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Claudia Hakim, con la sala renovada al fondo. Foto: León Darío Peláez.

Entrevista

“Se siente como un nuevo MAMBO”

Después de permanecer cerrado durante dos meses, el Museo de Arte Moderno de Bogotá inauguró una muestra el sábado 25 de febrero con el primer piso completamente renovado. Al año de que Claudia Hakim asumiera la dirección de la institución, nos sentamos a hablar con ella.

Christopher Tibble
28 de febrero de 2017

Una palabra: luz. Con ella basta para definir hoy al Museo de Arte Moderno de Bogotá, cuyo primer piso acaba de sufrir una renovación tan necesaria como sorprendente. El MAMBO, dirigido desde hace un año por la artista Claudia Hakim, cerró sus puertas en diciembre del año pasado y, discretamente, se puso manos a la obra para cambiar la cara de la institución cultural, que se fundó en 1953 y que durante 47 años, de 1969 a 2016, estuvo bajo la dirección de Gloria Zea. La remodelación, que se dio después de analizar los planos originales del arquitecto Rogelio Salmona, consistió en eliminar una serie de muros, quitarle las rejas a las ventanas y así unir el espacio de la tienda al resto del salón. El resultado descresta: al pasar por la puerta de la nueva entrada del museo (la vieja será ahora la de salida), el visitante tendrá al frente una sala de acceso inundada en luz, con vista a los cerros orientales y con televisores anunciando las nuevas muestras.

El MAMBO presentó su remodelación al público durante la inauguración de su más reciente exposición, ‘De la línea al espacio’, curada por Eduardo Serrano y con obras de Jim Amaral, Olga de Amaral y Ricardo Cárdenas. El evento, al que asistieron alrededor de 1.200 personas, no solo inicia el ciclo de exposiciones de este año, sino que, de alguna manera, inaugura de manera concreta el periodo como directora de Hakim, con quien nos sentamos para hablar sobre el presente y el futuro de la institución cultural.

El 10 de marzo del año pasado usted llegó a la dirección del MAMBO. ¿Cómo siente que le ha ido en estos 12 meses?

La verdad es que soy una persona muy acelerada y desde que llegué quise que todo sucediera muy rápido. Creo que hicimos lo que más pudimos. La parte administrativa había que organizarla bastante, renovamos el equipo, abrimos departamentos como el de educación, volvimos a retomar el área comercial fuertemente, así como la parte de diseño y comunicaciones. Después lo que hicimos fue hacer un presupuesto y estamos trabajando para hacer una planeación estratégica a 5 o 10 años. La idea ahora es ver cómo volverlo más sostenible, si bien no autosostenible. También organizamos la parte estética interna del museo, hicimos limpieza, cambiamos la iluminación y los depósitos. Después de hacer eso con el poco presupuesto que teníamos, lo que hicimos fue pensar en la parte del cambio de las salas. Sentíamos que este año teníamos que abrir con algo para que la gente sintiera una diferencia. Necesitábamos que la gente sintiera que entraba a un MAMBO diferente.

¿Por qué dice que no se trata de que el museo sea autosostenible, sino más bien “más sostenible”?

En Colombia la mayoría de los museos son públicos, avalados por el Ministerio de Cultura, que los ayuda, y a pesar de eso muchas veces ellos no logran mantenerse a flote. Nosotros contamos con una ayuda pequeña de esa cartera y del distrito, pero creo que este último debería apoyarnos más, pues al fin y al cabo somos el Museo de Arte Moderno de Bogotá. Por otro lado, las exposiciones son costosas, si uno quiere ser ambicioso. La parte administrativa y del funcionamiento también, y por más que vendamos en taquilla, por más que arrendemos espacios del museo, nunca se logra llegar a la meta.

¿Por qué?

Porque uno quiere que la gente tenga acceso al museo, y al público general no se le puede pedir que pague 50 mil pesos por boleta. Las instituciones culturales se deben montar como un negocio, pero el tema es que en los museos no hay un producto a la venta. Tenemos que entonces enfocarnos en el merchandising, en lo que podamos vender en el restaurante. Ahora tenemos un proyecto de eventos para el último piso con restaurante y bar. Hay que buscar eventos alternos que nos den entradas. Pero ahora el museo no es sostenible.

Una de las novedades del museo es un muro de patrocinadores. ¿Usted siente que el sector privado se ha involucrado más con el MAMBO?

Todavía no. Ya hay tres personas que tiraron la primera piedra, como se dice, porque la gente no creía en el museo. Pusimos en el muro a los primeros donantes, los que dieron la plata para que se constituyera el museo y la idea ahora es que se llene de gente nueva, que crea en la institución. También incluimos ahí a nuestros aliados comerciales. Lo que necesitamos ahora es benefactores, gente que quiera apoyar. Así funcionan los grandes museos, con grandes benefactores. Igual, si unimos 10 o 20 buenos benefactores, pues vamos a ir hacia adelante.

Después de un año a cargo, ¿siente que la capital tiene un nuevo Museo de Arte Moderno?

Lo siento por los comentarios de la gente. El sábado 25, durante la inauguración de nuestra nueva exposición, los comentarios fueron muy positivos. Llegaron al museo y lo vieron abierto, con luz, con un nuevo acceso. Cuando nosotros llegamos uno entraba por un corredor pequeño y oscuro. Ahora simplemente volvimos a como el museo en algún momento se planteó. Quitamos las rejas, abrimos las ventanas, tumbamos una pared diagonal. Solo con eso, con haber pintado el museo, con haber cambiado la iluminación, la gente siente que entra a un nuevo museo, a un espacio renovado.

¿Cómo llegaron a la renovación de la sala del primer piso?

Todos los museos del mundo tienen un hall de acceso, que se mueve de una manera diferente a como se mueve la parte expositiva. Uno entra y ahí está la información, la biblioteca, el café (que en nuestro caso pronto será un Crepes and Waffles artesano), está el acceso a la tienda. No podía seguir funcionando como un espacio de exposiciones. Entonces hicimos un análisis del museo y ahora manejamos una nueva señalética. Tenemos un nuevo ropero que no existía, un escritorio donde le dan a uno información, los catálogos expositivos, hay pantallas, información de charlas, conferencias, clases. Eso ya estaba inventado. Lo único que hicimos fue aplicarlo en el MAMBo.

¿Qué hace falta todavía en cuanto a la renovación del museo?

La sala del primer piso ya está básicamente completa. Solo nos hace falta terminar el restaurante. En el piso de abajo, en la sala Sonia y Carlos Jaime, la vamos a renovar con el apoyo de Cine Colombia porque el teatro que existió durante tanto tiempo nos lo taparon. Esperamos que en máximo dos meses tendremos la sala renovada.

¿La taparon?

Es que está enterrada. El nuevo puente sobre la 26, que conecta al museo con el Parque Bicentenario, se comió un piso del museo. La gente entraba a la cinemateca por la 26, pero ya no puede. Ahora todo el mundo tiene que pasar por la nueva entrada del museo.

¿Qué planean proyectar en la sala?

No hemos armado el programa. Tenemos mucha gente pendiente de apoyarnos en el proyecto de la cinemateca. El teatro tiene 240 sillas, aunque puede que ese número se reduzca un poquito porque vamos a tener ser sillas más  amplias y cómodas. Allí, además de proyectar películas, vamos a dictar conferencias y a presentar conciertos. Tenemos una gran ambición para esa sala, porque mucha gente todavía pregunta por ella porque antes todo el mundo venía los fines de semana, es una de las cunas para la proyección del cine arte en Colombia.

¿Cómo va el proceso del parqueadero de al lado, que el museo ha intentado comprar durante años?

Ahí seguimos. Creo que han salido nuevas resoluciones sobre el tema. Lo tenemos hablado y no lo abandonamos un minuto, estamos en constante trabajo para ver cómo lo podemos lograr. La idea es hacer una app (asociación público privada). Quisiera decir que estará para este año, pero no me atrevo.

Las muestras de 2016 estuvieron en gran medida planificadas antes de que usted llegara al museo. Ahora que estamos en 2017, ¿qué exposiciones veremos, ya bajo su línea curatorial?

Después de esta exposición, que va hasta abril, tenemos ‘Francia: territorio líquido’, que hace parte del año Francia Colombia, al que nos unimos al final. En esa muestra tendremos más de 100 obras de unos 80 fotógrafos franceses. También vendrá un artista francés de video espectacular, que trabaja con imágenes en televisión. Además vamos a presentar el resultado de unas residencias que se hicieron en el grupo Arles, el instituto de fotografía francés. Esos tres arrancan el 13 de mayo. Después, ya como museo, invitamos al artista francés Daniel Buren, con el que haremos una instalación pública. El 2 de junio se inaugura y va hasta diciembre. También vamos con una selección de obras de la bienal de Sao Paulo, cuyo curador vendrá pronto para mirar todo. Tenemos así mismo una antología de Juan Manuel Echavarría, dos premios Luis Caballero y al final del año obras conceptuales de la colección y de coleccionistas colombianos. 

¿Cómo ve el futuro del MAMBO?

Lo veo brillar, lo veo amarillo. Para nosotros era clave la inauguración de esta exposición. Queremos que lo que se sintió ese día se transmita con el paso de los días. La gente entraba y veía luz, sintió el cambio, que en realidad no es tan grande, pero se siente. La gente que estaba un poco apática ahora está regresando, en especial los artistas, y el museo es de ellos. De Bogotá y de los artistas.