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El mundo celebra una Navidad ensombrecida por violencia en Medio Oriente

Los cristianos celebran el miércoles la Navidad en todo el mundo, pero en Belén, lugar de nacimiento de Cristo, la fiesta queda ensombrecida por la violencia que desgarra la región.

24 de diciembre de 2014

Al son de gaitas y tambores, los boy scouts han acompañado hasta la Basílica de la Natividad la procesión encabezada por el patriarca latino de Jerusalén, Mgr Fuad Twal, la más alta autoridad católica romana en Tierra Santa.

En la plaza, un gigantesco y decorado árbol de Navidad observaba a los pocos peregrinos extranjeros que este año visitan la ciudad, mientras un Papá Noel distribuye chocolates.

Pero a pocos metros de allí, aparecen grandes fotos de Ziad Abu Ein, el alto responsable palestino recientemente muerto, que recuerdan la escalada de violencia en los Territorios palestinos ocupados.

Este clima de tensiones, vinculado también a la guerra que asoló Gaza el pasado verano boreal, ha hecho huir a los peregrinos extranjeros, como constatan los profesionales del turismo.

En el Vaticano, en cambio, la afluencia será mucho más importante este miércoles para la misa del Gallo que celebra el papa Francisco en la basílica San Pedro, a partir de las 20H30 GMT.

El jefe de la iglesia católica expresó el martes su inquietud ante la situación de los cristianos en Irak y Siria, donde los grupos yihadistas multiplican los atropellos contra las minorías religiosas.

El papa llama al diálogo


En una larga carta dirigida a los cristianos de Oriente, Francisco los exhorta a la "perseverancia" y al diálogo interreligioso, pese a las dificultades. El diálogo, afirma el papa argentino, es "el mejor antídoto a la tentación del fundamentalismo religioso".

En una clara alusión al grupo yihadista Estado Islámico (EI), expresa su preocupación ante una "organización terrorista, de una dimensión antes inimaginable, que comete todo tipo de abusos".

El EI "golpea de forma particular a algunos de ustedes, que son expulsados de forma brutal de sus propias tierras, donde los cristianos están presentes desde los tiempos apostólicos", denuncia Francisco, que alude al drama que también afecta a otras comunidades perseguidas, como los yazidíes.

El patriarca latino de Jerusalén, Monseñor Fuad Twal, más alta autoridad católica romana en Tierra Santa, también denunció esos atropellos, así como la reciente guerra en Gaza y los atentados cometidos en Jerusalén en las últimas semanas.

"Más allá de la inhumana tragedia que ensangrienta y desgarra a Medio Oriento, nos sorprende ver a jóvenes en Europa que abrazan ideologías radicales y van a combatir a Siria e Irak", dijo el jefe religioso, que llegará este miércoles a Jerusalén para encabezar una procesión.

Por la noche Monseñor Twal presidirá la gran misa de Navidad en la iglesia católica de Santa Catalina, en presencia del presidente palestino Mahmud Abas.

Por su parte, el presidente iraní Hasan Rohani ha deseado una feliz navidad al papa y a otros dirigentes del mundo, llamando a la coperación para "extender la paz, la seguridad y el bienestar en el mundo".

Navidad sin fiesta por el Ébola

Esta Navidad es particularmente difícil para los 150.000 cristianos desplazados de Irak que "viven una trágica situación y no se les propone ninguna solución", declaró a la AFP el patriarca caldeo Louis Sako.

"Muy especialmente en este período de Navidad, necesitan que se les ofrezca mensajes tranquilizadores" añadió.

En otras partes del mundo, la Navidad es celebrada en un clima de seguridad reforzada en Francia después de tres ataques, uno de ellos vinculado al islamismo radical, que dejaron un muerto y 25 heridos.

En Cuba, las celebraciones de Navidad, durante mucho tiempo prohibidas por el régimen, se celebran este año en un clima animado por una regalo anticipado: el acercamiento con Estados Unidos.

En cambio, no habrá celebraciones públicas festivas en Sierra Leona a causa de la epidemia del Ébola: "Los cristianos que vayan a la iglesia para la misa de Navidad  (...) tendrán que retornar a sus casas en cuanto termine el culto, y proseguir en familia las celebraciones", ordenó el presidente del país, Ernest Bai Koroma.