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Todo por la fibra

Multinacionales, panaderías de barrio y fabricantes de pan empacado se pelean por conquistar al creciente número de consumidores de integrales, que en 2014 gastaron US$185 millones en esos productos.

18 de abril de 2015

El colon irritable, las enfermedades cardiovasculares y hasta la necesidad de mantenerse en forma se han convertido en impulsores de un nuevo mercado: el de la comida integral. Y, en esta categoría, los productos integrales de panadería vienen ganando protagonismo.

Mogollas, tostadas, galletas, tortillas y panes tajados de color más oscuro que los tradicionales se están tomando las góndolas de los supermercados y los carritos de los compradores e, incluso, cada vez ganan más espacio en las vitrinas de las panaderías de barrio.

Las cifras de Euromonitor corroboran esta tendencia. En 2009 en el país se consumían 33 millones de toneladas de panes y galletas integrales y cinco años después esta cifra pasó a 42,3 millones de toneladas. Esta industria, que vendió US$110 millones en 2009, llegó a US$185 millones –unos $372.000 millones– en 2014.

Este mercado, que podría empezarle a competir pronto al de galletas, cuyo tamaño es de $900.000 millones, está en pleno crecimiento, no solo en Colombia sino en todo el mundo. En Euromonitor explican que, aunque el portafolio de alimentos con alto contenido de fibra es amplio –hay cereales, pastas, barras energéticas–, el pan es el rey de la categoría pues se vendieron unos US$28.600 millones en el globo durante 2013. Se espera que este mercado dé un salto a los US$36.000 millones en 2018.

Este mejor desempeño estará impulsado por América Latina, cuyo consumo crecerá más que el de Norteamérica. Mientras se espera que la región latina registre un aumento de 55%, en los países del Norte será de 10%.

Esto implica una gran oportunidad de negocio para las panificadoras en el país. En panes industrializados, Bimbo, que tiene la mayor participación de mercado en integrales con más de 60%, cada vez amplía más su oferta, con panes certificados por The Whole Grain Council, una ONG que promueve el consumo de alimentos integrales, y alianzas con entidades como la Organización Mundial de la Salud.

En el país, las categorías que más venden son las de pan tajado y las tostadas, pero el consumo de los colombianos aún es bajo en comparación con otros países. Hoy los panes integrales representan 30% del mercado total del pan.

Esto se podría explicar por el hecho de que son más caros que los panes tradicionales –en un supermercado un pan tajado blanco cuesta menos de $3.000 y uno integral bordea los $4.000– así como por un tema cultural, pues en Colombia el pan tiene varios sustitutos como las arepas (de las cuales también hay versión integral).

En Bimbo explican que el pan integral cuesta más porque usan granos enteros y, por ende, más materia prima. A eso se suma el hecho de que cada vez le agregan más cosas, como frutas o nueces.

Hora de galleta

Por el lado de las galletas, Colombina es uno de los jugadores claves. En la empresa vallecaucana explican que las integrales están dentro de la categoría de saludables, que son 13% del mercado total de galletas. Esto implica unos $117.000 millones, la mitad de los cuales son de galletas con ingredientes integrales.

En la empresa estiman que el consumo de este tipo de galletas crece a 10% en el país y que el momento del día en que cobra mayor importancia para los colombianos es en el desayuno o como snack entre comidas.

A diferencia de la categoría de pan integral, en donde hay un rezago frente al vecindario, en el gasto por hogares de productos saludables los colombianos registran 23%, el más alto en comparación con vecinos como Chile, que tiene 21%, Brasil 22% y México 6%.

Otra empresa ganadora con la tendencia saludable es Harinera del Valle, que con sus productos harina de trigo integral Haz de Oros y la premezcla integral tienen fuerte participación en consumo masivo y en el sector institucional.

Una de las ventajas de la comida integral es que su consumo está impulsado por la llamada generación de los millenials (aquellos que tienen entre 18 y 34 años), los cuales cada vez tienen más poder adquisitivo y optan por hábitos más saludables. Según las proyecciones del Dane, hoy en Colombia viven unos 12 millones de millenials.

Ya sea por moda o por salud, cada vez más colombianos deciden consumir comida con más fibra y los empresarios que se ajusten a esa tendencia serán los que se queden con la mayor tajada.

Chatarra vs. Saludable

Una de las ventajas de la comida integral es que prácticamente no tiene opositores y, por el contrario, sus promotores cada vez son más, incluso a nivel legislativo.

En Estados Unidos, en donde se vienen aprobando leyes para prohibir la comida chatarra en los colegios y restringirla en otros contextos, el nivel de presión ha unido a los fabricantes de alimentos como los congelados y prefritos para evitar que sus productos sean borrados de la dieta estadounidense.

El grupo más reciente que se unió para defenderse de la comida sana son los fabricantes de pizza, específicamente Domino’s, Papa John’s y Pizza Hut, que han gastado más de US$1 millón financiado campañas de congresistas, con los que buscan protegerse de un posible veto.

Un reportaje de Business Week señala que tienen a su favor que a todo el mundo le gusta la pizza, lo que se refleja en sus ventas, pues si se junta solo lo que facturan en Estados Unidos, estarían entre los 100 países más grandes del mundo medidos por su PIB. El problema de la pizza es que tiene demasiadas calorías y por eso fue incluida en el eje del mal nutricional, junto con las papas fritas y las gaseosas. Una razón más para apostarle al negocio de la comida sana.