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TODOS CONTRA MIGUELON

EN EL TOUR DE FRANCIA QUE EMPEZO EL SABADO PASADO LOS CICLISTAS TIENEN UNA SOLA META: VENCER A MIGUEL INDURAIN. QUIEN PODRIA HACERLO?

29 de julio de 1996

El director del Tour de Francia, ex gregario del mítico Jacques Anquetil y redactor jefe de 'L'Equipe', Jean Marie Leblanc, es tal vez la única persona del mundo que por estos días se ha atrevido a decir que el ciclista español Miguel Indurain no es perfecto: "Yo diría que de él emana una verdadera aura física e intelectual, posee una magnífica maquinaria física y una gran inteligencia de carrera, luce una especie de sabiduría innata pero... no habla el mínimo de francés que se esperaría de un campeón que ha elegido a Francia como territorio predilecto para expresarse". Precisamente por la calle más universal de Francia, los Campos Elíseos de París, el próximo domingo 21 de julio, Indurain podrá convertirse en el ciclista más importante de la historia si ese día sube al podio con la camiseta amarilla. Habrá ganado su sexto tour consecutivo y de paso romperá en mil jirones las hazañas de Jacques Anquetil, Eddy Merckx y Bernard Hinault, a quienes actualmente se les venera por haberlo ganado en cinco ocasiones. Sin embargo, Indurain tendrá a lo largo de los 3.835 kilómetros de una carrera que además de Francia también pasará por carreteras de Holanda, Bélgica, España e Italia, a varios enemigos que lucharán a muerte para arrebatarle su más preciado sueño. Algunos son fantasmas del pasado y otros gladiadores de carne y hueso que no quieren conformarse más con un segundo puesto. Entre los primeros está la sombra de los hombres que se le midieron antes a semejante proeza y que fracasaron justo cuando cumplieron los 32 años, edad que el español alcanzará en plena carrera, el 16 de julio, un día antes de la etapa reina de los Pirineos y a cuatro de la contrarreloj de Saint-Emilion, sobre 63,5 kilómetros. El primero fue Anquetil quien lo intentó en 1966 pero tuvo que abandonarlo ante el ritmo impuesto por una legión de jóvenes impetuosos. "No pude con mis 32 años", sentenció el francés cuando se bajó de la bicicleta sollozante. Luego vino el belga Merckx, quien lo intentó dos veces: en 1975 fue segundo y en 1977 sexto. Un mes antes de disputarse el tour del 78 cumplió la fatídica edad y anunció su retiro definitivo. Finalmente el francés Hinault, quien alcanzó a ser segundo en el tour de 1986 cuando cumplió 32 años. De inmediato guardó la bicicleta para siempre. Indurain es consciente de su edad pero también de sus capacidades. Eso lo dejó en claro el miércoles de la semana pasada al responder categóricamente mientras se entrenaba entre los dorados cultivos de cebada que rodean las carreteras de Villava, una pequeña población de Navarra donde Indurain vive con su mujer, Marisa, y su hijo Miguel Indurain López, nacido el pasado 7 de diciembre: "tengo claro que desde hace un par de años me cuesta más ponerme a punto. Ahora soy menos explosivo en la contrarreloj pero también sé que hoy me siento mejor que antes". Sus palabras no tienen la menor dosis de prepotencia porque si por algo está metido en el corazón de los aficionados del planeta es por su tremenda sencillez, vista por los colombianos en vivo y en directo en los mundiales de ciclismo realizados en Bogotá y Boyacá. La frase es más bien producto de la confianza que tiene en su cuerpo calificado sin excepción por todos los medios especializados como una 'máquina humana'. Y a esa máquina es a la que muchos quieren ver fallar aunque objetivamente los candidatos a derrotarlo se pueden contar con los dedos de una mano. Los rivales En primer lugar está el francés Laurent Jalabert. Además de jugar de local tiene varias ventajas que pesarán mucho a su favor. Milita en la poderosa escuadra de la Once, que también tiene en sus filas al suizo Alex Zuelle con quien ha realizado una pretemporada calificada de 'espléndida'. Por algo está ahora en el primer lugar del escalafón por equipos elaborado por la Unión Ciclística Internacional _UCI_. Jalabert además de ser un extraordinario corredor tiene en su hoja de vida dos gestas con las que se metió profundamente en el corazón de los aficionados que estarían dichosos de que fuera él quien pusiera punto final al reinado de Indurain. En la etapa de la Cumbre de Sierra Nevada en la Vuelta a España de 1995 y cuando sobre la Once caía una lluvia de indignación porque se le acusaba de querer ganar todo con una prepotencia innecesaria, Jalabert tuvo la oportunidad de ganarle a Bert Dietz quien llegaba muerto después de cabalgar en solitario durante 200 kilómetros. Pero no solo se detuvo sino que animó a su rival como el mejor de sus hinchas hasta que lo vio cruzar primero la meta "porque él se la merecía". Un año atrás, en un accidente ocurrido el 3 de julio de 1994 en el Tour de Francia, Jalabert había quedado como un mártir en el asfalto con varios huesos de la cara rotos, su cabeza bañada en sangre y sus dientes en pedazos. Al año siguiente volvió con más temeridad al tour y ocupó el quinto puesto en la general y eso porque perdió 50 segundos en otro accidente. "Para mí el miedo no existe y estoy volando. No voy a ir a la rueda de Indurain porque sería segundo. Iré adelante", sentenció antes de partir el pasado sábado en el prólogo de la vuelta, corrido en Holanda. La otra carta de la Once es precisamente el otro opcionado al tour, el suizo Zuelle. El año pasado Indurain quiso humillarlo, como hizo con un centenar de rivales en la novena etapa del tour para ganarlo por anticipado, pero Zuelle le aguantó el ritmo y además le ganó en la meta. Fue segundo en la general, superando con creces su octava casilla lograda en la edición del 94. Durante el 92 fue poseedor por un día del maillot amarillo. Con sus gafas de intelectual, su inteligencia innata y el equipo que lo acompaña, él es uno de los serios aspirantes a destronar al rey. Dentro de los opcionados aparece otro suizo, Tony Rominger. Paradójicamente sufre una enfermedad crónica que hasta ahora no ha sabido superar: induranitis. Le tiene pavor al navarro. Cuando no está lo gana todo. En 1993, por ejemplo, ganó tres etapas y se perfilaba hacia la cumbre pero Indurain se le atravesó, lo pasó y esto lo mató sicológicamente. Al punto que en 1994 cuando el periódico L'Equipe incluso lo daba como favorito número uno, el fantasma de Indurain se le cruzó de nuevo en el camino y le produjo una presión tal que le causó una gastroenteritis que lo obligó a su retiro de la carrera: "Es el día más triste de mi vida". Si logra picar en punta podrá cumplir con su verdadero sueño: más que ganar el tour, tener la satisfacción de vencer a Indurain. Para ello llega con una preparación exclusiva de cara al tour y con el respaldo del equipo italiano Mapei, uno de los más fuertes del mundo. Al punto que se da el lujo de tener de gregario al joven pero ya calificado monstruo Abraham Olano, conocedor como el que más de Indurain, tal como lo demostró en los campeonatos mundiales de Colombia, donde hicieron el uno dos. Finalmente está el danés Bjarne Rijs. Viene de ser tercero en el tour 95. Ganó la etapa del 94 el día del retiro de Rominger, otra más en el 93 y llega al 96 con una frase que no se inhibe en pronunciar: "Yo no le tengo miedo a Indurain". Ciclísticamente, en Colombia sería comparable a un Fabio Parra. No es el mejor en la escalada pero siempre está entre los primeros, no es el mejor bajando pero siempre llega con ellos y no es el mejor con el cronómetro pero nunca pierde más que unos pocos segundos. La diferencia la marca su autoestima: "Soy un grande", dice sin vacilar. Su talón de Aquiles será el equipo alemán Telekom, que no tiene la fuerza de los anteriores. Indurain debe, pues, vencer los fantasmas del pasado que le serán recordados por su propio cumpleaños y a los hombres atrás mencionados. Y a no ser por una sorpresa, y con todo el respeto que se merecen, no hay dudas de que los demás ciclistas vienen a este tour a ver a la 'máquina' esculpir para siempre su nombre en español porque el que puede llegar a ser el mejor ciclista de la historia del tour apenas balbucea el francés. Es su único defecto.