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Claudia Varela, columnista

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Hablemos de mujeres y de amores

Es importante que marzo sea un mes de conmemoración y de recordar que las mujeres aún tienen brechas enormes en sus derechos.

Claudia Varela
3 de marzo de 2024

Todo el mundo tiene alguna mujer a la que ama profundamente, puede ser una hija o la propia madre, que tanta devoción merece por su dedicación eterna. Si nos salimos de los patrones del amor tradicional, también tenemos admiración no por una, sino por muchas mujeres.

Si bien es importante que marzo sea un mes de conmemoración y de recordar que las mujeres aún tienen brechas enormes en sus derechos, el día de la mujer debería invitarnos a pensar en otras cosas también.

Quisiera plantear hoy una reflexión sobre lo que podríamos mejorar en este proceso de inclusión y equidad. ¿En qué nos estamos equivocando?, me gustaría tocar varios puntos.

Primero, es un tema de extremos y polos, como tanto nos gusta movernos socialmente en estos momentos. No se trata de acabar con los hombres. Por ejemplo, se trata de abrir espacios que las mujeres no tenían después de años de control de lo que se conoce como patriarcado, técnicamente.

Dado que las mujeres tenemos un arquetipo de protectoras, o al menos muchas lo tenemos por razones incluso biológicas, no debemos apartar a los hombres de la discusión. Ellos deben ser parte de las conversaciones, de tener una mejor escucha para entender lo que las mujeres pueden necesitar en la sociedad, necesitamos más hombres que comprendan que hablar de inclusión y balance es positivo para las organizaciones y, por supuesto, para la sociedad. Así que no los excluyamos, insistamos en que sean parte.

En segundo lugar, respecto al lenguaje incluyente, soy consciente de que le genera mucho escozor a algunos. Yo me planteo una mejor pregunta, de que sirve tener lenguaje incluyente en un colegio, en una empresa, en un banco, si los comportamientos no invitan a la inclusión. La verdad para mí es mejor ser consistentes con la vida real, que el discurso sea coherente, que haya seguridad sicológica, que no haya acoso, que todos puedan participar. De nada sirve un sello de lenguaje incluyente si el ADN de la inclusión no existe.

En tercer lugar, quisiera seguir invitando a que llevemos el impacto de la equidad de las mujeres más allá de las oficinas en las ciudades. Hay muchas mujeres en territorios que son invisibles y viven una realidad mucho más compleja. Los datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) describen que el 23,9% de la población vive en zonas rurales, es decir, 12,5 millones de personas, de las cuales 6 millones son mujeres.

En el 2022, el 30% de los hogares con mujeres cabeza de familia tenían pobreza multidimensional. Adicionalmente, una de cada 12 mujeres rurales entre los 6 y 21 años no puede tener acceso a la educación porque debe encargarse de los oficios domésticos. En la ruralidad, el 80% del tiempo es aportado por mujeres y una de cada dos es menor de 30 años.

Con estos y muchos más datos en mente, se nos queda corto pensar solamente en las mujeres y su acceso en empresas, que, claramente, también es muy importante; pero de manera evidente, no puede ser la única bandera si estamos pensando en la equidad real de todas las mujeres del país.

Mi invitación a todos los seres humanos en este mes de la mujer es a que cada uno haga algo por una mujer de manera consciente. Puede ser visitar a una abuela, apoyar a alguien con una hoja de vida, comprar productos de una emprendedora rural, darle un día libre a la niñera para que esté con sus hijos o simplemente escuchar de manera empática a alguien que lo necesite. Estas son solo algunas ideas que se me ocurren.

Es un buen momento para pensar en todas las mujeres, en aquellas menos afortunadas que nosotros y en invitar a más hombres a hacer parte de un movimiento más humanista que reivindique la necesidad de inclusión en una sociedad que polariza hasta la sonrisa.

¡Hablemos de mujeres y de amores! Feliz día de la mujer.

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