Nadie en el país se imaginó que la historia del milagro en la selva, con los niños indígenas que sobrevivieron más de un mes perdidos en el Guaviare, terminaría con un aberrante capítulo de abuso sexual y que dejó como víctima a la hermana mayor de los niños, encargada de mantenerlos con vida. Su padrastro, Manuel Ranoque, que participó en las labores de búsqueda, fue capturado por violación.
La Fiscalía recibió las denuncias, solicitó la captura y lo judicializó. Ahora los fiscales a cargo presentaron el escrito de acusación y los detalles de los abusos, condensados en el documento, resultaron aberrantes. Un relato triste y brutal de cómo la niña, que se convirtió en héroe meses antes, padecía la violencia sexual a cargo de quien se supone debía cuidarla.
La acusación de la Fiscalía es descarnada y advierte las circunstancias, los momentos y las aberraciones que padeció la menor cuando estaba al cuidado de su padrastro, de acuerdo con los fiscales, el señor Manuel Ranoque. Los abusos ocurrieron, según el documento, en la casa que tenían por habitación, en el departamento de Caquetá, cuando la mamá salía a trabajar.
“Quien aprovechó los momentos en que se encontraba a solas con la menor, cuando su madre realizaba labores en la chagra y los otros menores no se encontraban en la vivienda, para realizar actos sexuales abusivos y diversos del acceso carnal, consistentes en el tocamiento de los senos de la menor, en chuparle los senos y apretárselos, tocamientos en la vagina por debajo de la ropa, adicionalmente, le indicaba a la menor que le diera besos”, señaló la Fiscalía en la acusación.
El hombre, de acuerdo con la investigación, abusaba de la niña mientras le decía que, cuando ella creciera, se iban a casar; luego, conforme la niña creció, la aberrante promesa de matrimonio se convirtió en una amenaza de muerte y una profunda agresividad en los abusos. Ranoque golpeaba a la niña para completar su crimen.
“Aprovecha para tomar con fuerza a la menor, le baja los pantalones y ropa interior, él también se baja sus pantalones y ropa interior, procede a tomar con fuerza de la cintura a la menor, y la accede carnalmente, introduciéndole su miembro viril en la cavidad vaginal de la menor; indicándole que no podía decirle algo a la mamá porque la mataría. Este preciso hecho se presentó en aproximadamente diez oportunidades”, señala la investigación de la Fiscalía.
Los abusos fueron constantes en los años en que Ranoque compartió vivienda con la madre de la menor. Pero fue curiosamente la tragedia que vivieron los niños, cuando la avioneta en la que se desplazaban terminó clavada en la selva, lo que terminó el calvario de la niña. El milagro en la selva destapó el horror de la menor al lado de su padrastro.
“Quien contaba con 12 a 13 años de edad para ese momento, se quedaba sola con él en la vivienda, ya que este le indicaba a sus hermanos que salieran, procedió a tomarla y tirarla con fuerza a la cama, le quitaba su ropa, la ponía boca arriba, le tocaba las piernas, y la accede carnalmente, introduciéndole su miembro viril en la cavidad vaginal de la menor, y también, en al menos tres oportunidades, le introdujo su pene en la cavidad anal de la menor”, señala el documento de la Fiscalía.
Cuando la niña trató de contarle a un familiar la barbarie que estaba viviendo con su padrastro, el hombre la amenazó con un machete y contado por la propia niña, en las entrevistas que se realizaron con expertos de la Fiscalía y el ICBF, el hombre le dijo que “si seguía contando estos hechos, la mataría y la daría de comer a los chulos”.
Con las declaraciones, las entrevistas a la víctima y las advertencias de algunos familiares, la Fiscalía espera conseguir una condena en contra de Manuel Ranoque, el hombre que en un par de semanas pasó de ser un abnegado padre, preocupado por los niños perdidos en la selva, a convertirse en el presunto responsable de una aberrante historia de abuso.