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| Foto: AFP

PERFIL

La mujer que puso en jaque a la FIFA

Loretta Lynch, la afroamericana que es fiscal general de EE. UU., busca poner fin a la corrupción en la Federación.

Juan Carlos Iragorri, corresponsal de SEMANA en Washington
27 de mayo de 2015

Las directivas del Durham High School, en Carolina del Norte, pasaron trabajos para que Loretta Lynch, la fiscal general de Estados Unidos que acaba de meter en cintura a 14 personas, entre directivos y empresarios, vinculadas con la FIFA, pudiera recibir el título de mejor bachiller.

Temían que en ese estado del sur del país les llovieran críticas porque se trataba de una joven afroamericana. Al final optaron por una solución que les pareció salomónica, pero era injusta: les dieron el título a tres jóvenes, una de las cuales era blanca.

Ya entonces mucha gente en Durham, una ciudad conocida por ser la sede de la prestigiosa Universidad de Duke, tenía claro que Loretta Lynch iba a llegar lejos.

Nacida hace 56 años cerca de allí, en Greensboro, se había destacado desde niña en un hogar de dos hijas y un hijo donde el padre, el pastor baptista Lorenzo Lynch, había sufrido los rigores del racismo.

Aún recuerda que, cuando viajaba a otro Estado para evangelizar, no podía siquiera entrar a un baño a pie de carretera. Solo entraban blancos. La esposa de Lorenzo, madre de la fiscal, de nombre Lorine, era humilde. “Yo le dije un día a Loretta que iba a recoger cosechas de algodón para que ella nunca tuviera que hacer lo mismo”, señaló hace poco.

Loretta fue admitida luego en la Universidad de Harvard para cursar la carrera de Literatura Inglesa y Americana, y logró entrar enseguida allí mismo a la especialización de Derecho, de donde se graduó en 1984.

Diploma en mano, firmó un contrato en Cahill Gordon and Reindel, una firma de Wall Street, pero seis años después aceptó una rebaja de tres cuartas partes del sueldo para dedicarse a lo que quería: la rama judicial.

Fue nombrada en la Fiscalía del Distrito Este de Nueva York, que cubre zonas como Brooklyn, Queens y Long Island, uno de sus mayores logros fue la condena a varios policías que habían sodomizado en un baño a Abner Louima, un inmigrante haitiano.

Mucho después, en 1999, el presidente Bill Clinton la nombró en reemplazo de quien había sido el jefe de ella en la Fiscalía, Zachary Carter, que la admiraba y la calificaba de “imperturbable”.

Pasado un tiempo, Loretta volvió a ganar notoriedad cuando en pleno gobierno de Barack Obama entró también a formar parte del comité consultivo del fiscal general Eric Holder, primer afroamericano en ocupar el cargo. En los últimos años, hubo sospechas sin embargo de que actuó con mano blanda ante un caso de evasión de impuestos del HSBC.

Casada en 2007, Obama decidió en noviembre del año pasado que la iba a nombrar en reemplazo de Holder. Lo consultó al Senado, como manda la ley, y la aprobación se produjo el 23 de abril, es decir hace poco más de un mes. “Loretta ha invertido toda su vida en la lucha por una justicia igual para todos como uno de los fundamentos de nuestra democracia”, dijo el presidente ese día.

De ese modo se convirtió Loretta Lynch en la primera afroamericana que llega a la Secretaría de Justicia o Fiscalía General, y en la segunda mujer en alcanzarlo después de Janet Reno, que se sentó en ese despacho entre 1993 y 2001, en tiempos de Bill Clinton.

Desde entonces ha puesto en marcha dos investigaciones de hondo calado. El 8 de mayo anunció pesquisas a la Policía de Baltimore por la muerte del afroamericano Freddie Gray, y esta mañana dio una rueda de prensa para explicar los alcances de las averiguaciones a los directivos de la FIFA. Faltan aún las condenas. Pero, lo hecho, no es poco en tan poco tiempo.