Home

Deportes

Artículo

TRAS LAS HUELLAS DE 'LUCHO'

Alvaro Mejía y Oliverio Rincón constituyen la única esperanza de que renazca la afición por el ciclismo en Colombia.

23 de mayo de 1994

AL INICIARSE ESTA SEMANA LA VUElta a España, se confirma de nuevo lo que desde hace algunos años es una realidad: esa prueba, que en otra época acaparó la atención de los colombianos, ahora produce tan poca emoción como cualquier doble a Villeta. No hay ningún equipo colombiano en la competencia. Las cadenas radiales del país que antes enviaban a más de 10 periodistas, hoy sólo mandan a dos, y, como si fuera poco, la vuelta no será transmitida por televisión. Colombia sólo está representada por ocho ciclistas: Oliverio Rincón del equipo Onze; Fabio Rodríguez del Class; Alberto Camargo y Luis Espinosa, del Artiach, y Hernán Buenahora, Julio César Ortegón, Yesid Camargo y Néstor Mora, del Kelme.
La única alternativa que tienen estos deportistas para despertar nuevamente la afición al ciclismo es ganar. Ya no sirve quedar de segundo o de tercero, o incluso de cuarto, como Oliverio Rincón el año pasado. Tampoco entusiasma ganar una o dos etapas y apoderarse de la camiseta de montaña. Todo esto ya se ha conseguido, y para los colombianos es normal. Los títulos, cuando se repiten, pierden interés.
No hay que olvidar el recibimiento que se le hizo a Alfonso Flórez cuando ganó el Tour de L'Avenir en 1980.
En esa ocasión los dirigentes organizaron una gran bienvenida, y el país se paralizó. En cambio, cuatro años más tarde, cuando Martín Ramírez logró la misma hazaña, Colombia recibió ese triunfo con cierta displicencia. Algo semejante ocurrió cuando el mismo Ramírez ganó la Dauphiné Liberé en 1984 Y cuando en 1989 y 1991 Luis Herrera consiguió el mismo título. Durante el Tour de Francia del año pasado nadie le prestaba atención a la competencia, hasta que Alvaro Mejía se ubicó en el segundo lugar de la general. Desde entonces los aficionados no se despegaron de la radio y la televisión para seguir la prueba. Pero cuando Mejía perdió su puesto en la contrarreloj individual y cayó al cuarto lugar, lo olvidaron.

NUEVA GENERACION
Lo irónico es que Colombia tiene dos ases en la manga para conseguir logros importantes tanto en la Vuelta a España como en el Tour de Francia. Uno es Oliverio Rincón, quien posee una ventaja que no tuvo Herrera para imponerse en la península: estar en uno de los mejores equipos europeos. Además de los 400.000 dólares anuales que gana Rincón, militar en Onze significa no perder mucho tiempo en el plano y sacar partido en la montaña.
El segundo as, en especial para el Tour de Francia, es Alvaro Mejía, quien aparte de su cuarta posición en 1993, ganó la Vuelta a Cataluña luego de superar en una etapa contrarreloj individual a Miguel Indurain y a Claudio Chiappucci. Demostró ser un ciclista que se defiende en lo plano y que saca ventajas importantes en la montana. El mismo Eddy Merckx confesó que el único que podría destronar a Indurain es Alvaro Mejía.
Con este panorama, en el que se destacan ciclistas de una nueva generación muy profesional en vez de capos importantes, no es fácil explicar por qué ya no hay la misma afición por el ciclismo, y por qué no se valoran los títulos recientes. Al fin y al cabo, el cuarto lugar de Mejía sólo fue valioso para los dirigentes de Motorola, quienes, por esa vitrina, decidieron mantener el equipo una temporada más. Lo que hizo Rincón le significó ser contratado por la Onze. Y los buenos resultados del joven Raúl Montaña -para muchos, el futuro del ciclismo colombiano-, llevaron al equipo italiano ZG Mobili a ficharlo por 150.000 dólares anuales. Como dice el experto Héctor Urrego, "no hay que quedarse en los triunfos del pasado. Hay que entender que lo que hacen hoy en Europa nuestros ciclistas es tan importante como lo que hicieron Herrera y Parra en su tiempo".