Home

Cultura

Artículo

NO FUE COMO LO PINTAN

Un estudio sobre Caballero y Góngora, facetas no tan ejemplares del arzobispo virrey

20 de febrero de 1984

"El veneno del Arzobispo", Marco Antonio Fonseca Truque, Ediciones La Cara Oculta, 260 páginas, Bogotá, 1 983
Este es un apasionante estudio histórico en el que el principal protagonista es un arzobispo que ha tenido muy buena prensa en Colombia: Antonio Caballero y Góngora. Para numerosos ensayistas colombianos el arzobispo-virrey ha sido el paradigma de magistrado en quien se conjugaron las mayores virtudes: el saber, la prudencia y la caridad cristiana. La veneración por él es uno de los denominadores comunes en la historiografía oficial. Marco Fidel Suárez llegó, por ejemplo, a escribir que Caballero y Góngora "en el orden moral, material, científico y administrativo, fue uno de los gobernantes más aptos y afortunados que ha tenido nuestra patria".
Sin embargo, un examen desapacionado de los actos del arzobispo-virrey, a la luz del derecho y la psicología modernos, obliga a tomar con suma cautela tales elogios y a emprender una revisión drástica de lo que hasta la fecha se ha tenido como verdad respecto de ese, y otros personajes de nuestra historia. Marco Antonio Fonseca, uno de los estudiosos más profundos de ese período, se ha embarcado precisamente en tal empresa. Después de hacer un pormenorizado seguimiento de todas las fuentes históricas que documentan la trayectoria del prelado desde que llegó a la Nueva Granada en 1778 hasta su salida para España en 1789, llega a la conclusión dramática de que Caballero y Góngora, lejos de ser un esplendido y candoroso gobernante, llegó a cometer actos que hoy, "a la luz de un derecho igualitario y democrático son vulgares crímenes de Estado", de un "espeluznante fondo moral". La tesis del autor es que su Señoría Ilustrísima,en su afán por eliminar todo obstáculo que pudiera interponerse a sus ambiciones de mando, ordenó y dirigió implacablemente el envenenamiento del virrey Pimienta, su antecesor, y del oidor José de Osorio, conocido entre nosotros por su actuación en la contensión del movimiento de los Comuneros.
Como se sabe Caballero y Góngora ha sido quizás el único gobernante en la historia del país que ha logrado reunir en su persona, y en un momento político crucial, todos los poderes: el eclesiástico, el político, el militar y el administrativo. Además de virrey y arzobispo el fue, a un mismo tiempo, gobernador general de las provincias de la Nueva Granada y presidente de la Real Audiencia, concentrando "la más grande autoridad que haya existido en nuestro suelo en el transcurso de todas las épocas".
Entre los elementos que analizó el autor del libro para hacer tal acusación están los sintomas de las repentinas dolencias que llevaron a la tumba a Osorio y Pimienta y los dictámenes médicos sobre ellas de facultativos de la época, incluido el del sabio Mutis. Un grupo de médicos forenses contemporáneos también intervinieron en la elaboración de ese fallo. No obstante, la hipótesis de los envenenamientos no es del todo de Fonseca Truque. Dos recios historiadores colombianos del siglo XVIII, José Antonio de Plaza y Francisco Silvestre Sánchez, consultados exhaustivamente por Fonseca Truque, hicieron leves insinuaciones en ese sentido al referirse a la muerte del virrey Pimienta, sin que los historiadores tradicionalistas se hubieran tomado la molestia, hasta el momento, de investigarlas, permitiéndole a Caballero y Góngora, como dice nuestro autor, "pasar impune a la historia, ganándose una amnistía gratuita durante doscientos años".
Fonseca, quien próximamente entregará otros dos volúmenes, uno de los cuales será sobre el verdadero perfil de Gonzalo Jiménez de Quesada, además de investigador histórico, ha sido profesor de derecho penal de las universidades Nacional y de los Andes y autor de una historia del delito en Colombia. Pese a tal formación, el libro de Fonseca Truque no es el de un abogado. Escrito con agilidad y gran despliegue de conocimientos sobre el entorno político-histórico de tales sucesos, en "El Veneno del Arzobispo" se halla explicación a hechos aparentemente inconexos como las pugnas entre capuchinos y jesuítas en los dominios españoles, la afición de los Borgia por el uso de venenos y sus efectos en estas tierras, la relación entre la opulencia y las aficiones del arzobispo por la alquimia y la Expedición Botánica, etc. Eventos que no habían sido suficientemente explicados hasta ahora, como el misterioso viaje del prelado a Honda, a recibir al virrey Pimienta, y el verdadero papel del oidor Osorio en el apaciguamiento de los comuneros en Puente Real, son tratados en el libro bajo nuevas luces.
Todo ello hace que "El Veneno del Arzobispo" esté llamado a convertirse en una de las obras más interesantes y polémicas de 1984.