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De líder y nuevo zar de las esmeraldas, ‘Pedro Orejas’ y sus hombres, según las autoridades, se convirtieron en un factor de desequilibrio que amenaza con la débil paz que se firmó hace 16 años en la región

Actualidad

De verde a rojo fuego

Pedro Nel Rincón, uno de los nuevos zares de las esmeraldas y acusado de varios asesinatos, podría desatar una nueva guerra si el Estado no asume el control de la zona.

7 de junio de 2008

La débil paz que por más de 16 años se ha vivido en la zona esmeraldífera de Boyacá está a punto de romperse. Si bien esta vez los grandes patrones no son los involucrados, el enfrentamiento de dos reconocidos esmeralderos y líderes de la región los tiene en estado de alerta, pues la guerra de las esmeraldas podría regresar. Desde hace un par de semanas fue acusado de asesinato Pedro Nel Rincón, conocido como 'Pedro Orejas', accionista de La Pita, una de las minas que más esmeraldas produce en el país. Y desde la semana pasada fue incluido en la lista de los hombres más buscados y peligrosos de Boyacá.

La noticia no pasaría de la crónica roja si no fuera porque, a pesar de la ley del silencio que cubre los crímenes cometidos en esta zona, el denunciado es uno de los nuevos zares de las esmeraldas. 'Orejas' combatió y sobrevivió a la 'guerra verde', en la década de 1980. Hace unos seis años llevó a la región y avaló a Yesid Nieto, un misterioso hombre que en poco tiempo haría historia en la región.

Nieto invirtió millonarios recursos e hizo empresa, no sólo en La Pita sino en otras minas. Pronto se ganó la confianza de la población y se convirtió en uno de los mayores exportadores de esmeraldas del país. Lo cierto es que hace unos tres años se desató una guerra entre los socios de La Pita. Frente al trabajo social que Nieto había hecho en la zona, los habitantes lo protegieron y se opusieron a que algo le pasara. Pero tras sobrevivir a un atentado en su apartamento, el 17 de octubre pasado, fue encontrado muerto en Guatemala.

La muerte de Nieto y los supuestos abusos de 'Pedro Orejas' acabaron con la paciencia de la comunidad. '"Orejas' y sus hombres cometieron muchos crímenes, y la gente se cansó de aguantar en silencio", dijo un líder de la zona. Por ello, esa tradición se rompió el primero de mayo. Ese día 'Orejas' llegó a Pauna en busca de su ex cuñado, Maximiliano Cañón, con quien tenía fuertes fricciones. Pero sólo encontró a su escolta, Miguel Antonio Pinilla. Tras un corto diálogo, este se lo comunicó al celular. "Me preguntó que dónde estaba y qué cuándo iba. Le dije que estaba en Bogotá. De un momento a otro me empezó a insultar y a decirme que me iba a matar a mí y a mi familia", denunció Cañón a la Fiscalía.

'Pedro Orejas' colgó, caminó hacia Pinilla y le entregó el teléfono. Después sacó su pistola y le disparó dos veces en la cara, y después, al caer al piso, le descargó 12 disparos. Se subió al carro con sus escoltas, y salió del pueblo", dice Luis Pinilla, concejal de Pauna y hermano de Miguel Antonio. Más de 30 personas vieron el crimen, pero sólo Maximiliano y tres testigos más han denunciado los hechos. Rincón está prófugo.

Faltaba lo más insólito. Horas después, un hombre se entregó a las autoridades diciendo que él había asesinado al escolta, pero en su cuerpo no fueron hallados rastros de pólvora y el arma que entregó no coincidió. Y a pesar de las denuncias, a las que se han ido sumando otras dos más por homicidio, la Fiscalía regional nada ha hecho. "Quieren comprar el caso, como lo han hecho con otros, amenazándo las familias, cambiando las pruebas y diciendo que mi hermano se murió de un infarto", dijo Luis Enrique Pinilla.

Lo cierto es que mientras Rincón no sea capturado o se entregue, el miedo a que se desate una guerra esmeraldífera es cada vez mayor. Y eso preocupa a los viejos líderes de la región. Esperan que el fiscal general, Mario Iguarán, quien tiene en su despacho las denuncias, tome cartas en el asunto y asuma las investigaciones, para evitar una guerra innecesaria y quitar las sombras sobre los fiscales regionales que llevan el caso. Y que el Estado aproveche esta coyuntura para asumir el control definitivo de la zona, pero no sólo con Policía y Ejército, sino con todo su aparato judicial, social y económico. Para que de una vez por todas el occidente de Boyacá salga del atraso en el que se encuentra.