Los parásitos son organismos que viven en un organismo huésped y se alimentan del mismo. Si no se tratan y se eliminan pueden provocar enfermedades a las que se les debe prestar atención.

La Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos explica que los parásitos se pueden contraer por medio de los alimentos o el agua contaminada, la picadura de un insecto o por contacto sexual. Dependiendo del tipo de microorganismos que habiten en el cuerpo pueden ser tratados para eliminarlos.

Los parásitos varían en tamaño y van desde muy pequeños, que son organismos unicelulares llamados protozoarios, hasta gusanos, que pueden observarse a simple vista. Una de las mejores formas de evitar que estos organismos habiten en el cuerpo humano es con la prevención. Por ejemplo, asegurándose de consumir agua que no esté contaminada, que es una de las principales causas de la formación de parásitos.

Los parásitos pueden generar dolor en el estómago. | Foto: Getty Images

Si bien existen algunos tratamientos que son indicados para hacerle frente a este tipo de infecciones, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), de Estados Unidos, no hay vacunas para las enfermedades parasitarias.

Algunos parásitos no generan síntomas y es posible que las personas no sepan que los tienen. En general, cuando hay presencia de parásitos en el organismo se puede registrar diarrea y otros problemas gastrointestinales.

Clases de parásitos

De acuerdo con los especialistas existen principalmente tres clases de parásitos que pueden causar enfermedades en los seres humanos: protozoos, helmintos y ectoparásitos. Los dos primeros afectan principalmente al intestino, mientras que los ectoparásitos abarcan organismos como los piojos y los ácaros, que pueden adherirse a la piel o escarbar en ella y permanecer allí durante largos períodos.

Si bien la mayoría de los protozoos y los helmintos suelen ser no patógenos; es decir, que no causan enfermedad o si las generan son leves, lo cierto es que hay algunos que sí pueden producir padecimientos graves en los seres humanos.

La transmisión por la ruta fecal oral, que se presenta cuando los parásitos que se hallan en las heces de una persona terminan siendo ingeridos por otra, es la forma más común de transmisión de parásitos protozoos y helmintos.

Dentro de los parásitos intestinales más comunes están los oxiuros y giardias. Los primeros tienen una apariencia delgada y de color blanco y usualmente pueden medir entre 6 a 13 milímetros de largo. En el primer caso, los parásitos hembra ponen miles de huevos en el ano de la persona infectada. Esta infección se observa con mayor frecuencia en niños de edad escolar y puede ser transmitida de un menor a otro.

Los parásitos en el estómago pueden generarse por la ingesta de agua contaminada. | Foto: Archivo Semana

Estos parásitos pueden transmitirse de forma indirecta. Los huevos del parásito pueden estar en los juguetes, la ropa, las sábanas o el asiento del baño. La presencia de estos organismos puede producir picazón de la zona anal o vaginal, insomnio, irritabilidad, rechinado de dientes y agitación y dolor de estómago y náuseas ocasionales, según el instituto de investigación Mayo Clinic.

Por su parte, el parásito de la giardiasis se contrae por el agua contaminada. Aquellas personas que consumen agua que no ha sido tratada tienen un mayor riesgo de exponerse a la enfermedad. Los niños suelen ser los principales afectados. En este caso se puede presentar diarrea acuosa, cansancio, dolor estomacal, hinchazón, heces blandas, pérdida de peso y náuseas.

Normalmente los síntomas aparecen dos semanas después del contagio. Si el paciente necesita tratamiento los síntomas pueden mejorar luego de seis semanas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que se someta a tratamiento médico periódico (desparasitación) a todas las personas en riesgo que viven en zonas endémicas, por ejemplo, aunque esto no siempre es fácil de llevar a cabo y normalmente son los niños los más sensibles a ser atacados por los parásitos.