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CORTINA DE HUMO

100 películas en dos semanas en el II Salón Internacional de Cine pasaron sin pena ni gloria

25 de noviembre de 1985

Si el apoyo de Focine y la empresa privada fuese mayor el II Salón Internacional de Cine hubiera contado con uno de los públicos más consumidores del mundo. Pero los teatros donde se realizó el evento tomaron ese ambiente semiclandestino y erudito que suelen tener solamente algunas salas del país.
No importó la prohibición de fumar de la Secretaría de Salud, ni la de conversar durante la proyección de la urbanidad de Carreño; los cinéfilos dejaron huellas de su alto consumo de nicotina en los teatros y no perdieron oportunidades para hacer comentarios en voz alta durante las proyecciones de las cien películas del Salón.
Por supuesto, el evento fue concebido para el público amplio, en teatros "comerciales" de un mismo sector, pero la falta de publicidad impidió que, salvo pocos, los bogotanos se acercaran a los anuncios en marcador invitando a ver el cine desconocido de los países iberoamericanos.
La polémica siempre presente en los filmes españoles, los hechos de sangre de la sociedad marginal mexicana, los nuevos temas de Nicaragua, el surrealismo de algunos productores independientes colombianos, la cinematografía desconocida de Curazao y Yugoeslavia, la lentitud de las películas rusas y otras sorpresas, se dieron cita en la reunión de cinéfilos que, en términos generales, terminó siendo el Salón.
Monseñor desnudo
En España el público se dividió seclariamente para aclamar o rechazar "Padre nuestro", del director Francisco Regueiros, una de las cinco películas enviadas al evento. En Colombia no hubo divisiones, muchas veces la risa fue unánime en la historia de la prostituta, nieta del Obispo español que casi fue Papa.
Desde la segunda función, los asistentes manifestaban su curiosidad por el filme que mostraba la curia en un burdel y al Obispo negociando el monopolio de los vinos de consagración; sin maniqueísmos, los cinéfilos bogotanos nunca pensaron en espantar el público como sucediera en Europa con la película "María de mis amores" y con ésta.
Igualmente crítica resultó "Stico", de Jaime Armiñán, opcionada al Bochica de Oro como ópera prima del Salón. La historia del maestro en derecho romano que decide convertirse en esclavo de uno de sus alumnos, cuando se convence que la libertad no es posible. La trama llega a la conclusión de que "no existe libertad ni para dejar de ser libre".
"Fanny Pelopaja", de Vicente Aranda, "Opera prima" de Fernando Trueba, galardonada en el pasado Festival de Cartagena, y "Zancos" de Carlos Saura, completaron la muestra de las películas españolas con historias y humor en nuestro idioma. Una cinematografía que busca y gusta al público latinoamericano.
Motivos de sangre
No sólo con la retrospectiva del director mexicano Jorge Fons se vio la inquietud del cine de este país por inquirir sobre los crímenes en los sectores marginales de sus gigantescas ciudades.
Tanto la historia de "Los albañiles", en la que la Policía termina adjudicando la muerte del almacenista a cualquiera de sus compañeros de trabajo en la construcción de un gran conjunto de apartamentos, como en "Caridad", "Cinco mil dólares de recompensa" y "Así es Vietnam" de Fons, mostraron un manejo del color rojo siempre enmarcado en su problemática social.
Felipe Cazals, también mexicano, con mayor utilización de estrellas y nombres de vedettes en su película "Los motivos de Luz", hacía una honda reflexión sobre la pobreza en la historia de Luz, quien inconscientemente había matado a sus ocho hijos.
En la margen de Latinoamerica
"Hechos consumados", una historia de amor en el Chile actual en el que la represión hace imposible hasta la relación hombre-mujer, llevada al celuloide por Luis Vera; "Pisingaña" del colombiano Leopoldo Pinzón y diez películas latinoamericanas más, en competencia por el Bochica de Oro al mejor largometraje iberoamericano de ficción, ilustraron esa dura realidad latina que no enseñan todavía los libros de historia.
Pero también pudo verse el arribismo de los cubanos, aun en el socialismo, en la película "Se permuta", y tener datos gráficos de la vida en el nuevo Nicaragua con "Estos sí pasarán" y "La historia de un cine comprometido", de ese país.
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Cien películas en dos semanas.
Quienes pretendieron mirar las tres muestras (competitiva, informativa y las retrospectivas) terminaron intoxicados de fotogramas en el II Salón Internacional de Cine, un evento que pide a gritos mayor apoyo para alcanzar su verdadero público: todos los colombianos.--
Ignacio Gómez