El protagonismo femenino en la música colombiana se empezó a sentir desde los noventa, gracias a las voces de Shakira, Andrea Echeverry y Marbelle. | Foto: AFP

MÚSICA

La irreverencia de Shakira, Andrea Echeverri y Marbel

Estas tres artistas colombianas abrieron el camino para muchas mujeres que hoy hacen relevante la música de Colombia en el mundo. Así comenzaron a escucharse sus voces.

26 de noviembre de 2018

Fueron tres las mujeres que en 1990 impulsaron la representación femenina en la música colombiana. Cada una lo hizo desde su perspectiva: identidad, autenticidad e irreverencia. Los resultados sorprendieron al mundo. Shakira irrumpió como una joven que soñaba con escribir canciones, ser una estrella del pop e internacionalizarse. Y se abrió camino hasta convertirse en la más importante artista de nuestro país.

Andrea Echeverri apostó por la honestidad y se atrevió a liderar la primera banda de rock que cantaba sobre ‘retrecheras’ y ‘guarichas’, irreverencia que le valió a Aterciopelados un Grammy. El grupo era y es la respuesta a la necesidad de que surgiera un rock and roll colombiano e idiosincrático con el que se sintonizara la juventud del país.

En 1996, una joven de 16 años comenzó a cantar letras de hombres borrachos que utilizaban a las mujeres como objeto sexual. Se convirtió en símbolo de la liberación en una sociedad machista. Con una potente combinación de talento y humildad, Marbelle es hoy la voz musical que representa a cientos de colombianas e incluso a la comunidad gay.

Este protagonismo femenino se ha sentido desde antes, en ritmos como el vallenato y la cumbia. En el primero, por ejemplo, las grandes canciones de amor fueron compuestas por hombres para mujeres: Alicia adorada (que escribió el maestro Juancho Polo Valencia como lamento tras la prematura muerte de su esposa Alicia Carrillo), Amor sensible, de Freddy Molina, y Obsesión (escrita por Sergio Amarís tras su divorcio), entre muchas otras. Si bien en su mayoría son letras de amor, con una poesía innegable, reflejan a un hombre que plasma su heterosexualidad y se inspira en su pareja.

De la cumbia, en cambio, sale una voz totalmente femenina, que siempre ha representado una incitación a la sensualidad, aunque el compositor sea un hombre como en el clásico Yo me llamo cumbia de Mario Gareña: “Yo me llamo cumbia, yo soy la reina por donde voy, no hay una cadera que se este quieta por donde voy, mi piel es morena como los cueros de mi tambor, y mis hombros son un par de maracas que besa el sol…”.

Pero la atención se la roba la palabra ‘hembra’, que usa al finalizar una de las estrofas: ...“Y yo soy la cumbia, la hembra coqueta y bailo feliz…”. En Colombia, esta palabra es generalmente utilizada por los hombres para referirse a mujeres con bellos cuerpos que producen atracción sexual. Lo interesante es que muchas veces, aunque sea de forma algo inconsciente, las intérpretes de la cumbia utilizan el componente sensual de esta música para generar una imagen de la cumbia como aquel estereotipo de belleza, irreverencia y sensualidad que ha reforzado la fama de la mujer colombiana en el mundo.

Es así como la música ha ayudado a proyectar a nuestras mujeres como seres honestos, luchadores y valientes. Es hora de hacer lo mismo con todos aquellos que buscan que su identidad sexual sea respetada y representada en nuestro país.