
“El delito de la desaparición es el peor, porque la zozobra nunca termina”
Un fiscal de Justicia y Paz les devolvió a mil familias colombianas los restos de sus seres queridos desaparecidos. Con su entrega y eficacia permitió cerrar un tortuoso ciclo de desesperanza e incertidumbre.

El fiscal que le cambió la vida a 1.000 familias
Un fiscal de Justicia y Paz les devolvió a mil familias colombianas los restos de sus seres queridos desaparecidos. Con su entrega y eficacia permitió cerrar un tortuoso ciclo de desesperanza e incertidumbre.
Durante 12 años, Gustavo Duque recorrió cientos de kilómetros como fiscal de Justicia y Paz. Esa búsqueda, que realizaba de la mano de un antropólogo, un fotógrafo, un investigador y un asistente, le permitió recuperar los cuerpos de mil colombianos desaparecidos durante el conflicto armado.
“La mayor parte del tiempo, la pasamos en el monte. Ahí es donde uno se encuentra con la realidad de los actores del conflicto. Lo importante era recuperar los cuerpos de todas estas personas, sin hacer distinciones de raza, color o credo, así era para mi despacho y diría que para todos los grupos de exhumaciones de Justicia y Paz”, recuerda Duque.
Según el Observatorio de Memoria y Conflicto, del Centro Nacional de Memoria Histórica, en Colombia desaparecieron 83.000 personas entre 1958 y 2018, un delito que, en palabras de Duque, “es el peor que existe porque la zozobra nunca termina”.
Por eso lo alivia haberles dado tranquilidad a tantas familias. “Lo que vi es que, todos los días, los familiares se sentaban en la puerta de su casa a esperar a que el desaparecido regresara. La mamá, el papá o quien fuera les servía el almuerzo, el desayuno, la comida. Eran años y años de espera, y nada ocurría. Quedaban mentalmente trastornados y uno sabía que sus seres queridos no iban a volver o que, si lo hacían, era en un cofrecito”, agrega.
La crudeza de los hechos y el desgarrador estado en el que su equipo encontró los cuerpos fueron factores que cambiaron para siempre su vida. Aún se le eriza la piel al recordar las jornadas de búsqueda de las personas reportadas como desaparecidas y el dolor y desasosiego de sus familias.
“Lo más duro era saber que al cuerpo lo habían matado y molido a palo. Que se habían cometido los vejámenes más grandes. Creo que lo que pasó acá fue igual o peor que lo de otras guerras, incluso que la II Guerra Mundial. En los campos de concentración convirtieron a la gente en jabón; y, la verdad, aquí pasaron cosas de la misma magnitud, pero son historias que aún no se han contado”.
En 2015, Duque y su equipo participaron en un gigantesco proceso de prospección en la Comuna 13, de Medellín. Recuerda que, de la mano de la Alcaldía de la ciudad, removieron aproximadamente tres millones de metros cúbicos de tierra en el vertedero La Escombrera, donde yacían los cuerpos de miles de víctimas de homicidio y desaparición forzada, según información obtenida a través de distintos desmovilizados, pero no lograron ubicar los sitios específicos donde estaban enterrados.
“Gracias a las jornadas de ADN que hicimos, se han podido identificar muchos de los cuerpos que han estado como N.N. en el país”, afirma.
Asegura que durante el trabajo realizado por la Fiscalía de Justicia y Paz se lograron encontrar más de 5.000 cuerpos en todo el territorio nacional y espera que la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) siga con esta titánica labor con el fin de poder darle tranquilidad y reparación a las familias de las víctimas de desaparición forzada.
“Conocí a mucha gente y todo eso me lo voy a llevar a la tumba. Le voy a dejar esos recuerdos a mi hija. Quiero que, el día de mañana, ella no vea lo que nos tocó a estas generaciones. Quiero que vea una Colombia distinta, porque aquí lo que pasó o está pasando no tiene nombre”, concluye Duque.

El fin de la zozobra. Gustavo Duque en proceso colectivo de entrega de personas halladas e identificadas. Urabá chocoano, 2010
Impacto positivo
La importancia del trabajo comprometido de Gustavo Duque en el marco del proceso de Justicia y Paz se resume en lo que él mismo destaca como la satisfacción de ayudar a otras personas a encontrar a un ser querido, aunque no haya sido con vida, para darle una despedida. Los impactos de la desaparición forzada sobre las personas, las familias y, en algunos casos, sobre las comunidades se extienden indefinidamente en el tiempo y el hallazgo de los cuerpos se convierte en el cierre de un duelo que no había sido posible hasta entonces. El hallazgo y la identificación de los cuerpos y su entrega a las familias permitieron cerrar un ciclo de desesperanza e incertidumbre.
Aprendizajes en clave de convivencia y no repetición
La justicia se reconoce como la garante principal de la vigencia de los derechos constitucionales de las personas. Se relaciona con gran variedad de factores, como la judicialización de los responsables y el acceso efectivo de las víctimas para que logren la verdad judicial sobre lo ocurrido. La historia de Gustavo Duque muestra el papel primordial que tiene el acceso a la justicia para que las víctimas se sientan reparadas y dignificadas, y el lugar que en ello tiene el hallazgo de las personas dadas por desaparecidas. El trabajo comprometido, el cuidado de las víctimas y sus derechos, así como el fortalecimiento de los procesos judiciales son puntos base para pensar en la manera como se puede contribuir a superar el conflicto armado y a evitar que este se repita.
En ello, sin embargo, también se debe tener presente la individualidad de quien está a cargo de esta labor. Administrar justicia desde diferentes instituciones y jurisdicciones genera impactos físicos y emocionales debido al trabajo arduo y, muchas veces, de alto riesgo. Tener presente este factor contribuirá, así mismo, a identificar las necesidades de apoyo y de fortalecimiento institucional que redundaría en una labor más eficaz y eficiente para garantizar la justicia ante violaciones a los derechos humanos y al Derecho Internacional Humanitario.
