Comer es una necesidad para el ser humano, pues nadie puede sobrevivir sin hacerlo, al menos unas pocas porciones en días evitarán que alguien muera. Pero si se tiene una alimentación continua se puede tener una vida común.

Comer bien “ayuda al normal crecimiento y desarrollo del organismo, a la reproducción y permite el adecuado funcionamiento del sistema inmune. Sirve para prevenir infecciones y para mantener sana la piel, los ojos y la visión, las vellosidades del intestino y los pulmones”, indica la FAO, por sus siglas en inglés (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, en español).

Si esta incluye una dieta balanceada, se podrá tener una vida saludable, pues se cubrirán las necesidades nutricionales que incluyen “la cantidad de proteína, la cantidad de hierro, la cantidad de grasa y la cantidad de ácidos grasos esenciales que un ser humano necesita”, de acuerdo con el doctor, Luis Miguel Becerra, nutricionista clínico.

El consumo de frutas es fundamental en una dieta saludable. | Foto: Getty Images

Por su parte, Luz Ángela Abello Sánchez, nutricionista y dietista de la Pontificia Universidad Javeriana, explicó a SEMANA que “para realizar una dieta es necesario conocer los antecedentes personales y familiares, además de sus medidas actuales de peso, talla y porcentaje de distribución de grasa/músculo de la persona en cuestión. Porque no es lo mismo bajar entre cinco y 10 kilos, que más de 20 kilos. Y tampoco es lo mismo si la persona es joven o es un adulto mayor”.

La avena es un gran alimento para reducir algunas tallas. | Foto: GettyImages

Para que una dieta o un plan alimentario funcione, “no se debe pensar solo en lo rápido que se perderá de peso, sino en los beneficios futuros de salud. Pero esto no pasará si no se empiezan a hacer pequeños cambios, y graduales, en nuestros hábitos alimenticios, para que nuestro organismo los vaya asimilando y se vaya acostumbrando; cuando el cuerpo no está preparado para una restricción calórica fuerte reaccionará con dolor de cabeza, mareos y náuseas, entre otros síntomas, por lo tanto nos generará estrés, frustración y no se logrará el objetivo”.

La nutricionista recomienda que la dieta se haga personalizada. | Foto: GettyImages

Dicho esto, no es secreto que la velocidad en la que se consumen los alimentos influye, sea positiva o negativamente, en la forma en la que se absorben y nutren los alimentos al cuerpo.

Así las cosas, un estudio de la Asociación de Cardiología estadounidense reveló que “ingerir alimentos lentamente previene, sobre todo, el riesgo de padecer obesidad y además nos expone mucho más a contraer enfermedades como la diabetes, el colesterol, la hipertensión u otras enfermedades cardiovasculares”, informa Cope.

Ello, porque al comer despacio se ingieren menos calorías y cuando estas lleguen al estómago habrá una sensación de saciedad, lo que ayudará a bajar de peso.

“Comer y masticar despacio nos ayudará también a eliminar, antes de tragar, las bacterias que contengan algunos alimentos. Por el contrario, si comemos rápido, esas bacterias pueden acceder a nuestro organismo, provocando más dolores estomacales y otros síntomas derivados, como la diarrea”, registra Cope.

Consumir alimentos ricos en vitaminas y minerales, hará una salud de hierro.

Y como si fuera poco, comer despacio “aparte de evitar la acumulación de gases, estaremos evitando posibles dolores de estómago provocados por la rápida ingesta. Es importante masticar bien y lentamente lo que comemos para evitar atragantamientos, pero también para prevenir ante la acidez. Se recomienda masticar entre 30 y 40 veces, por alimento ingerido”.

Y si a esto se suma la práctica de la actividad física, las enfermedades estarán muy lejos de una persona que se alimenta bien, se ejercita y toma espacio necesario para descansar.