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Francisco se roba el show en los 100 años de la Virgen de Fátima

Aclamado por cientos de miles de eufóricos peregrinos, el sumo pontífice visitó el santuario portugués de Fátima, donde conmemoró el centenario de las apariciones de la Virgen María a tres pastorcitos.

13 de mayo de 2017

Aclamado por cientos de miles de eufóricos peregrinos, el papa Francisco oró este viernes por la paz mundial en el santuario portugués de Fátima, donde conmemoró el centenario de las apariciones de la Virgen María a tres pastorcitos.

"El papa es increíble, su forma de hablar y de unir a la gente, fuera de este mundo. Es conmovedor", señaló Mariana Teixeira, una estudiante de Letras de 20 años de Lisboa, una de las 400.000 personas reunidas en la explanada de la Basílica de Nuestra Señora de Fátima, en el popular santuario en el centro de Portugal.

Allí llegó el pontífice argentino en peregrinaje de menos de 24 horas la tarde del viernes, desatando la alegría de la marea de fieles de todas partes del mundo.

El helicóptero que lo trajo desde una base militar donde aterrizó su avión, sobrevoló la explanada que estalló en aplausos, antes de posarse en un estadio. Luego recorrió en papamóvil un tramo de cinco kilómetros hasta la basílica, saludando a las miles de personas apostadas al borde de la carretera que le lanzaron vivas y flores.

Al pie de la imponente basílica, el papa rezó en silencio durante unos diez minutos frente a la talla de la Virgen en la Capilla de las Apariciones, construida en el sitio donde, según la creencia católica, la madre de Jesús se apareció por primera vez, el 13 de mayo de 1917, a tres jóvenes pastores de este pueblo humilde.

Luego, dirigió a la multitud en una oración en la que pidió "para el mundo la concordia entre todos los pueblos".

"Recorreremos, así, todas las rutas, seremos peregrinos de todos los caminos, derribaremos todos los muros y superaremos todas las fronteras, yendo a todas las periferias, para revelar allí la justicia y la paz de Dios", dijo, mientras los peregrinos escuchaban emocionados, algunos con lágrimas en los ojos.

Alfombra de cirios

Ya de noche, la explanada y las calles adyacentes se volvieron una alfombra de cirios sostenidos por los fieles, en la tradicional procesión de las antorchas, cuando el papa envió un segundo saludo. Jorge Bergoglio, sonrisa en el rostro, se bajó del papamóvil para caminar por entre la multitud conmovida.

El papa volvió a repetir un mensaje bíblico para él fundamental: "Hay que anteponer la misericordia al juicio".

Los fieles, que durante la jornada entonaron canciones religiosas y ondearon banderas de sus diferentes países, afirmaron haber vivido un día muy especial.

"Este es un gran acontecimiento mundial para la religión católica. Ya vimos al papa en Paraguay cuando fue. Pero es diferente acá, el ambiente es muy religioso", dijo Carolina Palacios, una funcionaria paraguaya de 48 años que peregrinó junto a 60 personas desde su país.

"Es una excelente ocasión para encontrarse con el papa, o al menos verlo pasar en el papamóvil", señaló Lintoy Quankep, un sexagenaria de Trinidad y Tobago.

 

- Pastorcitos santos -
 

En medio de la multitud, los venezolanos aprovecharon para pedir a la Virgen de Fátima por la paz en su país, donde seis semanas de protestas antigubernamentales han dejado 38 muertos.

"No puede ser que estén matando a nuestra gente joven y yo vengo a pedirle el milagrito a la Virgen" del cese de la violencia, señaló a la AFP Egda Romero, una sexagenaria que vino desde Maracaibo (oeste de Venezuela), mientras otros venezolanos pidieron que el papa medie en el conflicto, algo que el propio pontífice ha ofrecido.

Francisco, que profesa una intensa devoción a la Virgen María y aprecia la vitalidad de la piedad popular, canonizará la mañana del sábado en una misa a dos pastorcitos: Francisco y su hermana Jacinta.

La madre de Jesús se habría aparecido en seis ocasiones, entre mayo y octubre de 1917, a los dos hermanos y a su prima Lucia, a quienes reveló tres "secretos", que la Iglesia católica consideró como proféticos de la historia del siglo XX.

Para garantizar la seguridad del papa y la gran concentración de peregrinos, las autoridades portuguesas desplegaron un enorme dispositivo de seguridad en el santuario.