Coronavirus: un año después de que el papa Francisco confiara a Dios la humanidad
Coronavirus: un año después de que el papa Francisco confiara a Dios la humanidad | Foto: AP

CORONAVIRUS

Coronavirus: un año después de que el papa Francisco confiara a Dios la humanidad

El 27 de marzo de 2020, Francisco rezó en una Plaza de San Pedro mientras no había público.

27 de marzo de 2021

Hace exactamente un año, el 27 de marzo de 2020, el papa Francisco rezó en una Plaza de San Pedro sin asistentes, pues dos semanas antes de este hecho el mundo sabía que el virus de la covid-19 era una pandemia.

Exactamente diez días antes del suceso, la Organización Mundial de la Salud había declarado el estado de pandemia, pues en ese momento eran 118.000 los casos confirmados en 114 países de todo el mundo, más de 4.000 personas habían muerto y otras tantas luchaban por su vida en los hospitales.

Luego de un año del discurso, son por lo menos 125 millones los contagios confirmados y el número total de víctimas se acerca a los 3 millones.

El Vaticano destaca que este hecho. “No lo olvidarán quienes lo vivieron, en directo, viendo las imágenes de una Plaza de San Pedro desierta o escuchando la voz del Santo Padre. También lo conocerán los que aún no habían nacido aquel 27 de marzo, y aquella tarde de hace doce meses ya es conocida por todo el mundo como uno de los acontecimientos centrales de un año, el 2020, que ha marcado la historia de este siglo”.

En ese momento, el sumo pontífice aseguró que son muchas las heridas infligidas por el hombre a la tierra que, ante la indiferencia de muchos, ha mostrado repetidamente su grito de dolor. En este mundo que el Señor ama más que nosotros, según el papa, “hemos avanzado a toda velocidad, sintiéndonos fuertes y capaces en todo”.

“Codiciosos de ganancias, nos hemos dejado absorber por lo material y trastornar por la prisa. No nos hemos detenido ante tus llamadas, no nos hemos despertado ante guerras e injusticias del mundo, no hemos escuchado el grito de los pobres y de nuestro planeta gravemente enfermo. Hemos continuado imperturbables, pensando en mantenernos siempre sanos en un mundo enfermo. Ahora, mientras estamos en mares agitados, te suplicamos: ‘Despierta, Señor’”, añadió.

“¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». Señor, nos diriges una llamada, una llamada a la fe. Que no es tanto creer que Tú existes, sino ir hacia ti y confiar en ti. En esta Cuaresma resuena tu llamada urgente: “Convertíos”, «volved a mí de todo corazón»”, recalcó.

“Nos llamas a tomar este tiempo de prueba como un momento de elección. No es el momento de tu juicio, sino de nuestro juicio: el tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es. Es el tiempo de restablecer el rumbo de la vida hacia ti, Señor, y hacia los demás. Y podemos mirar a tantos compañeros de viaje que son ejemplares, pues, ante el miedo, han reaccionado dando la propia vida. Es la fuerza operante del Espíritu derramada y plasmada en valientes y generosas entregas”.

En ese mismo momento, Francisco inició lo que se convertiría, con el paso de los días, en una cita diaria de oración y esperanza: las misas en Santa Marta. A partir del 9 de marzo de 2020, la misa de las 7 de la mañana, hasta entonces contada de forma resumida por los medios de comunicación del Vaticano y reservada a pequeños grupos, pasa a estar disponible para todos. El papa celebró la Eucaristía, mostrando inmediatamente el significado de esa elección:

“En estos días, ofreceré una misa por los enfermos de esta epidemia de coronavirus, por los médicos, las enfermeras, los voluntarios que tanto ayudan, los familiares, por los ancianos que están en casas de reposo, por los presos que están encerrados. Recemos juntos esta semana, esta fuerte oración al Señor: ‘Sálvame, Señor, y dame misericordia. Mi pie está en el camino correcto. En la asamblea bendeciré al Señor’”, dijo.