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La producción expone los que considera secretos de las energías limpias. Por ejemplo, que los aerogeneradores y los paneles de energía solar no son una verdadera solución, pues dependen para su construcción y funcionamiento de los combustibles fósiles. | Foto: ESTEBAN VEGA LA-ROTTA

CONTROVERSIA

Michael Moore: ¿Traidor a la causa ambientalista?

El realizador lanzó ‘Planet of the Humans’, un polémico documental que cuestiona el impacto de las energías renovables y los intereses de los personajes que las apoyan. El movimiento verde y el público que en el pasado lo aplaudieron ahora lo atacan con vehemencia.

16 de mayo de 2020

Los blancos y estilizados aerogeneradores de los campos de energía eólica y los paneles de energía solar, cuya existencia simboliza las energías limpias y renovables, nunca habían sido denunciados como engranajes de una treta macabra. Eso cambió hace pocas semanas, con el estreno en YouTube del nuevo documental ‘presentado por’ Michael Moore: Planet of the Humans. La producción provocó un fuerte rechazo en la comunidad ambientalista. Para expertos y activistas como la canadiense Naomi Klein, la película propaga la desinformación de la cual parte: “Es muy desmoralizante ver el daño que ha hecho en un momento en el que muchos están listos para cambios profundos”, aseguró.

En términos generales, la cinta plantea que la energía renovable es tan dañina como la energía fósil porque se apoya en esta y la necesita, mientras el público permanece en la ignorancia. Denuncia, entre otros temas, que los paneles solares necesitan componentes producto de la minería; que la biomasa es un eufemismo para la tala indiscriminada de árboles; que empresas como Tesla y Apple se dicen sostenibles pero siguen dependiendo de la misma energía que el resto; que las grandes corporaciones financian a algunos ambientalistas de alto perfil en Estados Unidos; que personajes como Michael Bloomberg y Richard Branson se subieron al bus de lo renovable, pero, como Al Gore, lo hicieron como estrategia de negocio, no por convicción.

Por los nombres que maneja, por la narrativa que hilvana, la producción intriga así desnude sus costuras. No siempre es fácil de ver, presenta algunas imágenes chocantes (posiblemente evitables), y da voz a investigadores y antropólogos que apoyan su idea principal: hay demasiados humanos, el consumo desmedido es el verdadero enemigo y quizás sea irreversible. Es un documental sin soluciones, desesperanzador, al cual el crítico de cine del diario The Guardian, Peter Bradshaw, calificó con 4 estrellas sobre 5. En ese mismo diario, varios artículos han destruido a la cinta, y bien vale dibujar la línea entre estas valoraciones.

Lo único que no hace Michael Moore en Planet of the Humans es dirigir. Delega esa labor a Jeff Gibbs, un amigo y colaborador de larga data, también nacido en Flint, Míchigan, que narra el cuento desde su perspectiva de creyente desilusionado por las energías renovables y por su impacto devastador en la Tierra. Pero la producción lleva el nombre de Moore y tiene su estampa narrativa, por eso la han visto tanto y ha causado revuelo. Sobre las críticas de otros ambientalistas, Moore aseguró: “El punto real es que solo parece aceptable que tus amigos te digan lo que estás haciendo mal. Nosotros somos parte del movimiento ambientalista, Jeff y yo hemos integrado esto desde el primer Earth Day… y es necesario expresar que la lucha no se está ganando y se debe hablar sobre cómo actuar”.

Michael Moore es productor ejecutivo del documental, al que presta su estilo personal. Nunca replicó el éxito de Fahrenheit 9/11 pero sigue dando de qué hablar.

El escándalo y la polémica no le son ajenos al documentalista, que no ha temido enfrentar en el pasado a organizaciones poderosas en su país, como la Asociación Nacional del Rifle (NRA) o al propio Gobierno. Sin embargo, hay algo radicalmente distinto en esta ocasión. Las críticas vienen del público que vio Bowling for Columbine y luego pagó por ver en cine su Fahrenheit 9/11 hasta hacerlo el documental más taquillero de todos los tiempos en Estados Unidos, con una taquilla de 222 millones de dólares. En esta oportunidad, las críticas vienen de decenas de académicos y realizadores audiovisuales. Es el caso de Josh Fox, director de Gasland (un documental nominado al Óscar enfocado en el nefasto fracking), quien ha liderado la campaña de desprestigio y abrió una petición para retirar el documental de la plataforma: “Moore y Gibbs han entendido todo tan mal que han provocado ira en todo el mundo de la ciencia climática”.

Al cierre de esta edición, el documental ya sumaba más de 7 millones de vistas. El debate sigue caliente y las acusaciones se han recrudecido. Moore es ahora considerado un portavoz de la extrema derecha y de los negacionistas del cambio climático. Estos ataques también resultan en ciertos casos exagerados, pues el documental no niega el cambio climático; de hecho, establece que desde los años sesenta es una realidad.

Moore no tiene intención de retirar el filme, mucho menos después de que la organización PEN, que vela por la libertad de prensa, calificó la petición como un “llamado a la censura” y añadió que “aquellos que tienen problemas con la cinta tienen todo el derecho a expresar sus preocupaciones y sus argumentos. No obstante, antes que todo, el público tiene el derecho esencial a ver el documental y emitir sus propios juicios”.

Un cuestionamiento tan fuerte sobre las energías renovables y sus efectos en un momento en el que miles de ciudadanos protestan las medidas para su propia protección en una pandemia iba a pisar muchos callos. La libertad de expresión es esencial, pero no deja de preocupar a muchos académicos que este documental presenta información supuestamente superada. Las imágenes y ejemplos de los cuales se sirve, en varios casos, datan de 2011 y 2010.

Según la película, Al Gore emprendió una cruzada ambientalista y luego vendió su iniciativa a Arabia Saudita.

El profesor Mark Diesendorf, experto en sistemas, sostenibilidad y energías renovables, dijo a The Guardian que la idea de que las energías renovables son tan dañinas como los combustibles fósiles es “caduca, superficial, simplista, engañosa y muy amañada”. Diesendorf también explica que el documental presenta con insistencia a la biomasa como una opción importante, pero que hoy día muy pocos la consideran y la mayoría la rechaza de tajo.

Por su parte, Ozzie Zehner, otro productor de la cinta, ha publicado antes sobre los secretos sucios de la energía limpia, y aparece como una de sus voces más consultadas. Frente a las críticas que su producción ha suscitado, asegura: “El movimiento ambientalista actual seguirá insistiendo en que las turbinas y los paneles solares serán más y más eficientes y baratos. Lo que no pueden ver es que eso poco importa. Estos se basan en procesos tecnológicos que requieren combustibles fósiles en su construcción. Por eso no estamos mejor de lo que estábamos cuando empezamos en esto hace 30 años”.

Con Fahrenheit 9/11, Michael Moore rompió récords de taquillas para el género en 2004, y se llevó la Palma de Oro en el Festival de Cannes. Ganó el Óscar con Bowling for Columbine en 2003. En 2020, casi dos décadas después, prueba que, como pocos, tiene una voz y una marca capaz de generar discusiones fuertes, de un lado o del otro.