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"Me pareció excelente la paz como personaje. Es nuestra gran ilusión", Camilo Puentes, Sogamoso.

4 de enero de 2014

Sin calidades mínimas

El caso Petro, comentado por ustedes en su edición n.° 1651, puede definirse como secuela de una carta política laxa. Cuando el hoy expresidente Gaviria era candidato anunció que haría un “revolcón” (no un remezón) en su gobierno en caso de ser elegido y, a fe que lo consiguió con el impulso que le dio a la derogatoria de la Constitución de 1886, en contravía de esta misma, cuyo artículo 218 establecía un preciso mecanismo para su eventual reforma, ignorado para dar paso a la redacción de la actual, la cual, si bien es cierto incorporó algunas instituciones importantes como la acción de tutela, también trajo consigo una serie de vacíos e inconsistencias generadoras de las situaciones de inestabilidad funcional que estamos viviendo y que a diario hacen clamar la necesidad de reformas a la actual Carta, algunas estructurales.

Para citar unos cuantos ejemplos, el artículo 323 no fija calidades mínimas para ser alcalde de la capital pese a la gran responsabilidad que reviste este cargo; la Fiscalía General, por ejemplo, por sus funciones y competencias, debería formar parte del poder Ejecutivo y aunque por esta razón su nombramiento le correspondería al presidente de la República, la postulación de los candidatos debería estar ajena al acontecer político como por asociaciones profesionales, rectores de universidades etcétera, criterio que debería aplicar para otros altos cargos del país; el desempeño del cargo de embajador, al menos para las representaciones diplomáticas más emblemáticas, debería recaer en funcionarios de carrera; se desaprovechó la oportunidad de haber erigido al archipiélago de San Andrés y Providencia a la categoría de unidad territorial autónoma, por encima de las atribuciones de un departamento presupuestalmente limitado, se creó una ineficiente e innecesaria Vicepresidencia.

En fin, pese a la categoría y altura intelectual de los constituyentes de 1991, la presión del escaso tiempo de que dispusieron para hacer una evaluación integral de su obra, no les permitió prever los desajustes que hoy el país está afrontando.

Fernando Afanador Núñez
Bogotá


Controles en democracia

Las columnas de María Jimena Duzán y de Antonio Caballero (SEMANA n.° 1649) presentan puntos de vista opuestos sobre la invitación que hace Petro a los bogotanos (y en general a todo el país) a protestar por la desmesurada decisión del procurador al destituirlo y condenarlo a la muerte política (inhabilidad se le llama) por 15 años. Mientras Caballero ve en el llamado de Petro a la rebeldía popular una mala señal para la democracia argumentando que los guerrilleros sí pueden ser sancionados por faltas administrativas así hayan dejado las armas, Duzán ve en el llamado de Petro una reacción no solo necesaria, sino saludable. Ciertamente los dos coinciden en sus críticas al autoritarismo del procurador (Caballero también destaca el autoritarismo de Petro) y en la necesidad de reducir sus omnímodos e incontrolados poderes, pero no creo que lo que se pretende con la protesta ciudadana sea impedir que quienes dejen sus armas y se incorporen a la vida política no deban tener ningún tipo de controles, sino más bien, impedir que la democracia se vea amenazada por decisiones que, como la del procurador Ordóñez, obedecen ante todo a razones políticas e ideológicas.

Son muchos los argumentos que en derecho se pueden esgrimir a favor o en contra de la decisión del procurador. Al fin y al cabo la hermenéutica jurídica se presta a múltiples e incluso contradictorias interpretaciones, pero lo que no resulta aceptable (así Petro se haya equivocado, como de hecho se equivocó en muchas de sus decisiones) es que se utilicen la vigilancia y el control para acallar las voces de quienes piensan diferente. A las personas hay que castigarlas por lo que hacen o dejan de hacer, pero no por lo que representan, piensan o creen y las penas deben guardar proporcionalidad con la falta cometida.

Juan Manuel Jaramillo U.
Manizales


Mucha molestia

En la portada de la edición n.° 1650, cuyo protagonista es el señor procurador Alejandro Ordóñez, se califica de mal alcalde al señor Gustavo Petro, lo cual es una gran falta al criterio de objetividad, que en mi caso causa mucha molestia, ya que no pienso igual que la revista, como muchos ciudadanos. Toda opinión personal debe ser expresada en las columnas que son directa responsabilidad del autor, para de esta manera evitar caer en faltas que no son características de grandes casas periodísticas como SEMANA.

Jorge Iván Cano Patiño
Magangué 


Un José Mujica

Respecto al artículo titulado ‘La tercería es la vencida, (edición n°. 1648) me parece que si ese espectro político, que cuenta con un gran electorado, no se une y armoniza las diferencias, estará condenado a quemarse nuevamente. La oportunidad que tiene la izquierda en estos momentos de desazón es única y no la pueden dejar escapar por motivos de protagonismo o diferencias personales entre los dirigentes. Algo que le deberían imitar a la derecha (sin salirse de la izquierda) es su capacidad de adaptación a casi cualquier ideología con tal de llegar al poder, algo a la postre indigno pero que en política son jugadas que permiten la supervivencia de un proyecto ideológico, dentro de ciertos límites coyunturales.

Por otra parte, es evidente que somos un país harto de que nos dirijan los hijos de expresidentes y los mismos delfines. Pienso que es posible revivir una nueva Ola Verde como la que conmovió al país en 2010 e hizo tambalear el statu quo. Hoy es posible, señores dirigentes de izquierda. El país está harto de las falsas promesas y de la ineptitud del gobierno de turno para suplir las verdaderas necesidades de los gobernados. Cada día se ve más pobreza en las calles y más prosperidad en los anuncios comerciales del gobierno. Enfermarse en Colombia es dar un paso hacia el umbral de la muerte. Ingresar a la universidad es un privilegio. Vivir un solo día con lo básico es una lucha titánica. Hay un pueblo inmenso que necesita cambios estructurales que los gobiernos tradicionales no ofrecen. Necesitamos urgente en Colombia a un José Mujica. 

Carlos Andrés Peralta
Bucaramanga


Demasiadas dudas

“Uribe, uno de los hombres más cuidados del mundo”, es una información de SEMANA (edición n.° 1646) que sorprende, por los elevados costos que tenemos que asumir los colombianos (15.347 millones de pesos), en el mantenimiento anual de la seguridad de un solo hombre, que según él, la ‘austeridad’ es uno de sus principios. Tamaño plan de seguridad, sugiere que el personaje tiene tantos enemigos, como contradictores de su desempeño como gobernante que fue de este país y en donde cada día que pasa, se descubren nuevos focos de corrupción originados en su gestión como presidente.

La pregunta es, si se justifica que con los dineros del erario, se sostenga este exagerado plan de seguridad para un expresidente que en un balance de gestión, deja demasiadas dudas sobre su desempeño y que en conclusión, dejó al país en peores condiciones que su antecesor.

José Benigno Morales A.
Neiva

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