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"La encuesta me pareció muy tempranera. No creo que ese resultado dure." Alberto Gómez, Medellín.

13 de agosto de 2016

Difícil futuro

Después de leer los resultados de la encuesta publicada en la edición n.º 1788, uno no sabe qué concluir: o en realidad Santos está muy equivocado en casi todo o la opinión pública está demasiado desorientada con respecto hacia dónde debe ir el país. Lo único claro es que en cualquiera de los casos, la situación resulta muy difícil para el futuro de todos.

Luis González, Bogotá.

Así, ¿cuándo?

Que el plebiscito arranque perdiendo (SEMANA n.º 1788)  significa que nos gobierna el rencor. Así, ¿cuándo habrá reconciliación?

Mauricio García Castañeda, Bogotá.

Resultados disímiles

Comienzan a aparecer los resultados de las encuestas sobre el anunciado plebiscito y, como es habitual, las cifras son muy disímiles. En julio 20, el Centro Nacional de Consultoría indicaba que por el Sí a los acuerdos había un 74 por ciento y por el No el 26 por ciento; según Datexco, a comienzos de agosto, la opción por el Sí solo alcanza el 27 por ciento, mientras la abstención suma el 29,1 por ciento, y el No gana con el 35,9 por ciento. Y ahora, según lo publicado por SEMANA en su edición n.º 1788, el 39 por ciento votaría a favor y el 50 por ciento en contra. ¿Por qué las grandes diferencias? En parte por la metodología, que pocos miran. Por ejemplo, en el estudio contratado por SEMANA y La F.m. se dice que el grupo objetivo son hombres y mujeres mayores de 18 años de todos los estratos seleccionados en 28 poblaciones de más de 200.000 habitantes, que representan el 67 por ciento de la población urbana adulta, de la cual se hicieron 1.000 encuestas personales y telefónicas (¿teléfonos fijos o celulares y cómo se verificaba si era del grupo objetivo?). Y se afirma que el error para toda la muestra es el 3,2 por ciento con el 95 por ciento de confianza. ¿Cómo lo determinan? Naturalmente hay respuestas y justificaciones a esos interrogantes, sin embargo, no se puede negar que las encuestas son manipulables y la dificultad surge cuando comienzan a ser titulares e influir en los resultados. Porque el problema más grave es que se vote por una campaña publicitaria y no por los argumentos y el verdadero significado y trascendencia que tiene el plebiscito. Pero lo más curioso, es que la gente opine sobre algo que no sabe. ¿Está de acuerdo o en contra de unos acuerdos que todavía no se conocen?

Alejandro Schnarch, Bogotá.

Las encuestas, al campo

Acerca de su tema de portada de la edición n.º 1788, el plebiscito, mecanismo de refrendación popular del acuerdo de paz dividió a los colombianos. Unos partidarios de la paz votarán por el Sí, y otros inconformes votarán por el No. Esto no es lo grave, lo grave es lo que están haciendo los medios de comunicación, al hacerle propaganda al No. Las encuestas realizadas por firmas que contratan los medios, a mi parecer, son amañadas, no son reales, ni llegan a los los campesinos, que han sufrido persecución, violación, hurto, desplazamiento, pobreza por parte de los guerrilleros. Las firmas encuestadoras se limitan a preguntarles a los viejos que viven en la ciudad y no quieren la paz. Ese es el resultado que nos muestran, en la edición n.º 1788. Están vendiendo la idea de que el plebiscito arranca perdiendo y que la paz que quieren los jóvenes, que son minoría, porque este país lo conforman más viejos, es inalcanzable. Sean objetivos. Los colombianos queremos la paz, no importa si hay líderes o personas influyentes que quieren seguir en guerra. Esas personas son egoístas y rencorosas, solo quieren el bienestar de ellas, no quieren perder los escoltas y vehículos que les pone el gobierno, porque si hay paz esos esquemas de ‘seguridad’ desaparecerán.

Álvaro Sandoval G., Bogotá.

Sin alternativa

Cuanto más la embarre el señor Trump (‘Víctima de sí mismo’, edición n.º 1788), más se aleja de la Casa Blanca. Por fortuna, aun cuando la señora Hillary tampoco sea la más calificada para conducir los destinos de los Estado Unidos de América y, por ende, los de este convulsionado planeta. En consecuencia, los norteamericanos no parecen tener otra alternativa que votar por el menor de los males como ocurre en tantos otros países, lastimosamente.

Carlos Reger Tlusty, Bogotá.

Sí había tratado

En la edición n.° 1787, en el artículo ‘El hincha ausente’, se afirma: “Su caso generó una amplia controversia jurídica. En primer lugar porque lo extraditaron por delitos que supuestamente había cometido antes de que entrase en vigencia el tratado de extradición, (…). En segundo lugar, fue enviado a ese país por conductas que entonces en Colombia no eran consideradas delito, (…)”. Quiero manifestar que esa información no corresponde a la realidad. Colombia ha tenido suscritos varios tratados de extradición con Estados Unidos y siempre ha existido una norma en el Código Penal en la que se dice que cuando no exista tratado de extradición vigente, esta se regulará de conformidad con la normatividad procesal. Cuando el señor Hernán Botero fue extraditado estaba vigente el tratado de extradición aprobado por la Ley 27 de 1980, ratificada el 4 de marzo de 1982. Cuando la Sala de Casación Penal estudia una extradición, uno de los primeros aspectos es que se dé la doble incriminación, es decir, que la conducta sea delictiva tanto en el país requirente como en el del requerido. El señor Botero fue solicitado por 18 cargos, y se dio concepto favorable sobre solo 7. Y precisamente porque en los excluidos no se  daba el requisito de la doble incriminación. Se emitió concepto favorable por falsificación de documentos de la Contraloría norteamericana, que obliga a declarar a esa entidad toda transacción superior a 10.000 dólares. La falsedad fue realizada para consumar lavados de activos, pero la conducta que ocasiona el concepto favorable fue la falsedad en documentos públicos, delictiva en ambos países. La justicia norteamericana lo condenó a 30 años de prisión por seis de los siete cargos, es decir, cinco años por cada uno. Sobre el séptimo no hubo pronunciamiento. Como en esa época se dijo que este ciudadano había sido condenado debido a delitos distintos por los que fue concedida la extradición, la corte por vía diplomática solicitó copia de la sentencia y comprobó que había sido condenado por los que se había autorizado la extradición.

Édgar Saavedra Rojas, exmagistrado de la Sala de Casación Penal, Medellín.

Grandes estudiosos del derecho

Me parece infame y hasta injuriosa, la apreciación de Antonio Caballero, al referirse en su artículo de la edición n.º 1788: “...y los catedráticos que desde las facultades de derecho enseñan a aplicar la trampa antes que la ley...”. De un tajo desconoce la existencia a lo largo de nuestra historia de grandes estudiosos y científicos del derecho, quienes dedicados a la cátedra no tuvieron otra inspiración que formar en valores, enfatizando en lo hermoso del derecho como servicio social. “La mentira prueba vileza de ánimo que teme los ajenos juicios” (Montaigne).

Rafael Cuéllar Hernández, Bogotá.

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