Especiales Semana

Margarita Marino

La primera defensora del medio ambiente en Colombia participa activamente en las más importantes discusiones ecológicas en el mundo.

Lucero Rodríguez G.*
3 de diciembre de 2005

Ella insiste en que hay miles de mujeres trabajando por el medio ambiente en el país y en que "qué vergüenza salir publicada en medio de tantas señoras destacadas". Margarita Marino de Botero, además de modesta, es una apasionada por el tema ambiental. Fue asesora del Ministerio de Comunicaciones a la edad de 27 años; probó en la política, pero luego supo que no era su campo. Casada hace 40 años con Álvaro Botero, decano de la facultad de arquitectura de la Javeriana, tiene tres hijos y los mismos amigos desde la adolescencia. Nació casi frente al mar, en Barranquilla, y desea envejecer mirando el desierto, ojalá cerca de Villa de Leyva. Antropóloga y filósofa de profesión y ambientalista de corazón y acción. Trabajó 13 años en Inderena y lo dirigió los últimos tres. Una entusiasta de tiempo completo que, con sonrisa de oreja a oreja, y más esperanza que sarcasmo, manifiesta su dificultad en creer que este gobierno sea capaz de fumigar los parques naturales. Le da pena hablar de sus viajes, pero no puede disimular lo fascinante que fue visitar por 10 años consecutivos Kenia y en una de esas correrías conocer al célebre capitán Jacques Cousteau, a quien invitó a virar su barco Calypso II hacia el Amazonas colombiano. Mientras Margarita perteneció a una de las comisiones mundiales sobre Medio Ambiente y Desarrollo de Naciones Unidas, conoció unos 30 países; le pareció que la isla de Gore (Dakar, Senegal) era una de las más bonitas; Egipto, uno de los países más interesantes, y que en Suiza también se podía dejar amigos, pero que Villa de Leyva seguía siendo su paraje favorito. Allí, en el enclave de sus sueños, o como ella lo define "el mosaico de ecosistemas más bello de los Andes", fundó el Colegio Verde, un centro de educación no formal que pretende acumular la mayor información sobre medio ambiente. Desde hace 15 años integra el consejo editorial de Tierramérica, publicación ambientalista inserta en 20 periódicos latinoamericanos. Entre otros, conformada por ganadores de premios Nobel, ex presidentes, científicos, escritores, cantantes, líderes indígenas. Fue asesora de la Comisión para la Educación del Siglo XXI de la Unesco, vicepresidenta de la Junta Internacional del Centro de Estudios para el Desarrollo (ZEF) de la Universidad de Bonn, Alemania. Hace poco un amigo suyo, de la revista inglesa The Ecologist, le pidió escribir para un libro algo sobre cómo salvar el mundo. Ella se ríe recordándolo y asegura que no tiene idea de cómo salvar el planeta. Pero sí que lo ha intentado: se unió a la defensa de Urrá, promovió la participación de campesinos y alcaldes locales en temas ecológicos con los consejos verdes municipales y entre tantas peleas ha ido construyendo un sueño sencillo pero generoso, que sobremanera la emociona "dejar unos hijos felices y una buena biblioteca en Villa de Leyva". *Periodista