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LA PUNTA DEL ICEBERG

Los niveles récord de desempleo solo cuentan parte de la historia de la lamentable situación del mercado laboral en Colombia.

31 de agosto de 1998

Los expertos seguramente debatirán hasta la saciedad cuál es la peor herencia en materia económica que le deja a Colombia el gobierno que termina. Algunos argumentarán que es el déficit fiscal, otros que el déficit de cuenta corriente y otros más que la situación cambiaria. Pero si se le formulara esta pregunta a los colombianos comunes y corrientes la respuesta de la mayoría sería contundente: el desempleo. Y no es para menos. Mientras que de los otros problemas de la economía se enteran solamente a través de los titulares de los periódicos, la crisis del empleo la viven en carne propia millones de colombianos. Las cifras son aterradoras. En septiembre de 1994, recién posesionado el presidente Ernesto Samper, había en las siete principales ciudades del país 443.574 desempleados _un 7,6 por ciento de la población económicamente activa (es decir, de la población en edad de trabajar que tiene empleo o lo está buscando)_. A junio de este año la cifra ascendía a 1.077.273 personas _o sea un 15,8 por ciento de la población económicamente activa,_ la cifra más alta de los últimos 35 años.
Sin embargo la situación es aún más desoladora si se analizan en detalle las cifras del Dane. La calidad del empleo se ha deteriorado considerablemente en los últimos años.El porcentaje de personas que están subempleadas _aquellos empleados que trabajan menos de un cierto número de horas por semana_ aumentó de un 10,4 por ciento de la población ocupada en septiembre de 1994 a un 20,2 por ciento en marzo de 1998. Aunque parte del incremento en estas cifras se debe a gente que escoge trabajar menos, en un país tan pobre como Colombia lo más probable es que la mayoría de este incremento lo expliquen personas que quisieran trabajar más pero no lo logran conseguir. Aparte del deterioro en la calidad del empleo en el país la desigualdad entre la población ocupada también ha aumentado.
A pesar de que el ingreso promedio en las siete principales ciudades aumentó en un 12,5 por ciento en términos reales entre marzo de 1994 y marzo de 1998 _esta tendencia cambió de dirección en el último año_ los trabajadores de mayores ingresos se han quedado con una fracción desproporcionadamente alta de este incremento. La porción de los trabajadores que devengan dos o menos salarios mínimos aumentó de 58,3 por ciento en 1994 a 63,1 por ciento en 1998. En este aspecto la correlación con el nivel de educación es muy clara. Las personas con estudios superiores vieron aumentar sus ingresos reales en un 23,8 por ciento en ese período, mientras que aquellos con educación secundaria, primaria o ningún nivel educativo lo vieron caer en un 5,1 por ciento, un 8,1 por ciento y un 15,2 por ciento en términos reales respectivamente.
Detrás del deterioro de los indicadores de cantidad, calidad y equidad del empleo hay varias razones. Algunas están relacionadas con la coyuntura que atraviesa la economía y otras son de índole estructural. Entre las coyunturales la más importante es la desaceleración de la economía. El crecimiento del Producto Interno Bruto en los últimos tres años ha rondado el 3 por ciento. Este nivel de crecimiento no es suficiente para absorber el rápido aumento de la población económicamente activa, que desde 1994 ha crecido a una tasa del 3 por ciento por año. Otros factores coyunturales incluyen la crisis de la construcción _el número de puestos de trabajo en este sector cayó en un 8,9 por ciento entre 1994 y 1998_ y la revaluación del peso, la cual ha contribuido a aumentar el costo de la mano de obra en Colombia frente a otros factores de producción, como la mano de obra externa y la maquinaria.
Entre los factores estructurales se encuentran varias tendencias de la economía global. La primera es el ingreso de más mujeres al mercado laboral. En Colombia la tasa de participación femenina en la fuerza laboral aumentó en casi 5 puntos entre 1994 y 1998. Este fenómeno ha incidido de manera importante sobre la oferta de trabajo y contribuido al desempleo. La segunda es la apertura económica. Este proceso tiende a favorecer al capital, y, al menos en el corto plazo, a perjudicar a los trabajadores. Por una parte la apertura económica abarata el precio de los bienes de capital, aumentando el costo relativo de la mano de obra. Además, como la movilidad del capital es mucho mayor que la de los trabajadores, puede afectar las condiciones laborales pues el capital tiende a moverse hacia los mercados que le ofrezcan la mejor relación salarioproductividad y la mayor flexibilidad en la contratación y despido de empleados. Finalmente está el desplazamiento de la economía global hacia sectores que requieren mano de obra calificada. En este contexto las diferencias de ingresos entre quienes tienen acceso a educación superior y quienes no lo tienen aumenta inevitablemente. Este proceso afecta en mayor grado a un país como Colombia, con bajos niveles de educación y altos índices de desigualdad.