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UN DILEMA DE GRANITO

23 de noviembre de 1998

En relación con el artículo 'El secreto' de Antonio Caballero, me permito comentar lo siguiente: "Yo no me entrego porque para ser pobre no sirvo", dice un guerrillero colombiano. En esa reflexión vemos aparecer dos conciencias simultáneas. La primera remite a la voluntad de hacer la guerra (conciencia de 'hacer'), la segunda a la de ser pobre (conciencia de 'ser'). Rechaza de plano la segunda y reivindica la conciencia del 'hacer'. El dilema es de granito, el guerrillero no hace nada distinto de lo que la sociedad ha querido hacer de él: miserable o combatiente.En otro plano, en cualesquiera circunstancias, para la sociedad 'honorablemente' rica, el 'mal' se proyecta tanto en uno como en otro. Y, para ella se reserva el concepto de 'bien'. Los malos son los otros: los pobres, los combatientes. Entonces la purificación del mal adquiere realidad solo en el combate. Puede ser que las consecuencias horroricen al propio combatiente, pero no tiene otro medio de conquistar la libertad (el 'bien') para los 'malos', la libertad aquí se define a partir y en contra de la necesidad. Es la ética de la revolución que comporta un humanismo. Si por sentido, según Sartre, se entiende "la participación de una realidad presente en su ser en el ser de otras realidades", encontramos extraordinariamente elocuente el artículo de Antonio Caballero. En verdad resulta tan sospechosa la interpretación del político, como impecable la dialéctica de Caballero. Comparto el pesimismo por la paz: porque la sociedad 'honorablemente' rica confunde la paz con la resignación de los 'malos'. Armando Yepes Garcés Bogotá

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