Especiales Semana

¿SUFRE DE MIGRAÑA?

No todo esta perdido. Averigue cómo puede combatir o atenuar ese terrible dolor de cabeza.

29 de abril de 1985

Pascal padecía ese mal: "Alicia en el país de las maravillas" nació de los dolores que sufría Lewis Carrol; la princesa Margarita de Inglaterra figura dentro de los famosos que experimentan ocasionalmente esa enfermedad. Pero son muchas las personas comunes y silvestres que la padecen sin que hayan encontrado ninguna cura efectiva.
Es un dolor palpitante, lacerante, que engloba el oído, la frente, la sien, de un lado de la cabeza, pero no siempre del mismo lado. Es la migraña. Y aunque no se ha encontrado un remedio seguro para curarla y la mayoría piensa que la única salida es atiborrarse de aspirina o ensayar cualquier otro analgésico fuerte, algunos de los que padecen la enfermedad recorren los consultorios de cuanto especialista se les viene a la cabeza en busca de alivio. No es raro, entonces, que un gastroenterólogo aconseje una cirugía de la vesícula; un dentista, la extracción de las cordales, un oftalmólogo, ejercicios para corregir defectos de convergencia; un otorrino, tratamientos contra la sinusitis... Todo sin resultado alguno (afecciones locales de oídos, ojos, dientes, problemas vertebrales menores, ocasionan dolores que no tienen nada que ver con las migrañas). Tampoco faltarán médicos que afirmen que no hay nada que hacer y que la única salida es resignarse a vivir con esa espada de Damocles pendiendo sobre la cabeza, o que atribuyan las migrañas a "problemas psicológicos".
Sin embargo la migraña es una enfermedad verdadera, absolutamente misteriosa en cuanto a sus causas, pero que se puede combatir o atenuar en el 80 ó 90% de los casos, pagando el precio de una gran paciencia.
Hay medicamentos específicos. En una primera categoría, los productos capaces de frenar una crisis, a condición de que se tomen tan pronto como se anuncia. Para aquellos que se quejan de migrañas frecuentes, hay otro tipo de productos, utilizados para tratamientos permanentes, que deben tomarse aunque no se anuncien los síntomas. Sin embargo, hay personas para quienes nada de esto sirve. Pero se ha descubierto una tercera categoría de medicamentos que, aunque prescritos para otro tipo de enfermedades, han resultado eficaces para el tratamiento de las migrañas, lo que ha servido para demostrar una teoría según la cual es posible que una droga prevista para una afección se revele, por azar, eficaz en otro campo. Uno de ellos es un antiepiléptico. Los casos graves de migraña no son la mayoria. Solamente en el 22% de los casos, la duración de la crisis sobrepasa las 48 horas. En general, el ataque dura entre 4 y 24 horas y también (un 26%, según las estadísticas) menos de 4, con todos los grados de intensidad entre los dos extremos: desde un dolor discreto que se siente solamente con los movimientos de la cabeza, hasta un dolor que se torna intolerable. Solamente entre el 17 y 20% de quienes sufren esas jaquecas se sienten verdaderamente reducidos a un estado de postración total.

UN DESAFIO
Migraña. Sería conveniente intentar definir esa palabra que comúnmente se aplica a cualquier dolor fuerte de cabeza. Si usted siente dolor de cabeza (en la frente, el cráneo, la nuca...) usted seguramente dice: "tengo jaqueca". Pero un interlocutor medianamente informado le podría decir que la jaqueca o migraña es un mal muy particular, que no afecta, como se dijo anteriormente, sino medio lado de la cabeza. Se habían dado ocho definiciones diferentes hasta 1969, cuando un grupo de estudio de la Federación Mundial de Neurología impuso la siguiente: "Afección familiar caracterizada por accesos repetidos de cefaleas muy variables en su intensidad, frecuencia y duración. Esos accesos son habitualmente unilaterales y generalmente asociados con náuseas o vómitos. En algunos casos, siguen o se asocian a perturbaciones neurológicas, o a problemas del humor". Y el texto es seguido por algunas indicaciones que pueden contribuir al diagnóstico: "Todas las características citadas anteriormente, no se presentan necesariamente en el curso de cada ataque y en cada enfermo". Una enfermedad, sin embargo, que desafía cualquier descripción simple.
Para diagnosticar una hipertensión, una úlcera, un cáncer, una diabetes, el médico dispone de elementos evaluados, de ecograffas, rayos X, análisis... Para la migraña, nada. Solamente las respuestas del enfermo a un largo interrogatorio.
Si hace unos años las personas con migraña no pasaban del 15%, los hechos revelan que ha habido un recrudecimiento de esa enfermedad. En cuanto a la proporción de personas que sufren jaquecas en relación con la población total, es difícil fijar una cifra: desde menos del 5% hasta el 20% y 29% de mujeres. Como cosa curiosa, todos los estudios coinciden en el hecho de que la migraña afecta a dos mujeres por cada hombre.
A diferencia de las migrañas llamadas comunes que son las más frecuentes, hay algunas que van acompañadas de síntomas peculiares: visión borrosa o con manchas luminosas, hormigueo en los dedos de una mano que se va remontando por el brazo y llega hasta los labios, inclusive la lengua, adormecimiento de un lado de la cara, sensación de picadas de aguja, problemas de lenguaje, de audición, o también vértigos, problemas motrices. Pero estos signos difieren según los sujetos. Todo esto impresiona, pero no es grave. Los signos desaparecen tan pronto como se instala el dolor. Las migrañas con complicaciones definitivas -aunque a veces pueden producir la parálisis de un oído durante algunas horas- son absolutamente excepcionales.
Para quienes sufren esas violentas crisis periódicas, en Francia se ha ensayado con tartrato de ergotamina -un derivado de la espiga de centeno-, que debe tomarse desde que aparecen los problemas de visión que anuncian la crisis. No es un analgésico (no produce efecto alguno en un dolor de dientes, por ejemplo), pero es el tratamiento más apreciado por su eficacia. Según se ha establecido, opera en el 60, 70 e inclusive 90% de los casos, si se toma en el momento adecuado y en la dosis correcta.

CASOS RAROS
Hay casos excepcionales de migrañas en los que confluyen factores significativos raramente encontrados en un mismo paciente. La revista Le Point, que consagró no hace mucho tiempo gran parte de una edición al problema de las jaquecas, cuenta el caso de una mujer de 40 años, cuyas migrañas comenzaron con la pubertad. Durante años, se le presentaba una crisis por mes, generalmente al principio de cada menstruación. Esas migrañas, llamadas catameniales sobrevienen la mayoría de las veces al comienzo de la regla, pero también en la semana que la precede o en los días que la siguen, o nuevamente en el momento de la ovulación.
Es excepcional que las migrañas comiencen en las mujeres más allá de los 40 años. En cerca del 50% de los casos, se presentan durante la pubertad y, como cosa curiosa, en gran parte de los casos desaparecen durante el embarazo, para volverse a presentar más tarde. ¿Algo psicológico? Nada hay que permita afirmarlo. Porque lo contrario también ocurre: algunas mujeres ven aumentar sus crisis durante la espera. Y suceden las mismas discordancias durante la menopausia: se atenúan en unas y se acentúan en otras. No hay regla fija. ¿Qué hay factores endocrinos dentro de las causas de las jaquecas femeninas? No cabe la menor duda. Pero... ¿cuáles? Muchos han intentado explicarlas de 15 ó 20 maneras y han probado diversos tratamientos hormonales ninguno más convincente que los otros, sin resultados definitivos. Por otra parte, se ha podido establecer que dentro de una familia se pueden presentar varios casos, lo que ha llevado a los médicos a pensar en el carácter eventualmente familiar de la enfermedad.

DIME LO QUE COMES...
Investigaciones adelantadas con pacientes han podido establecer que hay algunos alimentos cuya ingestión podría suscitar una crisis. Entre ellos figuran la champaña, algunos vinos blancos, quesos como el gruyere, el roquefort, el brie el camembert... También se ha podido determinar que una sustancia llamada tiramina, contenida en ciertos alimentos, podría ser un elemento desencadenante de las migrañas. Por otra parte, hay pacientes que sostienen que no pueden ingerir chocolate. En este producto hay una sustancia, la feniletilamina, que puede suscitar las crisis. Otros no soportan las grasas cocinadas, los huevos... El mecanismo de acción de esos factores alimenticios es aún hipotético. En todo caso no se trata de fenómenos alérgicos. La idea de una relación entre alergia y migraña ha sido rechazada.
Otras sustancias pueden desencadenar violentos dolores de cabeza en algunas personas después de una comida: el glutamato de sodio utilizado en la preparación de platos asiáticos (es llamado el "síndrome de los restaurantes chinos"), y también los nitritos, que se usan como colorantes en ciertos embutidos (la reacción ha sido llamada por los norteamericanos "cefalea del perro caliente"). Pero se trata de cefalea que no tienen nada que ver con las migrañas verdaderas.
En todos los aspectos reina la contradicción en el dominio de la migraña. El ayuno puede desencadenar un acceso de dolor en algunas personas, pero, en general, éste se atribuye a bajos niveles de azúcar en la sangre.

Otras personas sufren con frecuencia dolores de cabeza que no son agudos, ni se localizan de un lado de la cabeza, sino que son sordos, fluctuantes, unas veces localizados en las sienes, otras en la nuca, otras en toda la cabeza. Este tipo de dolores se asocia la mayoría de las veces con estados nerviosos y son, en realidad, las cefaleas que los médicos encuentran en el 52% de las personas que se quejan de dolor de cabeza. Se las conoce como cefaleas nerviosas o cefaleas de tensión, lo cual tiene el mérito de evocar simultáneamente la tensión nerviosa y la tensión muscular que las caracteriza: contracción exagerada de los músculos de la nuca, el cuello, la región cervical posterior. Esa contracción a partir de la cual se irradia el dolor es casi siempre producida por factores psicológicos: ansiedad, stress, estados depresivos u otras tendencias neuróticas.
Lo mismo que en el caso de las migrañas, no existen criterios formales de diagnóstico para las cefaleas de tensión. Sin poner en duda los elementos que definen la migraña, algunos especialistas han comenzado a dudar de si existe una barrera clara entre la migraña verdadera y otros tipos de cefaleas. Porque hay algunos casos en los cuales la persona experimenta los dos tipos de cefaleas con sus respectivos síntomas.
En estos casos se ha tratado a los pacientes de migrañas con dehidroergotamina -otro derivado de la espiga de centeno-. Pero como el efecto no dura mucho tiempo, en algunos casos, el tratamiento se sigue posteriormente con una droga de otra categoría (un beta bloqueante), y para las cefaleas de otro tipo, con un antidepresivo en dosis bajas. En un terreno migrañoso, los factores psíquicos juegan un papel detonante: emociones, angustia, reveses, decepciones, cóleras, tensión en período de agotamiento. Pero también una gran alegría puede suscitar una crisis.
Sin embargo, lo contrario también existe: que las migrañas sobrevengan exclusivamente durante el fin de semana o en vacaciones. En general, los hiperactivos toleran mal los descansos forzados. Para estos casos, se ha tratado a los pacientes con medicamentos de una categoría diferente a los anteriormente mencionados: una droga llamada antiserotonina... y también un tranquilizante.
La migraña es un quebradero de cabeza para los investigadores. Se tienen sobre el tapete alrededor de una quincena de hipótesis defendidas cada una con igual vigor, pero ninguna realmente confirmada ni que pueda rendir cuentas del conjunto de los fenómenos filomorfos de la enfermedad. No hay un modelo experimental: los animales no tienen migrañas o por lo menos no hay manera de cónstatarlo. Experimentar en humanos implica problemas éticos; aunque se sabe que se pueden suscitar crisis migrañosas en pacientes que no han experimentado este tipo de enfermedad.
Sólo hay un punto seguro: que las migrañas corresponden a un desarreglo vasomotor a una perturbación de la circuiación craneanocerebral que se ha calificado como órgano vascular. En el curso de una primera fase se produce una vasoconstricción (disminución del calibre) de la red arterial profunda, una disminución de la circulación intracerebral. Luego sobreviene una vasodilatación violenta de la red externa al nivel de las meninges, de los tejidos que envuelven la bóveda craniana. Entonces surge el dolor. Pero, ¿cuál es el origen de esos problemas?, ¿qué desórdenes bioquímicos la producen?
Parece que está en juego la serotonina, que es llevada por las plaquetas sanguíneas. Habría primero una liberación brutal de la serotonina por las plaquetas. Incitando la primera fase de vasoconstricción intracraneana; a esta descarga sucedería una insuficiencia de serotonina en el plasma, siendo la sustancia rápidamente eliminada por la orina; a esta baja corresponde la instalación de la fase dolorosa de vasodilatación. Pero, ¿por qué la liberación brutal de serotonina? Algunos sospechan una anomalía interna de las plaquetas. Otros buscan una sustancia aún no identificada que pueda ser responsable del fenómeno.
Los numerosos estudios realizados se orientan en direcciones diferentes, a veces contradictorios. Algunos sostienen que pueden deberse a desarreglos en el nivel de las morfinas endógenas. Otros sostienen que la enfermedad es de origen neural y no vascular. A pesar del frecuente rol desencadenante que juegan los factores psíquicos, la experiencia demuestra que los intentos de psicoterapia son ineficaces. Pero todos los especialistas coinciden en reconocer -sin poder explicarlo-, la eficacia, en algunas enfermedades, de tratamientos sin medicamentos: la acupuntura, en particular, o diversas técnicas de relajación gracias a las cuales es posible obtener un cierto control voluntario de las funciones vegetativas. O también las técnicas conocidas como biofeedback.
Tanteos, empirismo... es el estado actual de los conocimientos, o de la ignorancia sobre esa enfermedad desconcertante cuya causa o causas aún quedan por descubrir. Sin embargo, hay pocas probabilidades de que una teoría única aclare la totalidad de las facetas de la migraña.