Por medio de la alimentación, los seres humanos obtienen la mayoría de los nutrientes que necesitan para su correcto funcionamiento, tales como las vitaminas, minerales, proteínas, carbohidratos, grasas y agua.

Es por ello que los profesionales de la salud insisten en que la mejor medida de prevención para el desarrollo de enfermedades y propiciar el bienestar es contar con una dieta balanceada que contenga una variedad de grupos alimenticios, como frutas, verduras, proteínas, entre otros.

Pero no solo es importante contar con estos ingredientes en la alimentación, sino que también influye significativamente la manera en que se preparen las comidas. Basta referir un ejemplo: no es lo mismo comer un banano como parte de un plato de frutas en el desayuno que incluido en un postre de helado.

Un factor que incide en las propiedades de las verduras, por otra parte, es la cocción. Mientras que algunos vegetales conservan, inclusive aumentan, sus cualidades a medida que se cocinan, otras tienden a perder parte de su valor nutricional con el calor, por lo que es preferible comerlas crudas.

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¿Cuáles son las verduras que es mejor comer crudas?

Es debido aclarar que no todas las verduras y frutas se pueden comer crudas, puesto que contienen ciertos compuestos que pueden resultar nocivos para el organismo, dificultando la digestión o generando otros malestares estomacales.

Las berenjenas y las papas son parte de ese grupo de alimentos que se sugieren cocinar. Al igual que la zanahoria, los tomates y los espárragos, con la diferencia de que estos últimos tienen más beneficios cocidos porque se exaltan sus nutrientes, no porque generen -necesariamente- una molestia si se consumen en su estado natural.

Ahora bien, con relación a los ingredientes que se pueden agregar crudos en las preparaciones, el portal Cuerpo Mente indica que las verduras o vegetales de hoja verde sobresalen por su composición nutricional, aprovechables tanto si se cocinan como si se comen tal cual.

Entre estos se listan las distintas variedades de lechiga, tradicionalmente utilizada en la preparación de ensaladas, junto a otras verduras y frutas. Uno de los tipos más conocidos de este vegetal es la lechuga iceberg, que se encuentra en las tiendas y supermercados de cadena.

Esta se caracteriza por ser la más simple de las lechugas, si se compara con la crespa o la trocadero, lo que no significa que sea menos idónea para integrarla en las preparaciones. Generalmente, se consume cruda, pero también se puede cocinar.

De acuerdo en el portal Cuerpo Mente, una manera de resaltar el sabor de esta lechuga es acompañándola de salsas asiáticas, como la de soja.

Otra de las verduras que se pueden añadir crudas a las comidas es el apio, famoso por sus diversos beneficios para la salud, tanto con fines medicinales como estéticos. Según la Fundación Española de la Nutrición, la principal característica del apio es que es un alimento refrescante, gracias a una composición rica en agua y sales minerales. Además, contiene otros nutrientes esenciales como el potasio y flavonoides.

Frecuentemente, se emplea esta verdura en preparaciones como guisos, sopas y ensaladas, bien sea cocida o cruda.

El brócoli y la coliflor, primos de la familia de las brasicáceas, son verduras que se pueden utilizar crudas en las recetas, aunque no tengan muchos adeptos. “La coliflor cruda no huele como cocinada, de hecho tiene muy poco olor y sabor, con notas frescas y verdes. Es muy crujiente y agradable. Antes de usarla solo tienes que separar los floretes que quieras usar y lavarlos bien”, indica la organización Gastronomía Vegana en su portal.

Pero, además, detallan que la coliflor se puede agregar en ensaladas, acompañadas de salsas y vinagretas.

Por su parte, el brócoli se puede cocinar por dos o tres minutos en agua o al vapor, si bien no es crudo por completo, requiere mínima cocción. De esta manera se conservan mejor sus nutrientes y se puede añadir como acompañante en las comidas.