Carlos Alberto Rentería Mantilla, más conocido en el mundo de la mafia como Beto Rentería, fue capturado en el 2010 en Venezuela, cuando las autoridades estadounidenses ofrecían USD $5 millones. Era el capo más buscado en el mundo y rastraerlo fue casi imposible por la gran cantidad de cirugías estéticas que se había practicado. En un operativo, que contó con la participación de la inteligencia británica, las autoridades dieron con su escondite en Caracas. Su extradición a Estados Unidos se hizo directamente desde allá y quedó a disposición de la Corte del Distrito de Columbia que lo requería por conspiración con fines de narcotráfico. Siete años después, Rentería terminó de pagar sus cuentas con la justicia norteamericana y acaba de ser deportado a Colombia. A sus 72 años, fue abordado por agentes del CTI en el aeropuerto El Dorado, de Bogotá, para que responda por una investigación en curso por el delito de lavado de activos. Beto Rentería quedó detenido con fines de indagatoria y fue enviado a la cárcel La Picota de Bogotá. Es señalado de haber auspiciado la creación de sociedades, en asocio con Raúl Alberto Grajales Lemos, para legalizar recursos provenientes del envío de cargamentos de cocaína a Estados Unidos. Grajales Lemos, considerado un heredero del clan Urdinola, fue condenado en Colombia a ocho años de prisión por blanqueo. 

Cuando Grajales Lemos fue capturado en el 2005 se desempeñaba como la cabeza visible del grupo empresarial Grajales, que lideraba la producción de vino en La Unión, al norte del Valle del Cauca. El integrante del clan estaba bajo la lupa de las autoridades por serios cargos de narcotráfico en su contra.  Ahora, con la llegada de su exsocio a Colombia, la Fiscalía cuenta con evidencias para afirmar que durante muchos años, Rentería habría recibido parte de las ganancias producto de la actividad ilegal y en otros casos el dinero habría sido reinvertido. Habría usado como fachada para lavar el dinero proveniente del narcotráfico diferentes empresas: agrícolas, de construcción, inmobiliarias, de consultoría y de servicios. Durante años, y gracias a drásticos cambios en su físico, Beto Rentería logró eludir a las autoridades. Sin embargo, finalmente fue detenido en Caracas, en un momento en que se advirtió la fuga de capos hacia el país vecino aprovechando la pelea entre Venezuela y Estados Unidos, y las complejas relaciones de Colombia con el vecino país.