La historia reciente de Bogotá ha sido la de una ciudad acechada por los grupos armados que han venido presionando los límites de la capital para colarse por las goteras y poder conquistar el corredor más importante para el tráfico de drogas, personas y armas que existe en el centro del país.

Explosión CAI Ciudad Bolívar, en el sur de Bogotá. | Foto: Mebog

Aunque las diferentes administraciones distritales han negado por años la presencia de grupos armados dentro de Bogotá, lo cierto es que hay puntadas que muy acertadamente ha dado la inteligencia de la Policía Metropolitana de Bogotá, las cuales acrecientan la posibilidad de que tales grupos estén esperando para desenhebrar una tragedia en la ciudad.

La historia oficial de lo ocurrido durante las últimas semanas suele resumirse en una frase: “Capturados por terrorismo”. Pero detrás de esas palabras hay meses de rastreo, identidades en fuga, intentos fallidos de atentados y la persistencia de grupos armados que intentan mover fichas en Bogotá.

¿El ELN está en Bogotá? | Foto: SEMANA

Los tres capturados que presentó la Policía Metropolitana en las últimas semanas son un retrato de ese mapa criminal que se estaría rehaciendo en silencio.

El primer hilo se tensó en junio pasado, cuando un artefacto explotó dentro de un pequeño establecimiento comercial en Ciudad Bolívar. No fue un ataque. Fue un error: la explosivista que lo cargaba dejó caer el bolso y el dispositivo estalló por acumulación de gases.

Hay varios capturados por terrorismo. | Foto: Policía Metropolitana de Bogotá

La Policía la capturó de inmediato. Esa escena accidental abrió una ruta investigativa que conduciría, cuatro meses después, a Villa Garzón, Putumayo.

Allí cayeron alias el Flaco y alias Alexandra. Los investigadores sostienen que ambos hacían parte de una estructura residual del antiguo bloque Jorge Briceño Suárez, y que estaban detrás del plan para atacar el CAI Lucero el 22 de junio. La explosivista había sido reclutada por el Flaco, un viejo conocido de la Fuerza Pública.

Los capturados estaban involucrados en otros atendados en el país. | Foto: Policía Metropolitana de Bogotá

Su nombre ya aparecía en otro expediente: en 2022, señalan los informes, habría detonado un motocarguero contra el batallón Pantano de Vargas, en Granada, Meta.

Ese hecho dejó dos muertos y lo llevó a prisión. Pero el 28 de julio de 2024 escapó de La Picota. Desde entonces vivía entre sombras, moviéndose entre contactos y refugios, hasta que en febrero de este año habría recibido la instrucción de preparar un ataque en Bogotá.

La investigación muestra que el Flaco no trabajó solo. El 21 de junio, un día antes del fallido atentado, se reunió con dos mujeres para vigilar el CAI y ajustar detalles. La explosivista cayó esa misma noche. Él alcanzó a escapar. La búsqueda avanzó en paralelo a los análisis de cámaras, interceptaciones y seguimientos en campo, hasta que los investigadores lograron ubicarlo en Putumayo junto a Alexandra.

Capturado alias el Flaco: cabecilla de la red de apoyo al terrorismo del cartel del ELN. | Foto: Ministerio de Defensa

Los dos fueron capturados el 26 de octubre. En audiencia, el Flaco aceptó los cargos de terrorismo, daño en bien ajeno y porte de armas y munición de uso privativo; además, tenía vigente una circular naranja por fuga de presos.

El segundo caso pertenece a otra historia, más antigua pero igual de pesada. En Isnos, Huila, fue capturado alias Pedro Pablo o Junior, un hombre que habría sido pieza de apoyo en el atentado contra la Escuela General Francisco José de Paula Santander, en 2019, en que murieron 22 cadetes.

De acuerdo con la investigación, él habría realizado labores de inteligencia criminal en las zonas cercanas a la Escuela antes del ataque.

La alcaldía está al tanto de los movimientos de los grupos ilegales en la ciudad. | Foto: Policía Metropolitana de Bogotá

Su trayectoria, según los informes, lo ubica en el Frente de Guerra Oriental del ELN y luego en el Frente Urbano Compañero Diego. También tiene antecedentes por rebelión y extorsión en Arauca en 2021. Su captura era un objetivo pendiente y se concretó por orden judicial.

Los tres detenidos ya están en manos de autoridades judiciales. Aunque pertenecen a expedientes distintos, los investigadores los leen como señales de un mismo fenómeno. La persistencia de estructuras que intentan recuperar capacidad operativa en zonas específicas de Bogotá y su periferia.