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Cambio de vida

El guitarrista del exitoso grupo Korn pasó de metalero a místico. Entre los famosos su caso no es el único.

13 de marzo de 2005

Hasta hace unos meses Brian 'Head' Welch era el típico metalero: pelo largo, cuerpo cubierto de tatuajes, ropa oscura. En general, una vida consagrada a honrar el estereotipo de 'sexo, drogas y rock' n roll' como guitarrista de la exitosa banda Korn. La semana pasada, aunque aún con el pelo largo, la imagen de Welch era radicalmente distinta: túnica blanca, un crucifijo de plata al cuello y dos nuevos tatuajes que evidencian su cambio de vida, uno en los nudillos de la mano derecha con el nombre de Jesús y otro enorme en el cuello con las palabras Mateo 11:28, por un versículo de la Biblia. Welch se convirtió al cristianismo y para hacerlo con todas las de la ley se hizo consagrar en el río Jordán, donde según la Biblia Juan Bautista ungió a Jesucristo.

Unos días antes Korn anunció la decisión de Welch en un escueto comunicado publicado en la página web oficial de la banda: "Brian ha escogido a Jesucristo como su salvador y desde ahora dedicará su música a ese propósito. Respetamos su decisión y deseamos que encuentre la felicidad que está buscando". Estas palabras desataron una avalancha de mensajes de fanáticos de todo el mundo que, desconcertados con la noticia, querían saber más del asunto.

Welch justificó su decisión frente a una congregación de 10.000 fieles reunidos en una iglesia californiana diciendo que Jesucristo lo había curado de su adicción a las metanfetaminas y le había dado sentido a su vida. "Desde ahora cada centavo que gane se lo voy a devolver a la gente de una manera positiva. Voy a cambiar el mundo o morir en el intento", aseguró Welch frente a las cámaras de televisión y a sus nuevos correligionarios.

El caso de Welch recuerda al de otro músico que la religión arrebató a sus seguidores. Cat Stevens vendió 25 millones de copias de sus discos en todo el mundo y fue una de las estrellas más famosas en los años 60 y 70. Pero todo empezó a cambiar en 1969, cuando su hermano le regaló una copia del Corán, libro sagrado de los musulmanes. Durante algunos años Stevens metió algunas tímidas referencias religiosas en sus canciones, hasta que en 1977 abandonó definitivamente su carrera para convertirse al Islam. Se cambió el nombre por el de Yusuf Islam y se dedicó a observar estrictamente las enseñanzas de su nueva religión, incompatibles con el negocio de la música. Hoy está casado con una musulmana, tiene cinco hijos y es el vocero de la comunidad islámica del Reino Unido.

En el deporte también se han visto casos. Carlos Roa era el arquero estrella de la selección argentina a finales de la década de los 90. Su fervor religioso era tan fuerte que casi le cuesta la vida en una ocasión, cuando jugó un partido en África y se negó a tomar los medicamentos necesarios para curarlo de un raro virus porque su religión se lo prohibía. Roa pertenece a la Iglesia Adventista del Séptimo día y por ello no puede comer carne, recibir transfusiones de sangre ni trabajar los sábados por ser el día dedicado al Señor. Lo primero le ganó el apodo de 'Lechuga', lo segundo lo alejó de los médicos y lo tercero terminó por costarle una exitosa carrera y millones de dólares en contratos de trabajo.

En 1999, cuando Roa anunció su retiro del fútbol se dijo que era por los partidos de los sábados, una contravención a los preceptos adventistas. El futbolista nunca lo aceptó abiertamente y se salió por la tangente con el clásico "creo que he cumplido un ciclo". Su apego a sus creencias le costó también un hipotético traspaso a la liga inglesa, donde su pase estaba tasado en 10 millones de dólares, a lo que él respondió que "la plata no hace la felicidad". Al parecer la fe no le duró mucho porque nueve meses después decidió volver al Mallorca de España, su último equipo. Como era de esperar, Roa ya no era el mismo.

Otros prefieren ser piadosos en la comodidad de sus mansiones de Beverly Hills. En Hollywood, por ejemplo, el dinero sigue siendo el rey, pues aunque varias de las estrellas más exitosas aseguran ser devotos creyentes de alguna religión, ninguno ha planteado la posibilidad de retirarse para dedicarse a la vida espiritual. Madonna es la más famosa de las practicantes de la Kabbalah, una forma de misticismo judío muy popular entre los famosos que incluso tiene una marca de agua embotellada oficial. Tom Cruise es el mayor proselitista de la Cienciología, una secta fundada por L. Ron Hubbard, que el actor trata de inculcarles a las coestrellas de sus películas. Mel Gibson, por su parte, llevó al extremo su fe católica, al punto que sólo asiste a misa tradicional, dicha en latín, y se gastó millones de dólares de su bolsillo para filmar su versión de la pasión de Cristo. Extrañamente, hasta ahora ninguno de los tres ha mostrado intenciones de donar sus riquezas a los pobres para dedicarse a buscar la perfección espiritual.