje quisieran transmitir en este momento?

A. R.: Hoy tenemos un presidente de la República que ha sido descertificado y se le ha cancelado su visa de ingreso a Estados Unidos. La dignidad del cargo se ha perdido. Ha quedado maltrecha de forma voluntaria e irreparable. Hemos retrocedido más de treinta años.

No son hechos menores, los cuales tienen indudablemente un efecto negativo en la imagen y reputación de un país. Lo ocurrido recientemente en Naciones Unidas no tiene precedentes en nuestra diplomacia y corresponde más a la Cuba de Castro, la Nicaragua de Ortega y la Venezuela de Chávez, cuyos resultados todos lo conocemos: pobreza y dictadura.

SEMANA: ¿Qué se puede hacer?

A. R.: Es muy importante el diálogo y la cooperación con nuestros principales aliados a nivel internacional. Se requiere normalizar la reputación de la nación, así como la confianza de inversionistas, visitantes y socios internacionales.

No obstante, todo indica que el Gobierno va en sentido contrario. Pretende utilizar, en plena campaña electoral, la política internacional para fines internos. Se están asumiendo causas externas de otros pueblos como el de Palestina para generar movilización interna y cohesión social, ante la falta de resultados del Gobierno. Es una muestra de oportunismo, más que de solidaridad.

¿Por qué no se actúa con la misma virulencia para respaldar al pueblo ucraniano que ha sido víctima de una feroz invasión por parte de Rusia? El silencio corrobora que estamos frente a dobles estándares y se está actuando bajo principios que se mueven con el aire.

SEMANA: Vienen elecciones, ¿se pondrá todo peor?

A. R.: El llamado es a la despolitización de la política exterior y no utilizarla como un instrumento electoral. Debe cesar de inmediato el “populismo internacional” de este gobierno. En su combinación con un marcado parroquialismo, está causando un enorme daño al país.

Más prudencia, más diálogo y más cooperación en este momento. Pero, ante todo, cabeza fría.

Entre tanto, causa sorpresa que la canciller de Colombia no pronuncie palabra alguna. ¿Será un fantasma más del Palacio de San Carlos?

*Andrés Rugeles es politólogo de la Universidad de los Andes, con maestría en economía política internacional en la London School of Economics y Political Science (LSE). Actualmente es el vicepresidente del Consejo Colombiano de Relaciones Internacionales (CORI). Ha sido embajador y representante alterno de Colombia ante Naciones Unidas en Nueva York y secretario general de CAF – Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe. Es autor del libro América Latina: la visión de sus líderes (Planeta, 2024) y coautor junto con el excanciller Guillermo Fernández de Soto del libro América Latina en el mundo: 21 ideas para la reflexión y acción (Planeta, 2024).