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Ciudades abiertas

Una revisión crítica a la arquitectura y el urbanismo colombianos del siglo XX.

12 de marzo de 2001

En medio de las polemicas que han generado algunos de los premios de arquitectura entregados en la pasada Bienal en el Museo Nacional se presenta, entre el 15 y el 25 de febrero, la exposición Cien años de arquitectura en Colombia, organizada por la Sociedad Colombiana de Arquitectos.

Este evento reúne planos, fotografías y textos alusivos a los premios entregados en octubre de 2000 en el marco de la XVII Bienal de Arquitectura y presenta libros, afiches y material con los trabajos más destacados de las bienales anteriores (que se vienen llevando a cabo desde 1962). También le da una mirada a la arquitectura colombiana en el siglo XX, el del nacimiento y desarrollo de una arquitectura propia pero así mismo el del crecimiento desmedido y muchas veces caótico e inhumano de sus ciudades.



Bienal cuestionada

El año pasado la Bienal de Arquitectura entregó premios en cuatro categorías. En ‘Proyecto arquitectónico’ ganó el Templo de las Cenizas y Crematorios, de Héctor Mejía, Mauricio Gaviria y Felipe Uribe, localizado en el cementerio Campos de Paz, de Medellín. El jurado destacó “la calidad simbólica del edificio y las calidades espaciales logradas a través del hábil manejo de la luz y los materiales” y reconoce la economía de recursos y la maestría en el manejo de las formas, los materiales y los detalles.

Sin embargo varios arquitectos han calificado este premio como un desacierto. Para Benjamín Barney, por ejemplo, se trata de “un premio no a la arquitectura de la muerte sino al negocio de la muerte y lo único que parece muerto es el mismo edificio”. Esta opinión es compartida por el planificador urbano Carlos J. Calle, quien además considera una falta de respeto que se descalifique el nombre de Rogelio Salmona. “Cualquiera de los proyectos de Salmona era mejor que todas las obras premiadas. Darle menciones a su obra, como en la XVII Bienal, es una ofensa al arquitecto y un engaño a la profesión”.

En la categoría ‘Proyecto urbano’ se premió el programa Parques para aprender a vivir, promovido por la Alcaldía Mayor de Bogotá y ejecutado por el Instituto Distrital de Recreación y Deportes. Para el jurado este proyecto “es un premio colectivo en el más grande evento público que haya emprendido la ciudad” y reconoce que Parques para aprender a vivir “se ha convertido en un acontecimiento en el que participa toda la población, en una ciudad tradicionalmente segregada”.

Aunque existe entre los arquitectos un consenso acerca de los méritos de este programa, Calle considera que éste ha debido ser presentado con las intervenciones individuales de cada arquitecto y no como un simple enunciado.

En la categoría ‘Recuperación del patrimonio’ ganó la restauración del Teatro Pedro de Heredia, de Cartagena, a cargo del arquitecto Alberto Samudio Talero, y en la categoría ‘Teoría, historia y crítica’ el premio lo ganó la investigación titulada La ciudad en la colonización antioqueña: Manizales.

Más allá de los debates propios de un evento de esta naturaleza queda para la posteridad el esfuerzo conjunto de investigadores e historiadores para retratar, como tal vez nunca antes se había hecho, lo bueno y lo malo que les dejó a las ciudades el siglo más complejo y dinámico de la historia de la arquitectura colombiana.