CRUCE DE CAMINOS

La historia ecuatoriana recreada en un género entre crónica y cuento

26 de septiembre de 1983

"Jumande o la confabulación de los brujos" Piedad y Alfredo Costales, Editorial Oveja Negra, 1983, 93 páginas.
Jumande fue uno de los brujos que dirigió la rebelión de los indios quijos, al oriente del Ecuador, contra la dominación española, en 1578. El episodio de esta rebelión ha sido rescatado por los esposos Piedad y Alfredo Costales y sirvió como materia prima para la elaboración de un relato que es válido como documento y como narración histórica. El señor y la señora Costales -conocidos mayormente en el medio intelectual del Ecuador- están vinculados al estudio de las ciencias sociales y a la investigación antropológica con notable intensidad; suyos son la "Historia social del Ecuador" (4 volúmenes) y el "Diccionario Folklórico o el Arbol de Dios", (3 volúmenes). Ahora con "Jumande", basado por entero en crónicas históricas, emprenden un género que se encuentra en el cruce de caminos del cuento y la narración histórica. Feliz encuentro, porque el lector actual -no hablamos del especialista- bajo esta forma logra interesarse por episodios históricos con la expectativa con que abraza cierta literatura de aventuras. Aunque no sea propiamente un texto literario, "Jumande", se lee como una novela corta. Ciertamente no fue la "Confabulación de los brujos", un episodio decisivo en la historia de los levantamientos americanos, pero sus características lo hacen de especial interes. Allí se manifestó en forma temprana la ferocidad de la fuerza ciega de una rebelión irracional como el resultado natural del quebranto de una cultura, rebelión que los autores señalan como "un movimiento profético del siglo XVI". Por otra parte es significativo que la rebelión no fuera concebida ni dirigida por los guerreros sino por los brujos. Y es un hecho excepcional si lo entendemos como lo que realmente fue: una guerra religiosa. Se sabe que el poder misterioso que los brujos confieren a sus dioses los materializan en preceptos y mandatos. El poder que los brujos han aprendido a ejercer -que permanece siempre dentro del espíritu religioso- lo utilizan en las ceremonias rurales por medio de los tóxicos y alucinógenos para abrir el acceso a lo sagrado, en donde los dioses manifiestan su voluntad. En esta circularidad de creencia, invocación y cumplimiento activo se resuelve el devenir mágico del indígena, pero también su devenir histórico. Prueba de ello serian las profecías que los sacerdotes aztecas conocieron acerca del advenimiento de un dios que fatalmente coincidieron con el desembarco de Cortés en México. (Esta confusión -como bien es sabido- entre el advenimiento mítico y la llegada de los conquistadores, llenó de confusión y luego selló la suerte de los aztecas). Prueba de ello, a escala más modesta, es el episodio de la rebelión de los indios quijos del Ecuador, que se inicia con una ceremonia religiosa. El brujo Guami -que había sido humillado y apaleado- para resacir la afrenta convocó a una reunión secreta. En ella habló y gesticuló, bebió la poción de "ayahuasca", y "guaysa", entró en trance y luego salió con pequeños saltos de la casa ceremonial y contorsionándose una y otra vez se perdió en la espesura del bosque. Los otros brujos y caciques aguardaron, masticando coca. Cuando cae la tarde y el resplandor del fuego forma un incierto panorama de sombras en el recinto, abruptamente aparece el brujo Guami en estado de trance y exclama: -Yo vengó de las entrañas del Sumaco... Yo vengo de alli, parlando con Sabéla... Yo vi... yo vi a todos los supais: a Ila Bamba supai, a Pullo Coco, a Ingaro, a Cahuan, a Tunchi a Juri juri, Sr, yo los vi y hable con ellos, ¡hable! ¡hable! Y más adelante:Yo vi a Sabéla, la señora del infierno y ella me ha ordenado acabar con los blancos... con todos ellos, porque nos han quitado la libertad. La rebelión fue aplastada, Jumande y otros cabecillas ajusticiados ejemplarmente en Quito. Los brujos volvieron a sus viejas artes adivinatorias y los indígenas a su antigua sumisión; dos siglos después Tupac Amaru, en 1780, incendia con su grito rebelde el corazón inconforme de los sometidos.