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LA VERDADERA LOUISE BRYANT

Testigo de su época. Entre el teatro, el periodismo, los viajes, la militancia y un desenfadado erotismo.

6 de septiembre de 1982

La periodista norteamericana Louise Bryant, protagonizada por Diane Keaton en la película "Reds", surge principalmente en relación con la figura de su esposo y camarada John Reed. La historia de amor que los unió opacó, sin embargo, la personalidad de la verdadera Louise, radical política y feminista furibunda. Una mujer cuyos logros quedaron a la sombra de los de Reed, pero que vivió intensamente los comienzos del siglo XX.
Nacida en 1887, creció en medio de cambios para la situación de la mujer y fue educada en Nevada, por su madre y su padrastro, un modesto conductor de ferrocarriles.
Adoptando la idea no convencional entonces de la igualdad sexual, Louise aprovechó oportunidades a su alcance para aprender y trabajar. Estudió en la Universidad de Oregon artes liberales.
Se graduó en 1908 cuando no era muy común que una mujer obtuviera diplomas universitarios. Sus intereses surgieron desde muy joven: fue asistente del editor de una revista literaria estudiantil, actuó como Lydia Lan guish en la producción de aficionados "Los Rivales" y tomó parte en una campaña para lograr el sufragio femenino.
MINORIA EN ASCENSO
Quería ser escritora. Poco después de terminar sus estudios consiguió trabajo como reportera de eventos sociales en un semanario de Portland (Oregon). Se unió a las "Sob Sisters" calificativo que se aplicaba a mujeres reporteras que cubrían asuntos frívolos, crónicas sociales, en vez de noticias "serias". No era el empleo de sus sueños, pero tenía que sostenerse.
Como mujer trabajadora, asalariada, pertenecía a una minoría, pero a una minoría en ascenso.
En su época, las máximas líderes de los movimientos femeninos ya habían fallecido. Pero un pequeño grupo de jóvenes activistas femeninas empezaron a darse cuenta de que no sólo el derecho al voto emanciparía a la mujer. Por eso la igualdad sexual y económica se agregaron a la agenda.
En muchos aspectos Louise Bryant era una mujer de ideas avanzadas. Y de prácticas que escandalizaban a la sociedad de entonces. Como estudiante tuvo un affaire amoroso--que no se preocupó por tapar--con un joven de encumbrada familia. Más adelante conoció en Portland a Paul Trulinger, un reconocido dentista y se casaron en 1909. A pesar de los chismes, Trulinger, un liberal, no objetaba mayormente el hecho de que su mujer tuviera un estudio en el centro de la ciudad. Desde Portland, la periodista escribía poesía para el semanario anarquista "Blast" de San Francisco y vendía tantas suscripciones del periódico "Masas", que Max Eastman, el editor en Nueva York, se familiarizó con su nombre. En 1912, cuando se votó en favor del voto femenino, Louise colaboraba con el comité literario de la Asociación para la Igualdad del Sufragio de Oregon, en compañía de su amiga y confidente, la famosa sufragista Sara Bardfield.
A finales de 1915, John Reed, 28 años, ya era un periodista reconocido.
Un día llegó de visita a Portland y allí conoció a Louise. Usando el estudio de ella como lugar de encuentros clandestinos, se convirtieron en amantes.
Reed estaba completamente cautivado. "Me he enamorado otra vez" le escribió a un amigo. "Ella es salvaje y tiene coraje, es graciosa y linda para contemplar. Una amante de todas las aventuras del espíritu y de la mente".
Para una mujer como Louise, el Village estaba lleno de promesas.
Artistas jóvenes, ambiciosos, idealistas, intelectuales, escritores, reformistas y gentes de teatro de todas partes venían en tropel a ese lugar. "The Provincetown Players" montaba obras experimentales realizadas por escritores americanos y se presentaban allí. En otros lados hubieran causado exclamaciones de escándalo. Mary Simkhovitch había fundado la casa de Greenwich a imagen y semejanza del establecimiento que Jane Addam tenía en Chicago. Publicaciones radicales como "Masas", "7 Artes", y "Madre Tierra" florecieron. Todo parecía posible en aquella atmósfera de energía y optimismo.
Las habitantes femeninas del Village incluían a la poetisa Edna St. Vincent Millay, a la abogada y pacifista Crystal Eastman, a la pionera del control de natalidad Margaret Sanger, a la periodista Dorothy Day, y a la anarquista Emma Goldman. Sus puntos de vista, socialistas y feministas, también desafiaban duramente los convencionalismos sexuales.
LA LEY DEL EMBUDO
Pocas feministas de la era victoriana se habían atrevido a mencionar abiertamente el sexo. Elizabeth Lady Stanton afirmaba en su diario secreto: "La primera meta que debe alcanzar la mujer es revolucionar el dogma del sexo como crimen ". En 1870, una mujer, Victoria Woodhull, desde una tarima en una calle de Nueva York, había anunciado, ante espectadores escandalizados: "¡Soy una amante libre": y había planteado públicamente las relaciones entre los derechos femeninos, la libertad sexual y el movimiento socialista. Pero su franqueza le valió, paradójicamente, la expulsión del partido socialista y de los movimientos feministas y, además, su vida personal quedó destruida.
Todo aquello fue antes de la era de Freud y Havelock Ellis. Cuando Louise residía en el Village los bohemios "avant garde" no tomaban seriamente la relación entre feminismo, libertad sexual e igualdad económica.
Sólo unos pocos entre los que se contaban Louise, Reed y su círculo de amigos aceptaron el punto de vista de que la gente es libre para hacer el amor con quien quiera y lucharon por sostener esa teoría en sus vidas personales .
En este contexto al affaire de Louise Bryant y el dramaturgo Eugene O'Neill puede ser comprendido mejor.
Aunque la película "Reds" sugiere otra cosa, la relación sexual y romántica continúa intermitentemente por casi un año después del matrimonio de Louise Bryant con John Reed en 1916.
Durante los intervalos en los cuales Bryant y Reed estuvieron separados, ella y O'Neill permanecieron juntos en Provincetown, localizado en Cape Cod; también en el apartamento de Reed situado en el Village y en la casa de campo de Croton, Nueva York, que tenían los recién casados. Se sabe que en 1919 mientras Reed estaba en Rusia, Bryant tuvo otro affaire con un artista y hay otros indicios que hacen creer que sus amoríos extramatrimoniales no se limitaron a estos dos hombres.
John Reed también tuvo amantes.
Louise que aceptaba el amor libre y lo practicaba, no asumía la misma conducta frente a los galanteos de su marido. Alguna vez al llegar a casa y encontrar a Reed con una mujer desnuda, no pudo controlarse y salió corriendo a casa de una amiga donde pasó el profundo disgusto que le había ocasionado el hecho. Cuando Reed reconoció la infidelidad, ella se perturbó tanto que decidió irse sola a Europa.
Después de un tiempo fuera del país, regresó a casa profundamente enamorada de Reed. El lo estaba de ella.
Como muchos hombres y mujeres descubrieron que el camino de los revolucionarios en aspectos sexuales podía ser difícil.
LA PEQUEÑA RADICAL
Durante sus primeros años con Reed, Louise escribió poesía, ficción y drama. Su obra teatral de un acto, "El juego", fue montada varias veces por "The Provencetown Players" y fue mostrada con una de las primeras obras de un acto del dramaturgo O'Neill La obra teatral de Louise es una alegoría despreciando la lucha entre la vida y la muerte de dos amantes jóvenes, en la cual el amor vence todo. Es notable principalmente por sus diálogos vivos y toques de humor con doble sentido, Pero fue hasta el momento de su viaje con Reed a Rusia, cuando Louise encontró su verdadera expresión.
Viajó a Rusia enviada por el sindicato de un periódico norteamericano a cubrir la revolución. Entrevistó a heroínas de la revolución, describió la formación y actividades del llamado Batallón de la Muerte, una unidad de combate compuesto por mujeres rusas, y escribió sobre las condiciones de los niños en el país. Eran artículos condimentados con anécdotas personales, propaganda, comentarios feministas y políticos.
El primer libro de Bryant, "Seis meses rojos en Rusia", es una recopilación de sus artículos escritos para el sindicato y se publicaron en 1918. Fue uno de los mejores relatos de testigos oculares escritos por mujeres periodistas americanas, como también: "Dentro de la Revolución Rusa", de Rheta Childe Dorr, que denunció el programa bolchevique, y "El corazón rojo de Rusia", de Bessie Beatty, escrito en 1918.
Los artículos y libros de Louise le trajeron renombre y notoriedad. "The New York Times" le hizo un reportaje sobre un discurso pronunciado por ella en Washington, D. C. en diciembre de 1919. Un hostil reportero que escribía en forma anónima dijo: "La Srta. Brvant... una recatada y linda niña, para divertir a la gente, lanza dardos a los departamentos gubernamentales los pone en ridículo"
Unos días después, el nombre de Louise apareció en primera página como participante en una demostración de las militantes del partido femenino nacional en favor del sufragio. Las manifestantes desfilaron hasta las puertas de la Casa Blanca cargando banderas moradas, blancas y doradas, estampadas con consignas sobre la falta de compromiso del presidente Woodrow Wilson con respecto al voto femenino. Una bandera decía: "El predica democracia para el exterior e impide la democracia aquí". Cuando una mujer tiró al fuego una efigie del presidente, Louise y 50 activistas más fueron empujadas a vagones de la policía y llevadas a la cárcel, donde estuvieron detenidas brevemente. Irónicamente, ésta fue la última aclamación para la primera ola del feminismo norteamericano.

En este estado de actividad y entusiasmo, Louise se enfrentó a un senador que debatía el bolchevismo y demandó ser oída. El 20 de febrero Louise Bryant apareció ante el comité del congreso y probó ser un testigo empedernido, capaz de mantener 5 horas, poco amistosas, de interrogatorio.
Muy pronto, empezó una serie de conferencias a través del país. Discutía la revolución y políticas bolcheviques del momento. En Portland, la curiosidad por la celebridad local atrajo a un público de 4.000 personas. El periódico "The Oregonian" reportó que, excepto por su corte de pelo al estilo de George Sand, Louise Bryant era la misma pequeña radical que había salido de Portland 3 años atrás.
DOBLE GOLPE
Mientras tanto, Reed, había terminado su estudio clásico probolchevique, "10 días que estremecieron al mundo", pasaba mucho tiempo en Croton. Sus actividades fueron agudamente restringidas como resultado de una ola de represión política que azotaba al país.
Varias de las publicaciones radicales que publicaban sus trabajos habían sido suspendidas y otras estaban ajustando su política para acomodarse al estado de ánimo del momento actual. Recientemente había estado bajo denuncia en tres juicios distintos.
Se le acusó de conspiración, de espionaje, incitación a los motines y sedición. Fue absuelto de los primeros dos casos, y el gobierno retiró las acusaciones de sedición. También se vio envuelto en amargas luchas ideológicas e intestinas del socialismo norteamericano.
Un año y medio después murió Reed de tifo en Rusia y Louise Bryant estaba a su lado. Para estar con él se disfrazó de hombre y navegó en un buque de carga. Fue un viaje sumamente peligroso y requirió un coraje excepcional --aunque la representación de ella en "Reds" cruzando las nieves de Finlandia a pie es un poco exagerada--. Su viaje fue para convencer a Reed de no volver a Estados Unidos, porque había sido acusado "in absentia" como resultado de las invasiones anticomunistas del primer ministro inglés Palmer a la Rusia soviética.
En el funeral organizado por el gobierno ruso en la Plaza Roja, la gran feminista rusa Alexandra Kollontai habló. Emma Goldman, quien acompañó durante todo este período a Louise, recuerda que cayó al suelo desmayada cuando el féretro era bajado a la sepultura. Después, abatida y enferma físicamente, abandonó Rusia.
En los años siguientes, reanudó su trabajo. Fue empleada por los periódicos "Hearst" como corresponsal extranjera. Mandaba artículos desde Turquía, Rusia y otras partes. Fue la primera periodista americana en entrevistar a Mussolini. Su segundo libro, "Espejos de Moscú", publicado dos años después de la muerte de Reed, fue el mejor trabajo que produjo. Una crítica de una página entera de "The New York Times" alabó el libro, su estilo elegante y su viveza: "La señorita Brvant es fuertemente bolchevique en sus simpatías, sin embargo no deja que este sesgo interfiera mucho con la objetividad de sus observaciones "
En 1923, Louise se casó con William Bullit, hijo de una rica familia de Filadelfia, que luego fue el primer embajador norteamericano en la Unión Soviética (1933) y embajador en Francia (1936-1940). Al principio de su carrera, Bullit fue periodista y amigo de Reed; durante la primer guerra mundial entró al servicio gubernamental. Cuando él y Louise Bryant se casaron estaba retirado de los asuntos públicos. Los dos vivieron en Turquía, en Bosporus, y en París.
En 1924 tuvieron una niña. Al año siguiente, un extracto de un reportaje de Louise fue publicado en "La Nación"; revelaba sus habilidades periodísticas, su ingenio y una simpatía liberal y humanitaria aún intacta.
Pero, al tope de su poder como escritora, publicó poco o nada.
Una clave para descifrar lo que ocurrió después puede hallarse en el hecho de que en 1925 Louise Bryant Bullit respondió a un cuestionario de la universidad de Oregon, como la "señora Jack Reed". Nunca conocida antes como bebedora, empezó a beber fuertemente. Fue el principio de su larga caída. En 1930 Bullit se divorció de ella acusándola de "indignidad personal" y le dieron la custodia de la niña, Anne Bullit.
Louise regresó a Greenwich Village, rondando las escenas de sus días gloriosos, y arrendó el mismo apartamento que había ocupado con Reed.
La vieja comunidad de bohemios y rebeldes se había disgregado. Si estaba buscando su propósito renovado, no lo podía encontrar allí. El movimiento femenino se desvaneció con el logro del sufragio y entró en un silencio que duró hasta los años 60. La revolución rusa ya no inspiraba devoción. La revolución sexual, no había traído la libertad a las mujeres. Ella se despiadaba más profundamente en la bruma del alcohol, no podía trabajar y estaba desesperadamente pobre.
En 1935 Louise llegó a París. La escritora del "New Yorker", Janet Flannerdijo: "Una de las últimas veces que la vi fue en una noche lluviosa...en Montparnasse. Literalmente fuera de la alcantarilla surgió una criatura terrorífica. Su cara estaba tan torcida, que no la reconocí" Al poco tiempo murió de una hemorragia cerebral, en París. Tenía 49 años de edad.
Louise Bryant fue producto del gran movimiento por un cambio social que floreció a través de las primeras décadas del siglo 20 y no fue a la única que se le desplomó su vida al término de esta era. No fue simplemente la muerte de Reed la que causó su colapso mental; su muerte vino durante un momento en que la vida pública compartida llegaba a su fin. El doble golpe fue más de lo que pudo soportar.
El año de la muerte de Louise, Max Eastman, editor de "Masas" y varias otras publicaciones radicales que habían publicado trabajos de Louise y Reed, escribió elogiándolos: La camaradería de Reed con Louise se basaba en una determinación conjunta de romper a través de la corteza de la cultura, de la tradición de todas las formas propias y corteses del comportamiento, tocar en todo momento en toda la tierra la corriente cruda de la vida... ese deseo de vivir, de ser ellos mismos en el mundo, ser reales, ser honestos y probar todo con sabor, fue para ellos más que cualquier escrito.
Fue más para ellos que cualquier compromiso... fue como si hubiesen acordado inscribir por lo menos dos audaces, profundas, verdaderas vidas en el libro del tiempo dejar que los dioses lo llamaran poesía". -
Miriam Schneir Traducciónadaptación: Sonia Castañeda