Desde que se descubrió el tercer objeto interestelar 3I/ATLAS en julio de 2025, los estudios para comprender su naturaleza no han parado. Cada vez surgen más teorías, en gran parte por el misterio que lo rodea: sus características no encajan del todo con las de un cometa natural. Aun así, la NASA no dudó en clasificarlo como tal, mientras que otros expertos —entre ellos Avi Loeb— sostienen que podría haber algo más detrás de su comportamiento.
Durante estos meses, Loeb ha sido uno de los científicos que más de cerca ha seguido al cuerpo celeste. El astrofísico, conocido por su interés en la vida extraterrestre, ha señalado varias anomalías que, según él, no descartan la posibilidad de que 3I/ATLAS sea un objeto de origen inteligente. Sus afirmaciones han avivado el debate entre la comunidad científica y los usuarios en redes sociales.
Gran parte de sus reflexiones e hipótesis las publica en su blog de Medium, donde prácticamente ha centrado toda su atención en este tema. Recientemente, compartió un artículo titulado “¿La anticola solar de 3I/ATLAS está compuesta por un enjambre de objetos?”.
En noviembre de 2025, imágenes captadas después del perihelio mostraron que 3I/ATLAS presentaba una coma con forma de lágrima, extendida casi un minuto de arco en dirección al Sol. En esos mismos días, el sistema JPL Horizons registró una aceleración no gravitacional en su movimiento: extremadamente pequeña, pero medible, equivalente apenas al 0,0002 de la aceleración ejercida por la gravedad solar.
Como esa fuerza adicional también disminuye con el cuadrado de la distancia al Sol —al igual que la gravedad—, la relación entre ambas se mantiene estable a lo largo de su recorrido. El efecto más notable apunta en sentido contrario al Sol, lo que implica que, en términos simples, 3I/ATLAS se comporta como si orbitara alrededor de un Sol con una masa ligeramente menor.
“Si 3I/ATLAS está rodeado por un enjambre de objetos que no comparten su aceleración no gravitacional, entonces estos objetos tenderán a estar más cerca del Sol en relación con 3I/ATLAS, porque 3I/ATLAS es empujado lejos del Sol en relación con los objetos a través de su aceleración no gravitacional”, explica Loeb.
De esta forma, la trayectoria del objeto presenta una energía gravitacional ligeramente distinta, pues percibe una masa efectiva del Sol un poco menor. Si otros fragmentos partieran desde la misma posición y velocidad, tendrían un pequeño excedente de energía, pero podrían mantenerse siguiendo a 3I/ATLAS siempre que estuvieran apenas más cerca del Sol.
A su distancia actual —unos 270 millones de kilómetros— esa diferencia correspondería a unos 54.000 km, lo que equivale a una separación angular de 0,7 minutos de arco, similar a la elongación observada en su coma con forma de lágrima.
Mientras no experimenten aceleraciones adicionales por pérdida de masa, estos objetos conservarían una alineación tipo anticola, apuntando hacia el Sol y reencontrándose con 3I/ATLAS en el perihelio.