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El miedo infinito

Dirigido por Miguel Salazar, el documental ‘Ciro y yo’ no solo es una cruda visión de la historia de Colombia sino también un triste retrato del miedo. Se estrenó en salas de cine el 25 de enero.

Lony Welter
26 de enero de 2018

El miedo es clave para la supervivencia. Es lo que nos preserva de los peligros porque cambia el comportamiento, la forma de ser, el metabolismo y las funciones físicas y psicológicas del organismo. El miedo condiciona reacciones y pensamientos. El miedo es lo que Ciro Galindo, protagonista de Ciro y yo, ha sentido toda su vida. En la película, su recuento personal es acompañado por un narrador –el director– quien conoce a Ciro desde hace décadas y que entrelaza las vivencias de la familia Galindo con la realidad sociopolítica del país a lo largo del tiempo. La premisa del documental es precisamente esa: la historia de Ciro no sería otra que la historia de Colombia.

No alcanzan las muertes incontables que ocurren cada día en este país desde que se tiene una conciencia histórica para hacer reaccionar a sus dirigentes y a sus habitantes; para despertar por fin una empatía masiva y dejar de matarnos los unos a los otros. No alcanzan tampoco los innumerables testimonios de aquellos que tuvieron y tienen que ser las víctimas en los episodios más crueles y violentos del país. No alcanzan las historias de horror que escuchamos en la capital, resguardados en esa seguridad que ofrece la ciudad y la distancia. Pero las historias, los testimonios y las muertes están ahí y urge que sean relatados y difundidos.

Ciro y yo es precisamente este ejercicio doloroso y necesario de compartir la experiencia de la Guerra. La Guerra con mayúscula, porque lo que Ciro y su familia han vivido toda su vida no es una guerra específica y circunstancial, sino la Guerra como concepto abstracto, terrible y omnipotente. Pero esta no es la historia de un héroe trágico que, en busca de evitar la predicción de un oráculo, toma todas las decisiones que solo lo obligarán más a encontrarse con su sino. La historia de Ciro es la historia del hombre que jamás ha tenido la oportunidad de escoger si quiere hacer parte del relato o no. La Guerra lo ha arrastrado como un río crecido. Él, a pesar del pánico y la impotencia, solo ha podido aprender a remar para defenderse. Su supervivencia es la prueba de que la esencia humana no es malvada por naturaleza, sino que es positivamente adaptable y muy resistente.

Formalmente la película no explora demasiado, lo que se intuye es un acato a lo que el contenido presenta. Las imágenes, muchas de archivo y también fotos fijas, se tejen entre sí con la narración en off del cineasta Miguel Salazar. El artificio del cine, en este caso, está enteramente al servicio de un personaje protagonista cuyo discurso no nos puede ser ajeno por su realismo y su dignidad. No hay que pensar mucho para entender, porque el cine documental es bastante efectivo para acercar al espectador a lo que sucede más allá de la pantalla. Este film en particular, por su sencilla propuesta y su acertada analogía, consigue transmitir un oportuno, claro y actual mensaje en estos tiempos de búsqueda, en los que la paz y el perdón son las agujas en el pajar.

Así mismo Ciro y yo sobresale como un valioso signo para que aquellos que hemos estado privilegiados, al margen de una realidad que apenas nos roza el brazo, aprendamos a observar y a escuchar más. Quizá, al reconocer y entender ese miedo infinito y a quienes lo viven día a día, podremos dejar de dividirnos entre los que están allá adentro luchando y remando en la crecida y los que miramos desde la orilla del río.