CINE

“La fortaleza del cine es que no conoce fronteras”

SEMANA habló con Rachid Hami, el joven cineasta invitado al Festival de Cine Francés que inició el pasado 20 de septiembre y se prolongará hasta el próximo 22 de octubre.

27 de septiembre de 2017
| Foto: Diana Rey

Como cada año a mediados de septiembre, el Festival de Cine Francés trae a Colombia una amplia programación dirigida a toda clase de público. “Ya van seis años desde que se tomó la decisión de innovar en la programación para vincular al público joven: trayendo películas inéditas, claro está, manteniendo la fidelidad de los asistentes que siempre nos han acompañado a lo largo del festival”, asegura Gilma Rubio, agregada audiovisual adjunta del festival.

Este año los habitantes de 19 ciudades del país podrán disfrutar de la proyección de unas 23 películas inéditas, en su mayoría de 2016 y 2017, y de 13 cortometrajes, entre otros.

El objetivo es difundir la creación contemporánea del cine francés: las últimas películas y estrenos y, además, dice Rubio, “mostrar los clásicos que son películas emblemáticas y hacen parte del patrimonio cultural  cinematográfico”.

En esta, su versión 16, todo es una novedad. Una de ellas es la presencia del joven cineasta Rachid Hami, que luego de su paso por el Festival de Cine de Venecia, llega a Colombia con su ópera prima La Mélodie. SEMANA habló con él un día después de la proyección de su película en Bogotá, que está dentro del marco del festival y oficialmente estará el 23 de noviembre en las salas de cine a nivel nacional. 

SEMANA: ¿Cómo fue el proceso de pasar de actor a director?

Rachid Hami: Mi deseo inicial era ser director. Conocí a Abdellatif Kechiche, pero él me ofreció un rol como practicante en actuación. Me dijo que si quería ser director primero debería ser actor para comprender como piensan los actores y  cómo se debe dirigir a un actor. Para mi son cosas que evolucionaron juntas. No hubo una transición sino que poco a poco la realización y la escritura fueron tomando un lugar más grande.

SEMANA: ¿Qué significa para usted que La Mélodie haya estado en el Festival de Cine de Venecia? ¿Qué espero ahora que está en Festival de Cine Francés en Colombia?

R.H.: El Festival de Cine de Venecia es uno de los tres más grandes del mundo y el festival más viejo que existe, y yo estuve en la selección oficial fuera de competencia.  Fue una experiencia muy fuerte ver a la película nacer allá, compartirla con la gente en Italia y mostrarla a los periodistas internacionales. Ha sido la experiencia más importante en mi joven carrera como director. Y ahora estoy en Colombia, y es un honor poder compartirla con el público colombiano, confrontar mi película con una cultura diferente, aun sabiendo  que aquí hay proyectos similares. Pero sé que La Mélodie tendrá un eco particular en este país y eso me hace muy feliz.

SEMANA: ¿De dónde surge la idea de mezclar la educación, la música, los  jóvenes rebeldes y un profesor que no quería ser profesor?

R.H.: Eso viene de mi experiencia personal. Yo seguí durante más de dos años el programa Démos de la filarmónica de París, una orquesta en donde los protagonistas son los niños, y eso me inspiró a crear esta película. También me interesaba crear personajes como Simón, el profesor, pero no quería que fuera el típico profesor superhéroe que llega a salvar a los niños. Quería que la historia estuviera en los dos sentidos; que él también pudiera sacar algo y aprender de esa experiencia.

SEMANA: ¿Los niños que aparecen en la película son actores?

R.H.: No tenían experiencia en actuación y no tocaban violín, y ese fue uno de los criterios más importantes para escogerlos. Son niños de los barrios más pobres de París y los formamos para esta película. Yo lo que quise hacer con ellos fue desarrollar una relación de gran hermano donde yo era el mayor y no el director. La idea era que ellos pudieran entrar en confianza y así, de esa manera, lograr que pudieran ir más allá de su rol de actores: ellos son realmente el personaje, son una mezcla de lo que ellos son y lo yo  quise que fueran a través de la escritura de la película.

SEMANA: ¿Fue largo el proceso para que los niños aprendieran?

R.H.: Fueron tres meses de preparación. Creé un protocolo: los niños tenían curso de violín dos veces por semana y también tenían cursos para ensayar el guion. Pero cuando llegaban al set yo cambiaba todo con el fin de que los niños tuvieran más frescura, estimularan su cerebro, se vieran más naturales y no simplemente recitaran un texto. Sin embargo, en las clases y ensayos sí se manejaba  el mismo tema de las escenas y secuencias.

SEMANA: ¿A qué le quería apuntar con esta película?  

R.H.: Es una gran pregunta. El primer objetivo era hacer cine a partir de los personajes que uno solo ve a en las noticias y en los reportajes, niños que muchas veces los tratan como estadísticas, que los tratan como un tema. Yo lo que quería era contar esos personajes de una manera novelesca. Otro era hacer una película de autor que fuera para el gran público, hablo de ese tipo de películas en las que uno sabe lo que va a pasar al final: el que quiere ser bailarín al final es un gran bailarín. Es a través de esa estructura narrativa que se crean formas de actuar diferentes. Yo casi nunca he visto un niño negro tocando violín en un techo de un gueto.

SEMANA: ¿Cómo ve el panorama del cine francés que se mueve entre los clásicos y los directores emergentes?

R.H.: Existe una bipolaridad. En este momento hay películas que son grandes producciones para un gran público, pero que son mediocres. Son comedias con un contenido un poco vulgar. No solo en su contenido, sino en la manera de hacer cine: es simplemente comedia para que las masas se rían un rato. Pero cada vez hay menos de estas películas porque los espectadores están más educados, tienen acceso a muchas imágenes y muchas producciones  en plataformas como Netflix. En el otro lado están las películas de autor que son un poco más egoístas por decirlo así, pero que son películas más artísticas. Yo veo en esta generación, a la cual pertenezco, una voluntad de llevar las cosas al medio, donde existan películas de autor, pero al mismo tiempo que sean asequibles para el gran público.

SEMANA: ¿Para usted qué es una película de autor?

R.H.: Es una película que se caracteriza por una densidad humana e intelectual. Son  películas que tratan temas cotidianos, psicoanalíticos, filosóficos y sociales. Y se caracteriza por la calidad de los personajes, la puesta en escena, la actuación y la producción.

SEMANA: ¿El cine colombiano es visto en Francia?

R.H.: Desafortunadamente no. Mi visión sobre el cine Colombiano es que es un país que está en mucho movimiento y está construyendo su identidad cinematográfica. En Francia vemos película argentinas o brasileras cuando se trata de ver cine latinoamericano.

SEMANA: El Festival de Cine Francés es una oportunidad para que los colombianos se conecten con el cine galo, pero ¿podría servir para que los franceses empiecen a conocer el cine colombiano?

R.H.: Sí. Lo más importante es compartir. Para mí es un gran placer estar hablando de cine con diferentes personas y especialmente con otras culturas. Creo que el cine tiene esa fortaleza de no conocer fronteras. Es muy importante lo que está pasando en Colombia con el festival, porque le permite a las personas acceder a películas diferentes, no solo las que envían de Estados Unidos para las masas.

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