María Alejandra Benavides, la exasesora del emproblemado exministro de Hacienda Ricardo Bonilla, le contó a la Corte Suprema de Justicia cómo resultaba un privilegio para los congresistas estar en la Comisión de Crédito Público, se convertía en un tiquete con beneficios particulares y acceso directo a la chequera de la nación. “Motivación para ser miembros de la comisión”, planteó Benavides a lo largo de su declaración.
En el contrainterrogatorio, Benavides reveló la necesidad que expresaban los representantes de llegar a la Comisión, como una forma de garantizar un boleto de entrada al Ministerio de Hacienda.
Se trataba de lograr un despacho en lo que la exasesora de Bonilla llamó “el mapa del ministro”, un reducido grupo de congresistas que tenían línea directa en la cartera del Estado.
Y es que ante la entrega de multimillonarios contratos a cambio de votos, lo más importante era estar cerca del dueño de la chequera del Gobierno, que era el ministro Bonilla. Esta es la fórmula detrás del escándalo de la UNGRD: apoyo por contratos.
Los congresistas del “mapa del ministro”, quienes tenían fácil acceso a la mermelada, son justamente los que ahora están siendo procesados en la Corte por el saqueo a Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD): Wadith Manzur, Karen Manrique, Liliana Bitar, Juan Pablo Gallo, Julián Peinado y Juan Diego Muñoz.
Un elenco de “favoritos” para Bonilla, también en líos judiciales, pendiente de una imputación de cargos que está anunciada hace meses, pero en la cual la Fiscalía, pese al arsenal de pruebas, no ha avanzado.
“Cuando ella me mencionó lo político (Andrea Ramírez), entendí que la necesidad de atender a los miembros de las comisiones económicas y la comisión interparlamentaria de crédito público se daba en pro de garantizar la gobernabilidad del Ministerio de Hacienda frente a las iniciativas que tenía en el Congreso”, explicó Benavides en su declaración.
La exasesora, con un principio de oportunidad en la Fiscalía que le garantizó inmunidad total y, de paso, la convirtió en la principal testigo contra su exjefe Bonilla, aseguró que en su experiencia en el ministerio, de varios años, logró identificar las dinámicas y la forma como se tejen las relaciones entre el Gobierno y el Congreso, especialmente cuando se discute presupuesto o se busca la aprobación de los créditos internacionales para la nación.
“En el tiempo que yo estuve en el Ministerio de Hacienda, no solo como asesora, también cuando tuve los tres contratos de prestación de servicios, vi la cantidad de solicitudes que hacían de citas con el ministro de Hacienda de turno, porque en ese momento la oficina llevaba un registro de esto”, señaló la exasesora, poniendo sobre la mesa lo difícil que era llegar a un encuentro con Bonilla.
“Recuerdo que había congresistas que esperaban citas por meses, algunos llegaron a durar hasta un año esperando la cita. Sin embargo, a los miembros de las comisiones terceras y específicamente a los miembros de la interparlamentaria de crédito público, sus citas salían mucho más rápido”, dijo Benavides.
La exasesora incluso advirtió cómo otros congresistas de comisiones distintas hacían fila en MinHacienda y, aunque fueran parlamentarios de la bancada de Gobierno, se quedaban esperando la cita. En los pasillos del Congreso se hablaba de la importancia de integrar esta Comisión.
“Esto cambió cuando ingresaron las curules de paz, porque se abrieron dos espacios de la paz para la Comisión Tercera de Cámara. Pero al ser tan pequeña, sonó en el ambiente de los pasillos del Congreso, no puedo decir específicamente de quién, que era un cargo deseado”, señaló Benavides.
Para la Fiscalía, la declaración de Benavides resultó tan determinante que es, hasta el momento, a la única que le ofrecieron un principio de oportunidad con inmunidad total, según lo dicho por la misma exasesora en sus declaraciones ante la Corte Suprema de Justicia. Los más preocupados con su testimonio seguramente serán el exministro Ricardo Bonilla y sus “favoritos”.