La lideresa indígena Daniela Soto, en la minga indígena de 2020
Especiales Semana

El sentir colectivo, para caminar el cambio

Jóvenes indígenas del Cauca lideran procesos que buscan difundir en la comunidad el conocimiento de los derechos ciudadanos para lograr una verdadera transformación social, aun en medio del conflicto.

21 de diciembre de 2020
Bendita pandemia

Juventud, divino liderazgo

Jóvenes indígenas del Cauca lideran procesos que buscan difundir en la comunidad el conocimiento de los derechos ciudadanos para lograr una verdadera transformación social, aun en medio del conflicto.

Daniela Soto se acuerda todavía de aquel día lúgubre en que, antes de entrar al salón de clases del colegio, el destino se encargó de enseñarle la dura realidad de la vida… y de la muerte. Tenía apenas 14 años en aquella mañana de 2011, y su curiosidad no le permitió dejar de acercarse a un grupo de personas parado, perplejo, al lado del camino y paralizado por el terror.

“Había un muchacho degollado al cual le habían levantado toda la piel de la cara –recuerda, con tristeza–. Vi a sus familiares llorar a su alrededor, y luego todo el pueblo decía que lo habían matado porque era guerrillero y había querido salirse del monte”.

Pero al choque de contemplar aquella imagen en la que se mezclaban el dolor de la pérdida y el asombro por el grado de violencia, se sumó uno mayor cuando reconoció al joven. “Era José, un compañero que había estudiado conmigo y que nunca volvió al colegio porque fue reclutado”, recuerda.

Daniela Soto había vivido su niñez y adolescencia en el resguardo Las Mercedes, zona rural del municipio de Caldono, Cauca, en medio de dificultades económicas, culturales y sociales pero también en medio de bellos paisajes, amor y procesos colectivos con la comunidad indígena nasa a la cual pertenece.

Siempre ha sido una apasionada por la lectura, por viajar y conocer otros países, culturas y territorios, y se reconoce a sí misma como una mujer que desde pequeña ha mostrado habilidades de liderazgo. “Debe ser la herencia de mi abuelo y mi mamá –sostiene–. El primero fue un gran líder de su comunidad y siempre estuvo preocupado por el bienestar colectivo, mientras que mi madre fue una mujer guerrera y perseverante que, a pesar de las adversidades, siempre me dio ejemplo de lucha y de fuerza con el que me ayudó a construir mi identidad”.

Esta identidad determina lo que Daniela Soto es en la actualidad, una lideresa joven, y también lo que sueña a futuro con relación a seguir luchando con y por los jóvenes de su comunidad y su país para aportar a la construcción de paz.

Y es que en el departamento del Cauca se han vivido varias décadas de conflicto. Desde mediados del siglo XX se presentaron alarmantes signos de violencia armada por parte de guerrillas, grupos paramilitares y narcotraficantes. El impacto humanitario del conflicto tuvo uno de sus momentos más críticos a partir del año 2000, y con mayor intensidad en 2001 debido a la ofensiva de los grupos de autodefensa, fenómeno que se expresó en el aumento de los asesinatos selectivos, las masacres y las confrontaciones armadas entre los distintos grupos armados ilegales y la fuerza pública. Luego de la desmovilización del Bloque Calima de las Auc, la victimización aumentó en el departamento debido a diferentes acciones armadas emprendidas por el Frente VI de las Farc, las cuales afectaron principalmente a los pueblos indígenas asentados en el norte del Cauca.

De modo que la importancia del liderazgo, la fuerza y de los esfuerzos por construir paz están marcados en la vida y la región de Daniela Soto por la vivencia cercana de una violencia que se evidencia en asesinatos, reclutamiento forzado y narcotráfico.

Aquel momento terrible en el que reconoció el cuerpo de su antiguo compañero de clase, le mostró de primera mano el dolor que causaba la guerra. Pero también le dio a conocer las aflicciones que ella causaba sobre los jóvenes indígenas y despertó su conciencia por lo social y por la protección de un ‘nosotros’ pues entendió que, además de las tribulaciones individuales, también hay impactos que se dan a nivel de grupos como los de jóvenes, indígenas y mujeres, por ejemplo. Por ello, decidió convertirse en coordinadora de la guardia estudiantil con la intención de apoyar el control territorial con la guardia indígena, además de sensibilizar y prevenir a los jóvenes y sus familias sobre el tema del reclutamiento.

Arte y cultura

Participantes del campamento Liderazgo de las Mujeres y Jóvenes del Cauca, coordinado por Daniela Soto, en 2019.

Con el tiempo, su compromiso por lo social se siguió fortaleciendo. Cuando se graduó entró a la guardia indígena universitaria y fue elegida coordinadora del proceso de jóvenes en el departamento del Cauca, desde donde acompañó procesos de defensa de sus derechos y para fortalecer el tema cultural y artístico como una apuesta política hacia la construcción de paz. Fue parte de las fundadoras de la red de organizaciones juveniles ‘Agenda de Paz Joven’, que se creó en 2017 al unir a más de 17 organizaciones juveniles campesinas, afro, indígenas y de población diversa en torno a una apuesta de paz.

Posteriormente, integró el campamento Liderazgo de las Mujeres y Jóvenes en el Cauca, apoyado por ONU Mujeres. También asumió la reivindicación de los derechos de las indígenas nasa al participar en el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) y el programa Mujer. En este proceso se promovieron ejercicios de memoria que permitieron el diálogo comunitario en torno a lo que ocurría en el territorio, para reconocer el momento histórico desde el que se trabaja y el contexto territorial particular en el que se trata de posicionar las experiencias de las mujeres indígenas nasa.

“Estamos construyendo el camino de pensar el buen vivir para las mujeres y en fortalecer estos debates también en lo interno de nuestra comunidad. Es una doble resistencia, y eso tiene que ver con el hecho de que, como mujeres, no hemos sido reconocidas en el ejercicio reivindicativo. Se trata de pensar la proyección política femenina y hacer un ejercicio comunitario que permita fortalecer ese rol”, explica.

Impacto positivo

Se ha logrado asignar un lugar preponderante a los jóvenes como herederos de las reivindicaciones comunitarias y como guías para encontrar nuevos caminos de exigibilidad de derechos. A través de diferentes procesos, como el de la Agenda de Paz Joven, se logró incidir en la política pública de juventud del departamento, posicionando las necesidades y las proyecciones de la juventud en el Cauca.

Con el apoyo de diferentes procesos –como el implementado por la Fundación Mi Sangre, que se empezó a enfocar en el tema de género–, se ha logrado trabajar en el conocimiento de los derechos, derechos sexuales y reproductivos, fortalecimiento económico, estrategias para rutas de atención territoriales y la sistematización de planes de acción para contribuir a crear una ruta que permita atender realmente las necesidades de las mujeres en los territorios frente a un panorama de violencia bastante fuerte. “La articulación con la fundación ha permitido ampliar conocimientos, herramientas e interactuar con otros jóvenes”, dice la joven lideresa.

Por otra parte, se ha logrado retomar la confianza mutua, subrayar el valor que tienen las mujeres como parte de la comunidad y fortalecer sus redes de apoyo. “Hemos logrado confiar nuevamente en nosotras mismas y ese es el resultado más valioso, porque entre nosotras mismas tenemos unas inseguridades muy fuertes que nos han inculcado, pero entre nosotras también hemos logrado fortalecernos en la seguridad de que, como indígenas, tenemos igualmente nuestra experiencia y nuestra razón de ser. Tenemos que seguir fortaleciendo ese camino del apoyo entre nosotras, porque sabemos que ahí ya hay una ruta establecida”, agrega.

Aprendizajes en clave de convivencia y no repetición

A partir de esta historia es posible resaltar la importancia de las y los jóvenes que, en el camino de exigibilidad de derechos, reivindican el legado territorial de los mayores. “En el ejercicio con los jóvenes, hemos entendido que estamos haciendo escuela. Caminamos, aprendemos y legitimamos las reivindicaciones que tenemos”, expresa Daniela Soto. Por ello, es importante retomar la importancia de que las y los jóvenes tomen una posición frente a lo que está pasando en sus entornos, pues con su participación logran indicar nuevas orientaciones y posibilidades para la búsqueda de un mejor vivir.

También se destaca la importancia de lo organizativo, del compromiso colectivo que permita la reconstrucción social para lograr la transformación. “Lo organizativo es lo más importante en este momento, porque es lo que logramos dejar como enseñanza y camino a las nuevas generaciones. Dejamos un mensaje y es que, como jóvenes, así nos estén matando, estamos organizados y estamos desarrollando una resistencia y aportando a la pervivencia de nuestro pueblo nasa”, concluye.