Especiales Semana

Mayo 27 de 1964<br>El huevo de la serpiente

La recuperación de Marquetalia por parte del gobierno es un referente central de los debates sobre la caracterización del conflicto armado y su lugar en la historia de Colombia.

Ariel Sánchez Meertens/Gonzalo Sánchez G.*
30 de mayo de 2004

Mayo 27 de 1964 es la fecha inaugural y emblemática de las Farc. Como tal marca una nueva etapa en la conflictiva historia contemporánea de Colombia. Ese día, según la versión ritualmente repetida año tras año por el grupo insurgente, se inicia una gigantesca operación militar, anunciada formalmente por el presidente Guillermo León Valencia el 18 de mayo, conocida como 'Operación Marquetalia'.

Al mando de los batallones encargados de la misión estaba el coronel Hernando Currea Cubides, comandante de la VI Brigada de Ibagué, secundado por tropas aerotransportadas conducidas por el también coronel José Joaquín Matallana, quien había dado muestras de eficacia y de rudeza militar en el combate contra el bandolerismo ('Desquite', 'Sangrenegra', 'Pedro Brincos') al norte del Tolima. El objetivo declarado era recuperar para el Estado colombiano una remota región ubicada entre el sur del Tolima y el norte del Huila, conocida con el nombre de Marquetalia.

Para entonces esa región ni siquiera aparecía en el mapa de Colombia, pero militarmente era considerada como el último reducto de la Violencia y del bandolerismo que había que aniquilar. Esta visión contrastaba, por supuesto, con la que los campesinos tenían de sí mismos como guerrilleros desmovilizados, refugiados del gobierno de Rojas Pinilla, dedicados ahora a pacíficas tareas comunitarias. La operación, presentada por el Ejército como una intervención de carácter cívico-militar, era denunciada por el núcleo de autodefensa campesina, allí instalado desde 1955, como una agresión exclusivamente bélica.

La magnitud de la operación era de por sí memorable, pero lo que la hizo inolvidable, lo que le dio una aureola mítica y suscitó la solidaridad de organizaciones y personalidades mundialmente famosas, como Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir, fue precisamente la fragilidad de la fuerza opuesta. Según el relato fariano, se trataba tan sólo de un puñado de 48 combatientes, dirigidos por 'Manuel Marulanda Vélez'. Esta cifra se mantiene hasta nuestro días, pero quizás en un intento de adaptación y modernización del tradicional discurso patriarcal de los guerreros, a partir de 2002 fueron discriminados por género así: 46 hombres y dos mujeres.

Transcurridas unas cuantas semanas de combates, la prensa anunció la toma efectiva del territorio de Marquetalia por parte del Ejército, hecho que fue rodeado de gestos simbólicos como la izada de la bandera, en señal de recuperación de la soberanía nacional amenazada; la realización de una misa, como acto de reafirmación de los valores tradicionales; y la propuesta de cambio de nombre de la región, asignándole el de 'Villa Susana', en homenaje a la fallecida primera dama de la Nación, con la pretensión consciente o inconsciente de inculcarles a las futuras generaciones la idea de que 'Marquetalia' no había existido. Anticipándose a la toma anunciada, mujeres, ancianos y niños habían sido puestos a salvo, y los 48 combatientes resistieron hasta lograr evadir el cerco militar. Estos serían en adelante para las Farc los indestructibles héroes 'marquetalianos'.

Entre versiones

Marquetalia evoca pues un evento cierto, históricamente precisable. Pero es también un campo de disputa simbólica y de ambigüedades factuales. Primero, en cuanto a la extensión territorial. Una versión minimalista la reduce al espacio de una pequeña vereda (El Támaro), rebautizada con el nombre de Marquetalia en homenaje al pueblo natal de 'Tirofijo' en el departamento de Caldas. La versión maximalista, en cambio, cobija bajo ese mismo nombre un área entre 3.000 y 5.000 kilómetros cuadrados, sobre la cual la autodefensa campesina extendía su radio de influencia. Segundo, como experiencia social, Marquetalia es valorada de manera antagónica por las partes contendientes: para los rebeldes campesinos, Marquetalia es, una especie de Arcadia, productiva, autosuficiente y autorregulada; para el orden político establecido, Marquetalia es por el contrario, un refugio de antisociales, un espacio para la arbitrariedad y un desafío a la soberanía nacional, puesto que instauraba una más de las que Álvaro Gómez llamara "repúblicas independientes". Tercero, como evento propiamente militar las ambigüedades se multiplican: es difícil precisar tanto el marco temporal, como el número de combatientes. El inicio de la operación se puede asociar, en efecto, a los preparativos, que comienzan en abril; a la declaratoria oficial de las hostilidades (18 de mayo), o a los primeros combates por el control de la zona (27 de mayo). Por lo demás, esta secuencia no tiene un cierre identificable, pues si bien el 18 de junio de 1964 se celebran los actos oficiales de reconquista de la región, los combates y la persecución a los fugitivos se prolongaron en forma tal que incluso podría decirse que aún continúan.

En cuanto al número de combatientes la controversia tampoco termina. Las Farc han manejado consistentemente la cifra de 16.000 soldados agresores de la zona, en tanto que el general Matallana estableció un máximo de 2.000 defensores de la legitimidad. En cuanto a la resistencia, las Farc consagraron la heroica cifra de 48 combatientes, y el general Matallana, para restarles heroicidad a los campesinos, la hizo subir a 250 combatientes, argumentando que se trataba en realidad de unas 40 cabezas de familia, con un promedio de entre seis a ocho miembros aptos para el combate. Existen igualmente versiones encontradas respecto al número de víctimas y los métodos utilizados en la operación. Desde el periódico Voz Proletaria, uno de cuyos reporteros era entonces Jacobo Arenas, se denunció el uso sistemático de bombardeos, de descargas de bombas Napalm e incluso de armas bacteriológicas. Detrás de todas estas prácticas se denunciaba la presencia y complicidad de fuerzas norteamericanas, en su estrategia de lucha contrainsurgente, alimentada por los temores de una segunda Sierra Maestra.

Fecha histórica

Estas ambigüedades hacen que en 1964 Marquetalia sea un referente central de los debates sobre la caracterización del conflicto armado y su lugar en la historia de Colombia. Para el periódico El Tiempo, Marquetalia era la manifestación agónica de la vieja Violencia; para El Siglo, la irrupción en tierra colombiana de la mayor amenaza al orden presente, el comunismo; y para Voz Proletaria, el germen de una fuerza con vocación transformadora, cuya onda expansiva se extendería a todo el país. Mediante un recurso de simbolización similar al que hizo del Morelos de Emiliano Zapata el arquetipo de la Revolución Mexicana, pudo pronosticarse entonces, "Marquetalia será Colombia". Pero Marquetalia no solamente se desterritorializa sino que rompe toda secuencia temporal: pasado, presente y futuro se condensan singularmente en ese nombre esencialmente polisémico.

Marquetalia comenzó desde entonces a desaparecer de la escena pública. Fue necesario esperar el discurso inaugural de la mesa de diálogos de 1999 para que el país se enterara por boca de 'Manuel Marulanda' que Marquetalia seguía siendo un elemento insoslayable de la memoria y de la identidad del grupo insurgente.

En el relato anualmente remozado, una fecha y un lugar, 27 de mayo y Marquetalia, son cargados de nuevos sentidos, asociados a veces a los logros, otras a las traiciones. Un 27 de mayo (1982), en la Séptima Conferencia, se produce una redefinición estratégica pasando de una guerrilla móvil a ejército popular, de las Farc a Farc-EP. Apenas un día después de la fecha emblemática, el 28 de mayo de 1984, y a 20 años de Marquetalia, el presidente Belisario Betancur y 'Manuel Marulanda' firman el primer Cese de Fuegos bilateral, que precedió los acuerdos de la Uribe y la creación de la Unión Patriótica. En 1998, por iniciativa del Bloque Oriental, las Farc se toman, por primera vez, una capital de departamento (Mitú) en desarrollo de lo que llamaron 'Operación Marquetalia'. Una de las columnas guerrilleras lleva el nombre de 'Héroes de Marquetalia'. Existe también una condecoración, 'Orden de Marquetalia', para los que den muestras excepcionales de valor, y el nombre mismo debe ser escuchado en actitud marcial por los combatientes. Por último, se traza un continuum entre Marquetalia, Casa Verde (diciembre de 1990) y San Vicente del Caguán (febrero de 2002), tres momentos que según las Farc materializan la renuencia del Estado colombiano a buscarle una salida negociada al conflicto armado. Este continuum tiene sentido si se recuerda que en vísperas de la Operación Marquetalia el Ejército y la Iglesia le negaron el acceso a la zona a una comisión mediadora encabezada por Camilo Torres, Gerardo Molina y Orlando Fals Borda.

Hacia afuera como mito fundador de la discordia contemporánea de Colombia y hacia adentro la pretendida edad paradisíaca del mundo rural, Marquetalia es a la vez grito de guerra y bandera de paz. Imposible suprimirla. Colombia tendrá que acostumbrarse a la idea de que la superación del mito guerrero pasa necesariamente por el reconocimiento del agravio, la reparación de la injusticia originaria no resuelta y la restitución de sus bienes a los campesinos despojados de sus "marranos y sus gallinas".

Desde luego, el mito de origen se presta a múltiples usos. Las Farc se escudan en él para minimizar los efectos de muchas de sus reprobables prácticas actuales. Pero no es necesario estar de acuerdo con las Farc para entender por qué el asunto Marquetalia tendrá que estar un día (¿27 de mayo?) en la agenda de la última mesa de negociaciones.



*Antropólogo / Historiador, profesor Universidad Nacional