Especiales Semana

LOS OTROS DUEÑOS DEL PAIS

Los narcotraficantes se apropian de la tercera parte de Colombia y se consolidan como una nueva clase dirigente.

26 de agosto de 1996

Cuando la revista 'Forbes' incluyó en 1987 a los primeros colombianos que tenían el honor de figurar entre los hombres más ricos del mundo muchos se sorprendieron al saber que los escogidos no eran las cabezas de los grandes grupos económicos, sino Pablo Escobar y Jorge Luis Ochoa y su familia. Para entonces la revista especializada en calcular las fortunas de los billonarios estimaba el patrimonio de Pablo Escobar en 3.000 millones de dólares y el de los Ochoa en 2.000 millones. Al año siguiente Colombia añadió un nacional más a la famosa lista. En esa ocasión Forbes incluyó, al lado de Escobar y Ochoa, a Gonzalo Rodríguez Gacha, a quien le calculó una fortuna de 1.300 millones de dólares, advirtiendo que inclusive podría llegar al doble. Solo años más tarde ingresaron al club de los multimillonarios Luis Carlos Sarmiento Angulo, Carlos Ardila Lülle y Julio Mario Santo Domingo, quienes en la última edición de la lista de Forbes clasificaron, el primero con 1.600 millones de dólares y los otros dos con 1.300 millones. Si Forbes hubiera seguido incluyendo dentro de su inventario a personas con fortunas de origen dudoso es muy posible que hoy el país tuviera el controvertible honor de contar con varios naturales suyos más en ella. No sólo clasificarían los hermanos Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela, cuya fortuna se calcula podría estar en alrededor de 12.000 millones de dólares, sino varios de sus lugartenientes, algunos de ellos menores de 35 años. Otros personajes, hasta hace pocos meses desconocidos para la opinión pública, como Justo Pastor Perafán y los esposos Sarria, también harían parte de esta lista con fortunas calculadas, para el primero en 12.000 millones de dólares y para los segundos en 3.000. Aunque las cifras atribuidas a las fortunas de cada uno de estos personajes son solamente un cálculo y el valor real de su patrimonio se desconoce, el hecho de que son hoy por hoy los hombres más ricos del país es incontrovertible. Así lo demuestran no sólo los cientos de empresas y lujosas propiedades que les han sido decomisadas, sino también las cifras del negocio que dio origen a sus fortunas, que se constituye en el más lucrativo del planeta. negocio redondo Calcular cuánto representa esta actividad a nivel mundial y cuánto de ello corresponde a los carteles colombianos continúa siendo motivo de profundos debates económicos. Según el estudio realizado por el investigador francés Iván de Rementería, publicado en Perú el año pasado, las ventas de cocaína en el mundo llegaron en 1990 a 73.920 millones de dólares. En este negocio los carteles colombianos no sólo participan en la producción y el embarque de la cocaína, sino también aunque en menor proporción en su distribución tanto a los importadores mayoristas como directamente a los consumidores. La producción y el transporte les deja a los narcotraficantes colombianos, en el momento del embarque, utilidades por 1.985 millones de dólares; al momento de entregar la mercancía a los importadores mayoristas 3.575 millones de dólares y la distribución en las calles 2.915 millones de dólares adicionales. Esto significa para los carteles colombianos, según Rementería, utilidades anuales por venta de cocaína de 7.755 millones de dólares al año, es decir 975 millones de dólares más que la Royal DutchShell, la empresa que más utilidades arrojó en el mundo en 1995. Otros economistas son mucho más conservadores. Los estudios comparados por Francisco Thoumi en su libro Economía política y narcotráfico, publicado en 1994, sitúan las ganancias de la industria colombiana de las drogas en un rango entre 2.000 y 5.000 millones de dólares al año. Según Thoumi, estos cálculos se basan únicamente en el valor agregado de Colombia y es probable que subestimen las verdaderas ganancias. "Pero incluso si se aceptan los cálculos más bajos señala el investigador, el capital de las drogas ilegales acumulado dentro y fuera de Colombia es extremadamente grande en relación con el tamaño de la economía colombiana. Aunque no se ha sentido por completo, el impacto total de esta riqueza en la sociedad colombiana puede ser dramático y los empresarios de las drogas sicoactivas pueden convertirse fácilmente en el grupo económico dominante en el país". Adicionalmente, la cocaína no es el único negocio de los carteles colombianos. Funcionarios de la DEA calculan que los carteles de Cali y el norte del Valle del Cauca, además de ser responsables del 80 por ciento de la cocaína que ingresa a Estados Unidos, lo son del 30 por ciento de la heroína. Si, según las autoridades norteamericanas, la producción potencial de heroína en Colombia en 1995 era de seis toneladas y cada tonelada cuesta en las calles de Estados Unidos alrededor de 150 millones de dólares, se estaría hablando de ingresos adicionales por 900 millones de dólares. Estas cifras colocarían a la industria de la heroína, considerada individualmente, como la segunda empresa más grande del país en ventas, superada tan solo por Ecopetrol. dineros fugados No todo el dinero que reciben los traficantes colombianos llega al país. Varios estudios coinciden en calcular que por lo menos la mitad se queda en el exterior. Pero, aún así, se estaría hablando de un grupo económico que recibe anualmente ganancias que superan en más de 20 veces las del Fondo Nacional del Café, la empresa colombiana que mayores utilidades produjo en 1995. Según Thoumi, entre 1980 y 1990 el patrimonio acumulado por los narcotraficantes podría estar en alrededor de los 66.000 millones de dólares. Sin tener en cuenta lo correspondiente a los años 1991 a 1995, esta cifra colocaría a la industria colombiana del narcotráfico entre las 12 empresas más grandes del mundo. ¿Qué han hecho los narcotraficantes colombianos con ese dinero? En pocas palabras, comprar una buena parte del país. Poco a poco y a través de los más diversos mecanismos, que van desde la creación de pequeñas compañías de fachada que terminan manejando cifras billonarias hasta la adquisición a nombre propio o de terceros de propiedades y empresas, los cabecillas de los carteles y sus más prominentes colaboradores se han ido constituyendo en los nuevos dueños de Colombia. Según Salomón Kalmanovitz, codirector del Banco de la República, los narcotraficantes colombianos lograron durante la década de los 80 "un patrimonio que alcanza el 30 por ciento de la riqueza que poseen todos los colombianos dentro y fuera del país, acumulada durante más de 100 años de historia contemporánea". En síntesis, según los cálculos de Kalmanovitz, los capos colombianos son propietarios hoy de la tercera parte de la Nación. Con las mejores tierras Aunque algunos conocedores del tema consideran que los cálculos de Kalmanovitz pueden resultar sobrevaluados, otros estudios recientes apuntan en la misma dirección. En una encuesta realizada en 1995 para el programa de Naciones Unidas para el Desarrollo Pnud, el investigador Alejandro Reyes, del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional, encontró que había compras significativas de tierras por parte de los narcotraficantes en 409 de los municipios del país, es decir en el 39 por ciento de ellos. De acuerdo con estudios realizados por la Sociedad Colombiana de Agricultores de Colombia SAC, el número de hectáreas en poder de los narcotraficantes estaría cerca de los cuatro millones, cifra que resulta preocupante si se tiene en cuenta que el número de hectáreas cultivadas en Colombia es de 4.220.000. Según Reyes, aunque muchas de estas tierras están ubicadas en zonas de pastos naturales de baja calidad, "en varias regiones los narcotraficantes han comprado las mejores tierras y con ello han concentrado en sus manos la definición de las pautas de inversión rural", es decir de la que depende el suministro de alimentos en el país. Hoy por hoy los narcos poseen grandes extensiones de tierra en los departamentos del Valle del Cauca, Córdoba, el eje cafetero, Antioquia, Magdalena, La Guajira, Tolima, Caquetá, Atlántico, Bolívar y en los Llanos Orientales. Según Juan Manuel Ospina, presidente de la SAC, en los últimos años se ha venido presentando en Colombia una concentración selectiva de la propiedad en manos de los narcotraficantes, que se han ido adueñando de las mejores tierras. "No estamos hablando de los páramos o las zonas selváticas. Las llamadas tierras civilizadas son las que están quedando en poder de los narcotraficantes", le dijo Ospina a SEMANA. La acelerada incursión de los narcotraficantes en el campo ha traído para el país serias consecuencias. No sólo ha incidido marcadamente en el precio de la tierra, sino que además ha intensificado viejos problemas del agro colombiano como la improductividad, los conflictos por la propiedad y la violencia.

Propiedad horizontal
Además de las grandes extensiones de tierra en áreas rurales, los narcos han invertido también grandes sumas de dinero en finca raíz en las principales ciudades colombianas. Los servicios de inteligencia del país calculan que, sólo en Cali, los narcotraficantes tienen inactivos en este momento 32 billones de pesos entre casas y apartamentos desocupados; es decir, 3.200 millones de dólares. Un estudio realizado por el experto Oscar Borrero para Camacol en 1995 cuantificó en 1.610 millones de dólares el valor de las inversiones en finca raíz realizadas por el narcotráfico en el Valle del Cauca entre 1990 y 1994. De los 3.200.000 metros cuadrados que se construyeron en Cali durante el mismo período, Camacol estima que 690.000, es decir el 21 por ciento del área construida, pertenecía a narcotraficantes. "Durante estos años asegura Camacol fue corriente encontrar grandes conjuntos de edificios y urbanizaciones construidos por los principales capos del cartel de Cali en toda la ciudad. Es conocido que se crearon por lo menos ocho firmas inmobiliarias para arrendar sus inmuebles". También se dedicaron a comprar grandes lotes con fines especulativos. Uno solo de ellos, situado en uno de los mejores sitios de Cali, vale 30 millones de dólares. "Durante la bonanza de la construcción de los años 1992-1994 continúa Camacol era imposible comprar lotes buenos para construcción por cuanto estaban en poder de los narcos". A las inversiones realizadas por el cartel de Cali en el Valle del Cauca se suman las de los carteles de la Costa, de Pereira, lo que queda del cartel de Medellín y los narcotraficantes de Bogotá que, según los cálculos de Camacol, ascenderían durante el mismo período a 1.500 millones de dólares, para un total de 3.110 millones de dólares en solamente cinco años. Si a esta cifra se le suman los 3.450 millones de dólares que Camacol calcula que el narcotráfico invirtió en finca raíz durante la década de los 80, las inversiones durante los 15 años comprendidos entre 1979 y 1994 ascenderían a 6.560 millones de dólares, que representan el 5 por ciento de la inversión total del país en finca raíz urbana. El boom de la construcción originado por la incursión de los narcotraficantes en ese mercado disparó los precios de la finca raíz a extremos inimaginables en Colombia hasta hace unos años, comparables solamente con los de las grandes ciudades como Nueva York, París o Londres. Además de sus inversiones en propiedades rurales y urbanas, Los narcotraficantes particularmente los de Cali han dedicado muchas de sus ganancias a comprar empresas legítimas, la mayoría de ellas a nombre de parientes o testaferros, a través de las cuales han legalizado buena parte de su fortuna. Según comentó una alta fuente de los servicios de inteligencia del Estado a SEMANA, "la organización empresarial del cartel de Cali se extiende prácticamente a todos los sectores económicos tales como inmobiliarias, constructoras, laboratorios farmacéuticos, empresas agropecuarias y de ganadería, casas de cambio, compra-ventas, asesorías contables, financieras y empresas de transporte". ¿Cuántas son esas empresas? Nadie lo sabe a ciencia cierta. Sólo la lista de compañías que el gobierno de Estados Unidos bloqueó, de acuerdo con la orden ejecutiva del presidente Clinton de octubre de 1995, incluía 262. Según Francisco Thoumi, "es probable que los fondos generados por esta industria se hayan incorporado a muchas, si no a la mayoría de las actividades económicas del país". Uno de los sectores en los cuales más claramente se ha notado la presencia del dinero del narcotráfico es en los Sanandresitos que se encuentran en casi todas las ciudades colombianas. A través del contrabando los narcotraficantes han logrado lavar miles de millones de dólares, comprando con el dinero proveniente de las ventas de droga cientos de artículos que incluyen la más variada gama de electrodomésticos, computadores, textiles, comestibles, cigarrillos, licores y muchos otros, para venderlos después en el país a precios inclusive por debajo del costo, con lo que legalizan buena parte de sus ganancias. Pura pinta Paradójicamente, contrario a lo que se podría pensar por la magnitud de las cifras, el narcotráfico no le ha ayudado a la economía colombiana. Si bien los recursos ilegales han alimentado grandes fortunas individuales, llegando incluso a impulsar ciertas regiones durante algunos años, su efecto sobre la economía ha sido mucho más negativo que positivo. Una revisión de los efectos nocivos del narcotráfico ayuda a entender esta aparente contradicción. Según un analista económico consultado por SEMANA, "el narcotráfico, por una parte, ha generado presiones hacia una revaluación real del peso, lo que en pleno proceso de apertura ha atentado contra las exportaciones y ha abaratado las importaciones. De otra parte, si bien ha inyectado más dinero a la economía, esos recursos se destinan por lo general a actividades poco productivas y de carácter especulativo". La única excepción importante a esta tendencia se encuentra en el sector de la construcción, que ha aumentado la demanda de mano de obra no calificada e insumos básicos. Pero los abundantes recursos ilegales también han generado grandes distorsiones económicas que han hecho que muchas empresas legales hayan dejado de ser rentables. El mejor ejemplo de este fenómeno es la compra de buena parte de las mejores tierras rurales del país, que pasan a convertirse prácticamente en lotes de engorde. Por su parte, el sector industrial se ha visto seriamente afectado por la competencia desleal generada por la subfacturación de importaciones y el contrabando utilizados para lavar los dólares ilegales. Lo más grave del asunto es que el flagelo ha ido abriendo una profunda herida en las bases de la economía nacional. Su enorme poder generador de violencia y corrupción ha logrado minar la existencia de garantías en todos los ámbitos de la vida nacional. Los sobrecostos inherentes a la violencia y a la inseguridad, la zozobra generada por la fragilidad del sistema político y hasta la incertidumbre sobre los derechos a la propiedad y a la vida han constituido poco a poco una gran desventaja para la economía nacional. El poder adquirido por los narcotraficantes radica no sólo en haberse convertido en los dueños de buena parte del país, sino también en la forma como han ido transformando los valores de la sociedad, fomentando la corrupción y estimulando el desprecio por la ley. Como dijo el politólogo Juan Tokatlián a SEMANA, "los narcotraficantes son en Colombia una clase criminal en franco proceso de consolidación que busca como tal legitimidad social, dominio político e influencia económica. Y una clase social en ascenso actúa sin principios, con una lógica pragmática que busca hacer presencia en la sociedad y conseguir la legitimación como sea, no importan los métodos". Contra la pared Las sociedades en las cuales han surgido grupos similares han tenido una de tres opciones: atacarlos, legitimarlos o terminar absorbidas por ellos. En el caso colombiano, si bien en un principio se ignoró la importancia de esta nueva clase e inclusive muchos círculos sociales llegaron a aceptarla, la tendencia ha ido cambiando. Así lo demuestra el hecho de haber llegado a un proceso como el 8.000, en el cual se han develado por primera vez los más íntimos vínculos del narcotráfico con la sociedad sin tener en cuenta la importancia de los personajes. Pero aún falta mucho por hacer. A pesar de la guerra que las autoridades han librado contra el narcotráfico, los montos de las fortunas de los grandes capos de la droga y la incapacidad del Estado para condenarlos y expropiarles sus bienes demuestran que ser delincuente sigue siendo un buen negocio en Colombia. "Con esto precisamente es con lo que queremos acabar dice el ministro de Justicia Carlos Medellín, y ese es el objetivo de los proyectos de ley que presentó el gobierno al Congreso. Si no se le quiebra la columna económica a los narcotraficantes van a seguir en lo mismo". El fiscal general Alfonso Valdivieso va aún más allá. Para él, aunque la aprobación de estos proyectos es deseable, "lo más importante es que la sociedad esté decidida a actuar contra el narcotráfico" . Quizá sólo así Colombia podrá evitar que el día de mañana terminen los narcotraficantes siendo los únicos dueños del país.

Gilberto y Miguel Rodríguez US$ 12.000 millones Los narcotraficantes colombianos con mayor poder económico son los jefes del cartel de Cali. Las autoridades comparan su fortuna con la de Pablo Escobar pero aseguran que la de los Rodríguez Orejuela es mucho mayor porque nunca financiaron una guerra frontal contra el establecimiento y porque la mayoría de sus inversiones, a diferencia de Escobar, se centran en la creación de empresas productivas. Todo el poder económico de los Rodríguez está representado en laboratorios químico-farmacéuticos, especialmente en la compra, venta, procesamiento, representación, importación y exportación de productos químicos en general. Esta infraestructura la complementan con una gran cadena de droguerías, entre ellas la famosa Drogas La Rebaja, que deja utilidades cercanas a los tres millones de dólares anuales. Según estimativos de la DEA, los traficantes del cartel de Cali obtienen ganancias anuales de Estados Unidos por cerca de 6.000 millones de dólares, de los cuales a los hermanos Rodríguez Orejuela les corresponderían 3.000 millones. De acuerdo con las autoridades, de esos 3.000 millones les quedan libres cerca de 1.000, y si se tiene en cuenta que el cartel de Cali mantuvo estable su mercado por un período de más o menos 12 años, los Rodríguez tendrían hoy en su bolsillo 12.000 millones de dólares aproximadamente. En su solicitud de extradición a Colombia, Estados Unidos sindica a los Rodríguez, de haber ingresado cada uno de ellos 200.000 kilos de coca, cuyo valor en el mercado es de aproximadamente 4.000 millones de dólares. Estas cifras contrastan con lo poco que han podido descubrirle las autoridades colombianas. La Fiscalía General de la Nación dispuso el embargo y secuestro de 119 propiedades de los Rodríguez, además del bloqueo a 18 sociedades. Los herederos de Pablo Escobar US$ 8.000 millones En octubre de 1987 la revista Forbes dijo que Pablo Escobar Gaviria era uno de los hombres más ricos del mundo. Según la publicación el activo neto de Escobar para esa época era de 3.000 millones de dólares. Un año más tarde el extinto jefe del cartel de Medellín pagó impuestos sobre 106 inmuebles registrados en el catastro de la capital antioqueña y, según un testamento que escribió de su puño y letra en 1983, su herencia ascendía a 120 millones de dólares, lo cual es insignificante frente a los cálculos de la revista Forbes y de una biografía publicada en Vanity Fair en 1992, en donde se asegura que Escobar recaudaba mensualmente 100 millones de dólares. Algunos reportes de la Dirección Nacional de Estupefacientes le atribuyeron a Escobar la propiedad de hoteles en Venezuela, Estados Unidos y Panamá, acciones de la casa matriz de dos bancos europeos, haciendas en Jamaica, Martinica y otras islas del Caribe y títulos valores adquiridos, inclusive, en la bolsa de Tokio. Escobar amasó una gran fortuna desde los años 70. La primera inversión en Estados Unidos la hizo en 1980, año en el que compró una casa amoblada en Miami Beach (5860 N. Bay Road) con cinco cuartos, cuatro baños y una piscina, por un valor de 762.500 dólares. Construida en 1948, la casa tenía vista a la bahía de Biscayne y estaba decorada con muebles de estilo chino y cabezas de antílopes y venados. A pocas cuadras vivían dos integrantes del famoso conjunto musical Bee Gees: Robin y Barry Gibb. Un año más tarde Escobar pagó ocho millones de dólares por un edificio de cinco pisos y 70 apartamentos en la zona de Plantation. Pablo Escobar gastó parte de su inmensa fortuna en la guerra que sostuvo desde 1989 con el gobierno colombiano. Aún así las autoridades le calculan su fortuna en 8.000 millones de dólares. Sin embargo los organismos de seguridad del Estado creen que la gran mayoría de esa plata está dispersa por todo Colombia, e incluso por varias partes del mundo. Escobar utilizó tantos testaferros que, según las autoridades, Roberto Escobar, el hermano del capo, es la única persona que sabe realmente a nombre de quiénes están muchas de sus propiedades. La herencia de Escobar es un tesoro muy preciado y por eso en su familia, que siempre se caracterizó por la unidad, hay más de una fricción por el testamento del capo. Helmer Herrera US$ 11.000 millones Toda la plata que le ha llegado a 'Pacho' Herrera por el tráfico de drogas la ha legalizado en la comercialización de insumos y productos avícolas a través de las diferentes haciendas y granjas de su propiedad. Herrera también ha lavado dinero mediante la adquisición e inversión en la compraventa, construcción y comercialización de finca raíz, representadas en inmobiliarias y grandes urbanizaciones como, por ejemplo, la urbanización La Alquería, que consta de varias torres con más de 10 pisos cada una y con todas las comodidades y lujos imaginables. Aunque 'Pacho' Herrera es quizás el narcotraficante del que menos se sabe, las autoridades creen que es el hombre más rico del cartel de Cali. Herrera es quien se encarga de lavar el dinero y, además, es el que le cambia los dólares a todos sus socios y a los narcos del norte del Valle del Cauca. En varios allanamientos realizados por la Policía se han encontrado documentos con pistas en este sentido. Se sabe que Herrera tiene la mayoría de sus propiedades a nombre de más de una decena de testaferros. Según las autoridades, la fortuna de Pacho Herrera podría estar cercana a la de los Rodríguez Orejuela y representada en unos 11.000 millones de dólares. Justo Pastor Perafán US$ 12.000 millones Entre las propiedades que tiene este ex sargento del Ejército están el famoso hotel Chinauta Resort, avaluado en 25 millones de dólares, y 1.704.808 metros cuadrados de la isla Barú, cuyo valor comercial supera los 426 millones de dólares. Pero eso no es todo. Según investigaciones de las autoridades, Perafán tiene empresas en Colombia, Madrid, Roma y Moscú. El patrimonio de este hombre, que actualmente tiene en su contra una orden de captura por presunto enriquecimiento ilícito, va desde la explotación hotelera hasta salones de belleza y diseño, pasando por su participación en una mina surafricana y un oleoducto en el ex territorio soviético. Además, en sociedad con sus nueve hijos, constituyó un bloque de 12 sociedades en Colombia cuyos activos declarados superan los 20 millones de dólares. Un cálculo conservador de la fortuna de Perafán sería de alrededor de 12.000 millones de dólares. Según el subdirector de la Policía Nacional, general Luis Enrique Montenegro, "la de Perafán es una de las fortunas más grandes de que se tenga noticia. Incluso podría superar la calculada a los hermanos Rodríguez Orejuela". Iván Urdinola US$ 6.000 millones La familia Urdinola es oriunda del municipio vallecaucano de El Dovio, uno de los escenarios preferidos por la temible banda comandada por el tristemente célebre Jesús María Lozano, 'El Cóndor'. El Dovio, junto con Betania, Cartago, Roldanillo y La Victoria, fue uno de los epicentros de la época más violenta que vivió el país en los años 50. El oficio por el cual sus paisanos conocían a Iván Urdinola era el de carnicero, pero su fortuna la amasó, según las autoridades, en el negocio del narcotráfico. Urdinola, uno de los jefes del llamado cartel del Norte del Valle, invirtió buena parte de esa fortuna en haciendas ganaderas en el Valle del Cauca, la Costa Atlántica y los Llanos Orientales. De acuerdo con las autoridades, Urdinola, quien se encuentra detenido en la actualidad, es dueño de unas 200.000 hectáreas en todo el país. Dos de sus fincas _La Lorena (nombre de su esposa) y La Porcelana_ están avaluadas en más de 30 millones de dólares. Urdinola también posee grandes extensiones de tierra en el País Vasco y en Centroamérica. Para las autoridades la fortuna de Urdinola está calculada en 6.000 millones de dólares. Curiosamente, Urdinola ha explicado su incremento patrimonial diciendo que tanto él como su esposa Lorena Henao y su hijo menor se han ganado en muchas ocasiones distintas loterías del país. Miki Ramírez US$ 6.000 millones Miki Ramírez es uno de los pocos hombres en Colombia que decidió declararle la guerra a Pablo Escobar luego de que el jefe del cartel de Medellín asesinara en la cárcel de la Catedral a Fernando y Mario Moncada y a William y Enrique Galeano. El, junto con 11 hombres más, hizo parte del famoso grupo que se denominó 'Los 12 del patíbulo', quienes quedaron a paz y salvo con la justicia por su colaboración para destruir el imperio de Escobar. Miki Ramírez está considerado por las autoridades como uno de los jefes del cartel de la Costa. Según documentos incautados por la Policía, Ramírez es dueño de una finca que supera los 50 millones de dólares; del 80 por ciento de Sanandresito y de urbanizaciones, apartamentos y casas en todo el país. De acuerdo con arqueos realizado por las autoridades, Ramírez habría acumulado con el procesamiento y tráfico de drogas una fortuna cercana a los 6.000 millones de dólares. Es de tales dimensiones la fortuna de Ramírez que él mismo canalizó el río Magdalena y construyó una represa en el municipio de Zambrano, en el sur de Bolívar, para darle agua a 12 municipios. Juan Carlos Ramírez Abadía US$ 6.000 millones Juan Carlos Ramírez, 'Chupeta', es conocido por las autoridades como el sucesor de los hermanos Rodríguez Orejuela y es quizás uno de los narcotraficantes más jóvenes y poderosos del país. El pasado 15 de marzo decidió someterse a la justicia y se entregó a las autoridades en Cali. Hasta ahora los organismos de seguridad le han encontrado a 'Chupeta' una fortuna de alrededor de 34 millones de dólares. Los documentos incautados por la Policía en los últimos 54 allanamientos permitieron establecer que tiene registradas a su nombre 32 empresas. En esos documentos se afirma que Ramírez Abadía es dueño de empresas ganaderas, de haciendas dedicadas al cuidado de caballos finos y a la producción agrícola, de una cadena de hoteles y otra de droguerías, de inmobiliarias, de constructoras y hasta de firmas dedicadas a prestar asesorías financieras. El hecho de que 'Chupeta' acepte tener todas estas propiedades hace pensar que su fortuna es muchísimo más grande de lo que las autoridades le han descubierto. Una fuente policial la calcula cercana a los 6.000 millones de dólares. Familia Ochoa US$ 6.000 millones Sin duda los narcotraficantes más astutos de todos han sido los hermanos Ochoa. No sólo uno de ellos ya está en libertad y los otros dos en los próximos días saldrán de la cárcel de máxima seguridad de Itagüí, sino que son los que más éxito han tenido en mantener su riqueza intacta. Aunque al someterse a la justicia entregaron, entre otras cosas, la finca Angelópolis, de 4.000 hectáreas, un edificio equipado donde actualmente funciona la fiscalía regional de Medellín y cinco millones de dólares, ellos son quizás los mayores terratenientes de todo el país. Se dice que el día que completaron el millón de hectáreas a su nombre celebraron con champaña en la cárcel. La cifra exacta del monto de la fortuna de los Ochoa ha sido muy difícil de calcular. Sin embargo en octubre de 1987 la revista Forbes publicó que los Ochoa tenían un activo neto de 2.000 millones de dólares, cifra que, de acuerdo con las autoridades, hoy pude ser tres veces más grande, es decir de 6.000 millones de dólares. Leonidas Vargas US$ 6.000 millones Leonidas Vargas, quien es conocido por las autoridades como el 'rey de la amapola', hoy purga en la cárcel La Picota una condena de 26 años por narcotráfico y enriquecimiento ilícito. Posee una inmensa fortuna personal representada en más de un centenar de bienes en todo el país y otros tantos en el exterior. Los organismos de inteligencia del Estado calculan que Vargas tiene un activo neto de aproximadamente 6.000 millones de dólares. Como en todos los casos, la cifra de propiedades descubiertas por las autoridades es insignificante al lado de lo que tiene regado a nombre de más de 20 testaferros. Leonidas Vargas fue quizás el principal lugarteniente de José Gonzalo Rodríguez Gacha y es el hombre que controlaba, junto con las Farc, todos los movimientos del narcotráfico en Caquetá. Es dueño de varios condominios en Bogotá, hatos ganaderos, pistas de aterrizaje, un edificio en El Poblado en Medellín, más de 1.000 hectáreas cerca de La Dorada, tres joyerías y una mansión en el norte de Bogotá. De acuerdo con las autoridades, Vargas es el narcotraficante que más rápido aumentó su fortuna, pues fue de los primeros en ingresar al más rentable de los negocios de la droga: la heroína. Familia Sarria US$ 3.000 millones Si no se hubiera destapado el escándalo del proceso 8.000 Jesús Sarria y Elizabeth Montoya de Sarria seguirían siendo dos personas desconocidas para los colombianos. Sin embargo, sus nexos con la pasada campaña presidencial del Partido Liberal los convirtieron en unos de los narcotraficantes más famosos. Según estimativos de las autoridades su fortuna alcanzaría a ser de más de 3.000 millones de dólares. Tienen más de cinco empresas en Estados Unidos, tres apartamentos en un exclusivo sector de Miami, tres aviones, condominios en Aruba y San Andrés y varias fincas en diferentes sectores de Colombia. La más famosa de ellas es la hacienda Lady Di, en Cota, Cundinamarca. Elizabeth, quien fue asesinada en Bogotá el pasado 2 de febrero en circunstancias aún no esclarecidas, era conocida por sus extravagancias. Su vestuario provenía de las más importantes casas de modas de Milán y París. En el closet de una casa al norte de Bogotá se le encontraron 120 vestidos, 148 pares de zapatos, 278 blusas, 105 buzos, 70 conjuntos, 47 pares de botines y 40 bolsos. Se dice también que tenía la mejor colección de diamantes del país y que, incluso, en una subasta en Estados Unidos compró un anillo que perteneció a Imelda Marcos por 50.000 dólares.