Las agencias mejoraron en su trabajo de obtener y analizar información mediante el uso de fuentes humanas. | Foto: Oliver Ehmig

COOPERACIÓN

Así funciona la inteligencia de nuestra Fuerzas Armadas

Cuando las agencias del Estado comprendieron que serían más fuertes realizando un trabajo conjunto pudieron llevar a cabo las operaciones militares más exitosas, como Fénix o Jaque.

14 de julio de 2018

No solo bastaba con saber dónde y cómo se movía Víctor Julio Suárez Rojas, alias el Mono Jojoy, el jefe del bloque oriental de las Farc y el más temerario miembro del Secretariado de esa guerrilla. Con siete frentes y una columna bajo su mando sembró el terror con crueles invasiones de municipios, asaltó bases militares, secuestró y practicó atentados terroristas. Así se convirtió en un objetivo de alto valor para el Estado.

Era necesario conocer información precisa de él y su entorno para capturarlo. Gracias a un trabajo coordinado de tres años de seguimiento e investigación, adelantado por la Policía Nacional y las Fuerzas Militares, el 23 de septiembre de 2010 fue abatido en su campamento de La Julia, un caserío ubicado a 26 kilómetros del municipio de Uribe en el Meta.

La del Mono Jojoy es considerada una operación de inteligencia perfecta y siguió la línea de otras acciones contundentes contra las Farc como Fénix, que terminó con la muerte de Raúl Reyes; y Jaque, que penetró el grupo que custodiaba a 15 secuestrados, entre ellos, la excandidata presidencial Íngrid Betancourt, tres ciudadanos estadounidenses y 11 militares y policías.

El sello de todas estas operaciones fue el flujo de información, el análisis, la infiltración, las recompensas y la tecnología de punta. Pero lo más importante y lo que logró inclinar la balanza a favor de la seguridad del país fue el trabajo conjunto, coordinado y de cooperación entre las Fuerzas Militares y la Policía.

Hasta 2006, todos los cuerpos de inteligencia del Estado actuaban por separado. Los datos tardaban días en llegar a los responsables de los operativos militares. Los celos institucionales eran la nota predominante y la información que se compartía era mínima. “Aquí aparecieron las vanidades del ser humano, y eso nos costó”, señala el comandante del Ejército, el general Ricardo Gómez Nieto.

A esto se sumaban los escándalos de corrupción que sumieron al aparato de inteligencia del país en una profunda crisis. Era evidente que se debía replantear el esquema. Por eso, el Ministerio de Defensa Nacional, en cabeza del hoy presidente Juan Manuel Santos, pidió la asesoría de especialistas y organismos de inteligencia de otros países. En 2007 se estableció un plan que incluyó una reforma legal y, además, se impulsó el trabajo en operaciones conjuntas. Así nació el concepto de burbujas de inteligencia.

El Ministerio de Defensa estableció blancos de alto valor. En esa lista estaban los miembros del Secretariado de las Farc, del comando central del ELN, de los cabecillas de los frentes y de comandantes de estos grupos armados, además de jefes de los carteles de la droga y traficantes de armas.

Con la coordinación del comando de las Fuerzas Militares, los objetivos se dividieron entre las agencias y la información de cada uno de los blancos, recogida por la Policía, el Ejército, la Fuerza Aérea y la Armada, y se entregó a quienes tuvieran la investigación. “Cuando usted es capaz de aglutinar en una sola burbuja la capacidad de todos los organismos, se dan pasos gigantescos”, explica el general Gómez Nieto.

Las agencias mejoraron en su trabajo de obtener y analizar información estratégica de cada blanco mediante el uso de fuentes humanas: desde agentes infiltrados hasta informantes de los grupos armados (a quienes se motivaba con recompensas o con el programa de desmovilización), y al manejo de instrumentos de interceptación técnicos con tecnología de punta.

También fue vital el apoyo de las agencias internacionales. El aporte de países cooperantes como Reino Unido, Israel y Estados Unidos, se enfocó hacia el narcotráfico y el terrorismo con intercambio de información, soporte técnico y equipos. La capacitación fue muy importante, “recibimos instrucción de diferentes escuelas y replicamos esa enseñanza entre las fuerzas, en cursos que adecuamos a la realidad colombiana. Hoy, nuestra labor es única en el mundo”, afirma una fuente consultada por SEMANA, miembro de inteligencia militar.

Con la nueva estrategia, los agentes dejaron de participar en operaciones militares, su labor se centró únicamente en actividades de búsqueda de información y la anticipación de hechos que afectaran el orden público regional y nacional. Además se impusieron límites éticos de respeto a los derechos humanos y de aplicación de las normas del Derecho Internacional Humanitario.

“Esta estrategia permitió que se garantizara la seguridad de la información evitando que se filtrara, que se racionalizaran los recursos, que se evaluaran los resultados y acabó con la duplicidad de esfuerzos”, explica el director de la Dirección Judicial de Investigaciones de la Policía (Dijín), el General Jorge Luis Vargas Valencia.

Hoy se recogen los frutos de ese revolcón que empezó en 2006. Las Farc fueron derrotadas y obligadas a sentarse a negociar una paz que ya está en camino de ser una realidad. Además, la recolección y el flujo de información ha permitido que las operaciones sean más efectivas. Ahora cada acción es focalizada en blancos específicos que han terminado en éxitos rotundos contra las nuevas amenazas.